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haber triunfado en Zornoza, en Espinosa, en Burgos y en Tudela, efectua no sin peligro el paso de los puertos de Somosierra, y llega triunfante á la vista de Madrid.

Era el dia 2 de diciembre. Creia Napoleon que su presencia bastaria para que se le abriesen inmediatamente las puertas de la capital de la Monarquía; mas no fué así, aunque solo se hallaban dentro de Madrid algunas compañías de tropa; armóse en gran número el paisanaje, y se preparó para una resistencia heróica. En la tarde del 2 tuvo lugar algun tiroteo insignificante, y solo el 3 se dió el ataque decisivo, logrando el enemigo apoderarse del importante punto del Retiro. La ruina de la capital era inevitable; no podian acudir en su defensa gran número de tropas españolas, y fué forzoso capitular (33).

Entonces Napoleon publicó varios decretos de reformas, que en otras circunstancias, y viniendo de otras manos hubieran sido muy bien recibidos, pero que en boca de un usurpador lograron solo escitar mas y mas la indignacion pública. No estaba aun tranquilo el Emperador; veia que en España la ocupacion de Madrid no era como en Austria la ocupacion de Viena, y en Prusia la de Berlin: la España no seguia la suerte de la capital. Además, subsistia aun intacto el ejército inglés que se habia hecho fuerte en Galicia, y amenazaba reunir varias divisiones españolas, y hacer frente con ventaja á los Imperiales. Pronto salió el Emperador á dirigir las nuevas operaciones, y en pocos dias se obligó los Ingleses á reembarcarse, y se derramó el ejército francés por toda la Península.

En esta coyuntura, recibe Napoleon las mas alarmantes noticias relativas á los movimientos militares del Austria. Dotado de un genio activo y estraordinario, conoce al momento su posicion, y parte para Paris abandonando esa España que le ofrecia grandes peligros y muy poca gloria, por esos campos del Austria donde tantas veces habia triunfado, y donde debia aterrar de nuevo á sus infatigables enemigos.

Quedó José en la Península, dueño de ella en apariencia, pero en realidad rodeado de enemigos que hormigueaban de todas partes; en vano con su natural dulzura pensó atraerse el afecto de los Españoles, en vano se entregaba públicamente á actos solemnes de devocion, en vano daba muestras de que

TOMO X.

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1809.

rer ampliar las reformas principiadas por Cárlos III: la nacion le aborrecia y reputaba astucia y fingimiento todos sus actos.

Capitulo vu.

Principios del año 1809. Retirada de la Junta central á Sevilla. Segundo sitio de Zaragoza. Sitio de Gerona.

A principios del año 1809 todas las ventajas se presentaban de parte de los Franceses, y parecia imposible que nuestras tropas, aun con el auxilio de los Ingleses, pudiesen resistir por mas tiempo.

A últimos del año anterior se retiró á Sevilla la junta Central como punto mas distante del teatro de las operaciones, y de mas difícil acceso por las escabrosidades de Sierra Morena, y desde allí preparaba nuevos medios de resistencia con el auxilio que la prestaban en general todos los pueblos.

Estos estaban cada dia mas entusiasmados por la santa causa de la independencia, y mucho mas viendo la tendencia general á restablecer las antiguas leyes de España tan favorables para el pueblo, y que sin causa justa fueron desconocidas y derogadas desde Cárlos I hasta nuestros dias.

Por este tiempo el acontecimiento que hizo mas eco en la Península fué la memorable defensa de Zaragoza en su segundo sitio. Acometióla un formidable ejército de cuarenta mil hombres con un tren inmenso; pero perecian á millares los Franceses que se acercaban á sus muros, sin que bastase á hacerles vencer los obstáculos el ejemplo de sus mas distinguidos generales. Sucediéronse unos gefes á otros para vencer una resistencia tan tenaz é inaudita, y vino al fin el célebre mariscal Lannes á dirigir el sitio, ó por mejor decir, la espantosa carnicería. Apoderáronse los Franceses, despues de increible estrago de todas las obras esteriores; pero entonces principió la nueva lucha, la resistencia de casa á casa, de puerta á puerta y el combate de hombre á hombre: tanto denuedo y encarnizamiento asombrarán un dia á las generaciones venideras, y se reputarán acaso hechos fabulosos. Abierta ya la trinchera, tuvo el enemigo que emplear veinte y nueve dias

para poder entrar en la plaza, y luego veinte y tres para ir ganando palmo á palmo el terreno dentro de la misma poblacion. Llovian todos los medios de destruccion sobre la desgraciada Zaragoza, veia incendiados barrios enteros, arruinarse sus casas, desmoronarse sus edificios públicos, caer enfermos mas de trece mil habitantes, y perecer con gloria mas de veinte mil; pero el incendio servia de parapeto, las mismas ruinas eran defendidas con teson, y cuando perecia en la demanda el padre, acudia al momento el hijo á empuñar las armas que caian de las manos de aquel. Al fin triunfó Lannes despues de haber perdido la mitad de su ejército, pero por trofeo halló solamente escombros: Zaragoza capituló con honor (34) el dia 20 de febrero de 1809.

