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Agotados todos los recursos pensó Xevres, para que fuesen mayores las rentas reales de que él disponia á su voluntad y antojo, aumentar las alcabalas cargando un impuesto en la nobleza, exenta hasta entonces de esta clase de pagos, á cuyo fin deslumbró con promesas á muchos y pudo conseguirlo de algunas ciudades: pero Toledo resistió noblemente tamaña medida no vacilando esponerse á las iras de la dignidad real. Reprimiendo Xevres la indignacion por la desobediencia á sus mandatos, recurrió á la astucia y merced á sus arteros medios, se manejó tambien, que granjeándose los ánimos de algunos ciudadanos se encargaron estos de presentar al consejo de la ciudad la proposicion del ministro, como en efecto lo hicieron, apoyándola con un ponposo y elocuente discurso en que demostraban la utilidad que de ello reportaba á la nacion y el agrado que darian al rey. Aplaudieron cuantos habian sido sobornados, y merced á sus voces se iba á conceder la apetecida proposicion, cuando Padilla levantándose de su asiento lleno de cólera y animado de nobles sentimientos: Jamas, gritó, consentiré yo que la nobleza de Castilla y de Leon sea necha tributaria; nosotros somos los que hemos conquistado estos reinos y nuestras tierras son el precio de nnestra sangre. Jamas Alfonso VIII ni ninguno de sus sucesores aunque lo intentaron pudo poner en ejecucion esta medida, y yo estoy pronto á morir en defensa de nuestros derechos y en los del pueblo que con nosotrosha vencido y al que se intenta subyugar, convirtiendole al estado miserable en que los navegantes han hallado los indios del nuevo mundo. ¿Consentireis nobles caballeros se sancionen los desafueros que están cometiendo un puñado de estranjeros en perjuicio de nuestro honor y nuestras vidas? El labrador abandona la esteva cansado de la inútil lucha que mantiene con la tierra, que no le produce lo bastante á pagar los comisionados reales; el artesano cierra sus talleres, las mujeres tiemblan por su virtud y á nosotros se nos hace tributarios. Largo y amenazador fué su discurso, y la elocuencia de los conceptos, la verdad del cuadro y la valentía de las espresiones atrajo á su lado los votos, y el impuesto fué negado. Al salir le rodeó el pueblo entusiasmado, tomóle en sus brazos y lo condujo en alas de la mas cumplida ovacion á su casa, en cuya puerta le esperaba Pedro Lopez de Padilla que estrechándole en sus brazos, le dijo: «Juan, has hablado como un noble digno de una estirpe como la tuya, pero temo mucho que el rey nuestro señor te ha de pagar malísimamente el servicio que acabas de prestarle» y asi fué la verdad, porque el enojo de Xevre al saber el triste

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resultado de su medida se aumentó notablemente, y merced á la consideracion que su hermano D. García gozaba en la corte, se libró Padilla de todo castigo.

Se habian reunido Córtes en Valladolid para jurar al rey y en ellas fué donde se desarrolló el espíritu popular, tomando parte mas activa el estamento de procuradores y adquiriendo una importancia que no habian tenido hasta entonces, reducidas al mero estado de asambleas que se reunian cerca de la persona del rey para aconsejarle ó para arreglar con él algunos negocios importantes, otorgarle subsidios y sancionar sus actos públicos, asi que juraban al heredero de la corona, y le proclamaban rey; pero en las de Valladolid las discusiones fueron mas animadas; acordaron no prestar juramento interin el rey no lo hiciera, prometiendo otorgar lo dispuesto en las Córtes de Burgos celebradas el 1511 en que se estableció se mantuviese encabezado el reino hasta que se pudiese poner pują al arriendo de las rentas y protestar de la entrada que se habia dado en las sesiones á estranjeros: mucho trabajarou los cortesanos para ganarse las voluntades de los procuradores mas entusiastas, y en particular la del doctor Zamel, diputado por Burgos; firmes en sus demandas, obligaron á ceder á sus contrarios y el monarca escluyó de aquel sitio á los estranjeros y prestó el siguiente juramento redactrdo en esta forma: »Que vuestra Alteza como rey que es de estos reinos de Castilla é de Leon y de Granada, juntamente con la muy alta é muy poderosa reina Doña Juana nuestra señora é vuestra madre jura á Dios y á los santos evangelios que toca con su mano derecha corporalmente é promete por su fé y palabra real á las ciudades y villas y lugares, en cuyo nombre los procuradores que aqui estan presentes son venidos á estas Córtes y á las otras ciudades y villas y lugares que representan estos reinos, como si á cada uno de ellos en particular fuesen nombrados que tendrá y guardará el patrimonio real de estos reinos é sus señoríos, que no enagenará las ciudades y villas y lugares ni los términos, ni jurisdicciones ni rentas ni pechos ni derechos ni cosa alguna de ellos ni otra cosa alguna de lo que pertenece al patrimonio y á la corona real y hoy dia tiene y posee y le pertenece y pertenecer puede de aqui adelante; y si lo enagenase que la tal enagenacion sea nula y de ningun valor ni efecto, y que por la merced de lo que ansi hiciese y de lo que ansi enagenase no adquerirá derecho ni posesion la persona á quien hiciere la tal merced ó enagenacion, v que guardará las leyes y fueros de estos reinos, especialmente la ley de Valladolid que cerca de

