Imágenes de páginas
PDF
EPUB

meros, cien mil los segundos y doscientos mil los terceros, ninguna justicia se las pueda tomar ni vender.

é que

Revocacion de oficios. Que el rey quite los oficios, beneficios, dignidades y encomiendas é fortalezas, que estan dadas á personas no nacidas y bautizadas en este reino.

Ordenacion de gente. Que en cada obispado haya un libro donde se asienten todas las ciudades, fortalezas, villas, lugares é rentas de él, todos los vecinos de cada lugar, los que tienen sus aldeas, cuantos son hidalgos y cuantos pecheros con sus oficios y sus rentas para que las personas que nombren los alcaldes para recaudarlas lo hagan con esactitud.

Bulas. Que lo que de ellas se sacare se gaste en la guerra contra los moros ó en redencion de cautivos solamente y no en ninguna otra cosa.

Guerra. Que cada y cuando el rey quisiera hacer guerra llame á cortes á los procuradores, é á ellos é á los del consejo diga la causa de la guerra para que ellos vean si es justa ó voluntaria, é si fuere justa vea la gente que para ello ha menester, é tomen las cuentas de las rentas é sepan si hay con que pagarla, é provean lo que fuere menester para ello, segun la necesidad de la guerra é del tiempo, é que sin su voluntad no puede el rey hacer guerra ninguna.

Juramentos. Que cada é cuando alguno hubiese de suceder en el reino, antes que sea rescibido por rey, jure de cumplir y guardar estos capítulos, y confiese que recibe el reino con estas condiciones, é que si fuere contra ellas que los del reino se lo puedan con. tradecir é defender sin caer por ello en pena de aleve ni traicion, que ningun alcaide le entregue fortaleza alguna sin que le muestre por testimonio como ha jurado estas condiciones ante los procuradores del reino, é que si uno de los mismos procuradores vaya é se lo diga en persona como lo ha jurado, é que asimismo jure de guardar todas las ciudades é villas de la corona, é que lo jure antes que sea rescibido por rey.

Satisfecho ya el primer deseo de Padilla con éxito tan satisfactorio, no vaciló un instante en llevar a cabo el segundo, cual era apoderarse de la reina Doña Juana, y á su lado dar mayor prestigio á su causa, y una sancion mas cumplida á los pueblos de la empresa que habian comenzado; él conoció que cuanto habian hecho no era suficiente á asegurar el triunfo, que faltaba un poder ante el cual se acatasen todos sin bastardas envidias ni mezquinas am

biciones. Esta ciega obediencia faltó á lós comuneros, siendo causa de su ruina: sobrados elementos contaba en su seno para una insurreccion en toda regla; no era una llamarada que se apaga pronto; el fuego lüengos años comprimido se alzaba en formidable hoguera, pero faltó un director en lo politico y en lo militar. Padilla debió serlo, habia adquirido ideas de Libertad é Independencia, principios atrevidos de gobierno y estension de miras políticas, á las que los ingleses no llegaron sino despues de un siglo, como dice muy bien un imparcial historiador (1); su objeto fué alcanzar la reforma de muchos abusos y cimentar la libertad pública sobre una base sólida, asunto digno de todo el celo que puso en llevarlo adeante, y de ningun modo el interés mezquino de mandar, sino el amor á su patria, el deseo de conservar los fueros de la nobleza, y el ansia de que no sufriese menoscabo la libertad del pueblo. (2)

[ocr errors]

Padilla dió cuenta á la junta santa de la determinacion que habia tomado; puso el ejército en forma, y cargando los dos tiros gruesos llegó á Tordesillas, haciendo alto en sus afueras, desde donde hizo saber su venida á S. A. y á los de la villa. Mandóle la reina que entrase, y que le saliesen á recibir, como al efecto lo hicieron los vecinos, á cuya vista mandó disparar al aire los dos tiros con mucho ruido de voces y trompetas, haciendo luego su entrada con el mayor aplauso que se puede pensar. Padilla, sin detenerse un punto se encaminó á Palacio, y obtenida audiencia fué recibido por la reina que con el mejor agrado y afabilidad le preguntó quién era.