Desvelábase la junta Central para concentrar los comunes esfuerzos de los Españoles, y logró en breve ver cubierta de guerrillas y de tropas regulares la espaciosa haz de la España. Las guerrillas solo son posibles cuando se sostiene una guerra popular; si los pueblos las apoyan son indestructibles, y si quisiesen sostenerse contra la voluntad de las poblaciones, en un dia serian destruidas: cuando se hace la guerra de gobierno á gobierno, las guerrillas son un hecho imposible, porque su carácter es esencialmente nacional. Por el contrario, cuando la nacion es la que hace la guerra, las guerrillas, los somatenes se levantan por sí mismos, se sostienen por sus propios esfuerzos, obran con toda independencia, y solo así es como triunfan, porque apartándose de su carácter, de su institucion, entran en las eventualidades de la guerra. Así fué como los grandes ejércitos españoles eran derrotados casi siempre y las guerrillas lograban su objeto en todas partes y no pudieron ser destruidas nunca. Dióse desarrollo á ellas en cuanto fué dable, y al propio tiempo se crearon numerosos ejércitos para hacer frente á los de José Napoleon: uno estaba destinado á obrar en Cataluña, otro en las Castillas, Aragon y Valencia, otro en Murcia y Granada, otro en Andalucía, Navarra y las provincias Vascongadas, otro en Leon, y los demas en Estremadura y en Asturias. Además de estos ejércitos conocidos con los nombres del de la derecha, del de la izquierda, del centro y de la reserva, habia otros tales como el Anglohispano, el Anglo-lusitano y el Anglo-hispano-lusitano. A

pesar de esto, era imposible que en dos dias se formasen generales capaces de resistir á la táctica superior de los caudillos de Napoleon; así que no es estraño que á pesar del valor y sufrimiento del soldado español, llevasen no pocas veces lo peor nuestros mas brillantes ejércitos. El Duque de Istria ganó el 13 de enero la batalla de Eucles, el general Víctor derrotó en Medellin al ejército de Estremadura, Suchet deshizo al ejército Anglo-hispano, y poco despues en Alcabon fué desecho tambien y dispersado el ejército Anglo-hispano-lusitano. Estos descalabros dieron á conocer que el alma principal de la resistencia contra los Franceses consistia en las guerrillas, y que á su aumento y desarrollo debia dirigirse todo el conato de las autoridades, como así se hizo en efecto.

En medio de esto, empezaba á conocerse el verdadero carácter de la revolucion del año 1808, y á tratarse de que medios podia echarse mano para aumentar si posible fuese el entusiasmo y para sostenerle. Sabido era cuanto se habian mudado las instituciones de la Monarquía española de tres siglos acá, sin que pudiese alegarse una causa justa de esta mudanza, ni achacarse mas que á usurpaciones lentas lo que habia adelantado el poder absoluto á espensas de los privilegios de los Comunes y de los demas poderes del estado. ¿No merecia ser consultada como antiguamente en los casos arduos esa nacion que con tanto denuedo defendia su independencia y su carácter? Habia declinado tanto de su primitivo lustre y valía ese pueblo español que con tanta arrogancia estuvo siempre en posesion de sus derechos? Además, abandonada la España á sus esfuerzos, ¿quien podia titularse verdadero árbitro de sus destinos, y con poder para dirigirla, si ya no era una representacion nacional, elegida por el pueblo mismo? Tomando la junta Central en cuenta estas poderosas razones dió su decreto de 22 de mayo sobre el restablecimiento de la representacion legal de la Monarquía (35).

Ciertamente que merecia ser representado debidamente un pueblo que con tanto denuedo resistia á los usurpadores. Ya hemos hablado de la defensa de Zaragoza, que llenó de asombro á los mismos enemigos á quienes tanta sangre hizo verter: ahora se nos presenta otra Zaragoza, no menos ilustre que la primera hablamos de la inmortal Gerona.

la

No reputaban los Franceses muy importante la plaza de Gerona á principios del año 1808, pues de otro modo hubieran podido apoderarse fácilmente de ella; pero cuando conocieron su error era ya tarde, y la victoria debia costarles mucha sangre é innumerables víctimas. La gloria de la resistencia de Gerona no se debe únicamente á su digno gobernador Don Mariano Alvarez, débese sí al entusiasmo de toda la poblacion al ardor increible con que los ancianos, los jóvenes y las mujeres mismas presentaban sus pechos para oponerlos á las baterías francesas; débese á la constancia incomparable de un pueblo que supo resistir al hambre y á todos los horrores de guerra para hacer verá los Franceses que no por haber vencido á los ilustres Zaragozanos debian reputar domada toda resistencia en otros pueblos. Todos los habitantes juraron morir ó vencer antes que rendirse. Llovian las bombas y granadas sobre la ciudad; establecidas las baterías enemigas junto á las mismas murallas vomitaban sin cesar la muerte y la destruccion, y en pocos dias abrieron grandes brechas en las débiles murallas. Pero esas mismas brechas en vez de servir para dar entrada al enemigo, servian para dar salida á los sitiados, para que se arrojasen con encarnizamiento sobre la línea enemiga y para que pudiesen clavar los cañones de sus baterías. Diariamente llegaban tropas de refuerzo á los Franceses y siempre eran escarmentados. En vano con el ardor propio de las huestes de Napoleon subian con denuedo á las brechas y clavaban entre las ruinas algunas águilas imperiales, pues volvian de nuevo á la carga los habitantes, caian sobre los sitiadores con ímpetu irresistible, los dispersaban, los acompañaban hasta su mismo campo, y no se retiraban nunca sin algun trofeo. Habíase enarbolado la bandera negra, habíase jurado morir antes que proferir la voz de capitular ó de rendirse, y todos estaban prontos á cumplir su juramento. Una poblacion que segun el moderno sistema de acometida de plazas no podia resistir diez dias, se defendió denodadamente por espacio de siete meses, y solo cuando toda la ciudad estaba llena de escombros y ruinas, solo cuando habian perecido casi todos los defensores, cuando el hambre, que venció á los mismos Numantinos, hacia estragos horrorosos en la poblacion, entonces se capituló, entonces se cedier on al enemigo algunos estadíos de tierra cu

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