esto dispone, en cuanto la dicha ley disponia en favor de este auto y contrato y juramento; y que conforme à las dichas ciudades y villas y lugares, y provincias y á cada una de ellas, las libertades y privilegios y franquezas y cartas y exenciones, ansí sobre su conservacion en el patrimonio real como en las otras cosas en los sus privilegios contenidas y ansí mismo las ordenanzas y buenos usos y costumbres y propios y rentas y términos y jurisdicciones que tienen y poseen y han tenido y poseido y que no se los quebrantará ni quitará ni disminuirá por sí ni por real mandado ni en otra forma ninguna agora ni en algun tiempo ni por ninguna razon ni causa que le mueva. Ansí Dios le ayude y aquellos santos evangelios. (1)

Cumplido tan sagrado acto presentaron las Córtes al monarca una interesante esposicion en 74 artículos á cual mas notables, donde se dejan ver ideas mas avanzadas que muchas de las que tanto se ha hablado en el dia, haciéndonos deducir tristes consecuencias al considerar lo poco que hemos adelantado tras tantos años de fatales esperiencias. En los mas principales se pedia: que no se obligase á nadie a tomar bulas: que no se legasen mas bienes raices á iglesias, monasterios, hospitales y cofradias: que en lo sucesivo no se diese nada á estranjeros: que se cobrasen las alcabalas por las justicias reales, y no por comisionados; que los inquisidores fuesen hombres de buena fama y de conciencia; que se conservasen las leyes, pragmáticas y privilegios sin imponer contribuciones; que no se diesen sobrevivencias de empleos; que mandase visitar los tribunales, y que el nuevo arzobispo de Toledo Guillermo de Croy viniese á España á disfrutar en ella de sus rentas. Las córtes concedieron al rey seiscientos mil escudos pagados en tres años, y doscientos mil las de Aragon, como donativo gratuito, no sin que antes la sangre hubiera corrido en las calles de Zaragoza donde al juramento se oponia el mismo obstáculo de vivir la reina madre. En Cataluña y Valencia se encresparon mas los ánimos, si bien se allanaron luego merced á grandes promesas.

No contentos aun los flamencos con el dinero que habian sacado legalmente, trataron en secreto con los arrendadores de aumentar los tributos para suplir, segun ellos decian, la escasez en que se hallaba el erario. Descubierto el caso por algunos ciudadanos de Se

(1) Estracto de un traslado auténtico del juramento que los procuradores á córtes tomaron en Valladolid al emperador Cárlos V. copiado de un manuscrito de la academia de la historia que parece sacada del archivo del ayuntamiento de Madrid,