->>Mi nombre, la dijo, és Juan Padilla; fué mi padre Pero Lopez de Padilla, capitan general que ha sido en Castilla, sirviendo á la esclarecida reina vuestra madre Doña Isabel, y yo lo soy de la gente de Toledo que viene à serviros, pidiendo os sirvais poner remedio á los muchos inales que afligen la nacion y el estado. Señora, despues que el rey católico vuestro padre ha fallecido, no ha habido ni hay en estos reinos sino abundancia de daños, calamidades y disenciones por falta de un gobernador justo, íntegro y fiel observante de las leyes, pues aunque el poderoso é ilustre D. Cárlos vuestro hijo se ha encargado del mando, no ha gobernado él sino su desgraciada corte compuesta de estranjeros que han comerciado con

(1) Robortson, historia del reinado del Emperador Cárlos V.

(2) Maldonado, en su movimiento de España, ó historia de la revolucion.

nuestras vidas y nuestras haciendas: el pais está exánime, y si no se acude presto á su remedio, su aniquilamiento y destruccion es segura. Por tanto, yo con la gente de Toledo he venido para servir y obedecer lo que mandeis, estando dispuesto á morir en vuestro servicio. »

Escuchóle la reina con la mayor atencion, y para fortuna de Padilla la encontró en uno de esos lucidos instantes que tuvo, en los que hizo dudar de si la fuerza la retenia en el cláustro ó la pérdida de la razon, porque le contestó al momento.

-Diez y seis años ha que estoy encerrada en esta cámara sin ver mas personas que en algo entiendan, que al marqués de Denia, el cual me ha pintado el estado del pueblo de una manera muy distinta que vos lo haceis; y asi no es estraño me maraville mucho de oir tales cosas: y si yo hubiera sabido la muerte del rey mi padre, hubiera salido de aqui á remediar algo de estos males; pláceme que vos me hayais hecho sabedora de ello: idos ahora, que yo os mando tengais el cargo y useis el oficio de capitan general en el reino, poniendo todo recado en las cosas que sean necesarias hasta que yo pro

-vea otra cosa.»

Retirada la reina á su retrete, volvió á su alojamiento Juan Padilla rodeado de numeroso acompañamiento, y entre el entusiasmo mas cumplido por la merced que la reina le habia hecho, y el buen deseo que la animaba por su causa, que con este suceso tomó un grande incremento. Fue un rasgo de habilidad en los comuneros el haberse apoderado de la reina Doña Juana, que era la propietaria y cabeza de partido para los descontentos con el emperador, á quien no querian conceder el título de rey en vida de su madre, dice un célebre escritor de nuestros dias (1): y con efecto cuando al siguiente dia volvió Padilla á palacio, dijo la reina que puesto que la poca edad de su hijo habia puesto al reino al borde del precipicio, á ella tocaba repararlo en uuion con la junta de Avila, á quien ordenaba viniese á Tordesillas, asi como á los procuradores que asistieron á las cortes de la Coruña para responder de cuantos cargos se les hicieren. Reunida la junta en Tordesillas, y al lado de Doña Juana, pudo ya sin tropiezo ni vacilacion alguna dirigir y asegurar el alza

(1) D. Evaristo S. Mignel, historia de Felipe II.

miento que desde entonces miraron las ciudades y villas como justo y santo. Despachóse una carta para los de Valladolid en que se les mandaba llevar preso al consejo con el sello real, mas no encontrando todo el apoyo necesario, el comisionado de los comuneros hubo de volverse, y entonces se encargó la empresa á Padilla conociendo lo importante que era asegurarse de los que ejercian la soberanía en nombre del emperador, y al efecto con mil quinientos hombres ejecutó el mandato sin que se derramara sangre ni hubiese el menor desórden; todo al contrario, el cardenal Adriano fué tratado con dignidad y decoro, y los doctores Beltran, Tello y Cornejo y el Licenciado Herrera, alcalde, fueron conducidos á Tordesillas con todos los miramientos y respetos debidos á su clase, con toda la caballerosidad y buena fé que encerraba el corazon de Padilla, buena fé que costó cara, pues aun cuando Adriano era inepto para el gobierno, tenia sobrada representacion, y cuando escapado de Toledo se retiró á Medina de Rioseco, se agruparon á su alrededor todos los realistas con todas las fuerzas que pudieron. Dueños ya los comuneros de toda la potestad real acordaron de escribir una carta al emperador en que le manifestaban sus agravios y las condiciones con que volverian á la obediencia; no eran estas otras que las que siempre habian manifestado. Que volviese pronto de Alemania. Que no trajera estranjeros, y que no se cacara dinero; pero Carlos no quiso oir sus pretensiones, prohibió fuesen admitidos á su presenaia, y mandó á los regentes nnevos poderes para que obrasen con energia.

En su consecuencia la guerra civil fue proclamada con todos sus horrores y su sangrienta faz, Era preciso por lo tanto que la junta acordase un plan estable y decisivo: cesan de obrar por si cada una de las ciudades en lo tocante á la milicia,se hacia necesario un gefe militar, y Padilla se abstenia de indicarlo, pues conociendo que los votos del pueblo estaban por su parte, era pecar de ambicioso el pedirlo. Sin embargo nadie como él lo merecia porque era el alma de aquella guerra, habia comenzado el movimiento en Toledo, vencido á Ronquillo, apoderándose de doña Juana, aprendido á los del consejo, y estimulado á todos á no desmayar. La junta no lo comprendió asi, quiso halagar á la nobleza qne en gran número desertaba, y nombró por general en gefe á D. Pedro Giron, y por segundos á D. Pedro Laso de la Vega, Diego Guzman, Fernando Ulloa y Gonzalo Guzman. Algunos historiadores han dicho que Padilla al saber tal nombramiento, despechado, se retiró á Toledo; séanos permitido asegurar

300

la falsedad de tal asercion. Si Padilla marchó con efecto á Toledo dos dias despues de este suceso, fué porque recibió aviso de una grave cuanto repentina enfermedad de su noble esposa á quien amaba en estremo, como asegura Robertson, escritor estrangero, y por lo tanto lejos de la dependencia real que han estado cuantos escribieron hasta nuestros dias acerca de las comunidades, y en comprobacion de este aserto consultando el órden cronológico de la historia, vemos que á los dos dias de su llegada á Toledo, sale con bastante gente á reunirse al resto del ejército; si la envidia le hubiera dominado, dejára á los comuneros abandonados á su suerte: no sucedió asi, lo que nos da prueba plenamente de que cumplido el doloroso deber de enterarse de la salud de doña Maria, abandonó sin tardanza su ciudad natal á proseguir la liberal empresa desinteresada y sinceramente.

III.

Los comuneros habian conseguido ya la parte mas principal éinteresante de toda revolucion, cual es constituirse y triunfar; restaba solo aficionarse sólidamente y saberse aprovechar de la victoria, y esto último fué lo que descuidaron embriagados con la aurora de bienandanza que los sonreia no bien recobraron las preseas, los altos timbres de la nacion qne un jóven monarca abandonara á la rapaz codicia de una córte prostituida y estranjera, sus muchas pretensiones todas justas à la verdad, pero que debieron haberse espuesto gradualmente, alarmaron á los nobles y les hicieron retraerse de un partido que amenazaba con sus derechos de igualdad arrebatarles sus inmunidades y privilegios y cercenar su poderío, creyendo que el ünico medio de acallar las ambiciones que se levantaban era nombrar á Giron por general, cometió una notable falta tanto mayor cuanto que la retirada de Medina de Rioseco puede decirse que fué la avanzada de la derrota de Villalar. Gran parte de los soldados flojearon al saber tal nombramiento, porque acostumbrados á vencer con Padilla valerosa y lealmente, obteniendo de su mano recompensas que los estimulaban, no podian acostumbrarse á la altanería Ꭹ al descuido de su nuevo gefe. Las gentes de Toledo volaron á su país, y ciertamente Padilla, el centinela de sus derechos, el defensor de su independencia, la primer columna de la libertad,

« AnteriorContinuar »