govia, lo participaron á casi todas las ciudades para que nombrasen diputados pidiendo la remision de tan onerosas cargas, lo que atajó el rey prohibiendo severamente que nadie viniese á hablarle por aquella causa. ¿Qué le importaban á Padilla los edictos y las cédulas reales si con ellas se labraba la ruina del pais que él trataba defender á costa de su sangre? Lejos de acatar cuanto se habia prevenido pronuncia un elocuente y entusiasta discurso en el consejo, logrando nombrar dos comisionados que se pusieron en marcha para Cataluña llegando á Barcelona. Admitióles airado el Rey, que remitió al canciller Gatinara, al cual espusieron que no debia el rey abandonar España sin que dejase arregladas todas las cosas; que no diese lugar á que los que estaban oprimidos de tributos sufriesen otros nuevos, y que cumpliera lo jurado en Valladolid. El canciller les respondió duramente, tratándoles como rebeldes, y sin darles contestacion alguna, de que despechados y llenos de cólera se volvieron á Toledo. «Ya veis, señores, dijo Padilla, como han sido tratados >>nuestros conciudadanos; la codicia flamenca ha encallecido el co>>razon del monarca, que decretaria sin compasion nuestra muerte, >>si esta pudiera enriquecerles : no se cansan de inventar medios para >>arrebatarnos el sustento; y nosotros, hijos de tan ilustres guerre>>ros, conquistadores de tantos paises y naciones, hemos de tolerar »que nuestra sangre sea agotada por las sanguijuelas de la córte »>y que nuestras súplicas desatendidas, sean escuchadas tan solo por «depravados palaciegos, estraños á nuestras necesidades y costum>>bres: nuestra debilidad los ha hecho dueños y señores del poder y >>la riqueza; y nuestro amilanamiento nos esclavizará para siem»pre.» Fueron en su consecuencia nombrados nuevos diputados que pasaron á Valladolid, á donde el rey habia llegado en su tránsito para Galicia, donde iba á embarcarse hácia Alemania, Los generales clamores que se alzaban de todo el reino con esta partida, obligaron á Cárlos á convocar Córtes, fijando su reunion en la Coruña, lo que dió márgen á estrañas conjeturas y sospechas, si bien se adivinó prontamente haberlo hecho Xevre con la intencion de estar cercano á la costa y poder huir prontamente viéndose objeto del ódio y animadversion pública.

Los comisionados por Toledo no pudieron ver al rey en Valladolid por mas que trabajaron, consiguiendo solo que en Tordesillas serian atendidos, donde fué aquel á visitar á la reina Doña Jnana su madre; y llegado á aquel punto se enojó Cárlos con su peticion despidién– dolos ásperamente. No por eso desmayaron, alentados por las car

tas que les enviaba Padilla, amonestándoles no ceder por más afrentas y trabajos que sufrieran, siguieron al rey en su viaje, y ora en Santiago, donde empezaron las sesiones, ora en la Coruña donde fueron trasladadas, insistieron en su propósito, y en particular don Pedro Laso de la Vega, que dijo: «Nada concederia que le estuviese prohibido por sus conciudadanos:» por el contrario rogaba y suplicaba encarecidamente al rey no abandonase á España, que no estaba acostumbrada á obedecer mas que al monarca; mas si no les atendia, tal vez consiguiendo un imperio, pondria a otró mas rico en peligro de perderse, y que de ningun modo convenia que tantos y tan dilatados reinos, tantas ciudades en estremo fieles, fuesen cargadas con nuevas exacciones, principalmente cuando se las abando naba y obligaba á obedecer á un hombre que no era el rey.

Tan atrevido lenguaje exasperó á Cárlos que necesitaba dinero para su viaje, y asi lo habia pedido, desterrando á los comisionados toledanos; y como entendiese que Juan Padilla era el alma de aquella oposicion, lo mandó llamar juntamente con dos regidores de los mas entusiastas, enviando en su lugar otros menos contrarios á los deseos de la córte: pero no bien en Toledo se supo que el corregidor había recibido la cédula al efecto, se reunió el puoblo impidiendo segun ya hemos visto, tuviese cumplida ejecucion. Depositado PadiHla en la iglesia mayor con los demas regidores, trató de aprovechar aquel movimiento combatiendo en defensa de los derechos y de las libertades nacionales; y al efecto reunidos á sus órdenes mas de doce mil paisanos faltos de armas, escasos de instruccion, pero llenos de valor y amantes de su patria, atacó la puerta de Visagra tomándola con poca resistencia, asi como tambien la del Cambron, siendo mas sostenida y tenaz la lucha en la de Alcántara, que defendia Miguel de Hita, cediéndola solo en virtud de órden superior. El Alcázar se entregó á breves instantes, y toda la poblacion pudo descansar tranquila bajo el amparo de un nuevo régimen, lleno de glorias, de felicidad, y mas en armonía con su heroismo y su esfuerzo. El corregidor que primero habia accedido al gobierno establecido, abandonó luego la ciudad, y libres ya sus habitantes de toda autoridad estraña, nombraron funcionarios sin que una nave de desórdenes ni desmanes empañase el hermoso sol de la libertad: ni corrió la sangre, ni hubo el mas pequeño alboroto, lo cual prueba la sensatez y buen órden con que condujo siempre Padilla los sucesos. Cabeza de un partido que celoso de sus fueros y libertades, se oponia á las demasías de un ministro ambicioso que se afanaba por re

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