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de los hubiere, y las audiencias, intendentes y demas tribunales de justicia en la administracion de ella; y en lo político y gubernativo los ayuntamientos de los pueblos segun de presente están, y entretanto que se establece lo que convenga guardarse, hasta que, oidas las Córtes que llamaré, se asiente el órden estable de esta parte del gobierno del reino. Y desde el dia en que este mi decreto se publique, y fuere comunicado al presidente que á la sazon lo sea de las Córtes que actualmente se hallan abiertas, cesarán estas en sus sesiones; y sus actas y las de las anteriores, y cuantos espedientes hubiere en su archivo y secretaría, ó en poder de cualesquiera individuos, se recojan por la persona encargada de la ejecucion de este mi Real decreto, y se depositen por ahora en la casa de ayuntamiento de la villa de Madrid, cerrando y sellando la pieza donde se coloquen: los libros de su biblioteca se pasarán á la Real; y á cualquiera que tratare de impedir la ejecucion de esta parte de mi Real decreto, de cualquier modo que lo haga, igualmente le declaro reo de lesa majestad, y que como á tal se le imponga la pena de la vida. Y desde aquel dia cesará en todos los juzgados del reino el procedimiento de cualquier causa que se halle pendiente por infraccion de Constitucion; y los que por tales causas se halla ren presos, ó de cualquier modo arrestados, no habiendo otro motivo justo segun las leyes, sean inmediatamente puestos en libertad. Que así es mi volun. tad, por exigirlo todo así el bien y la felicidad de la nacion.— Dado en Valencia á 4 de mayo de 1814.-Yo el Rey.-Como secretario del Rey con ejercicio de decretos, y habilitado especialmente para este.-Pedro de Macanaz.>>

Despues de haber publicado S. M. este decreto, nombró un ministerio y se dirigió á Madrid. Salieron á recibirle algunos comisionados de las Córtes, pero se negó á recibirlos. Adelantóse hacia la capital, habiendo primero dado el mando de la capitanía general de Castilla la Nueva á Don Francisco Eguia. El dia 10 de mayo se publicó en Madrid el decreto que antecede, y se disolvieron las Córtes. Desde entonces empezaron á ser perseguidos todos cuantos pertenecian al sistema constitucional, y entretanto se dirigieron todas las fuerzas del ejército contra la Francia. Los ejércitos aliados lograron por último triunfar del poder colosal de Napoleon. Sentóse en el trono

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de Francia Luis XVIII, hermano del que tan desgraciadamente habia perecido en los dias de efervescencia de la revolucion. El dia 20 de julio de 1814 se firmó en Paris entre el gabinete de Francia y el español y demas aliados un tratado de paz, en que con respecto á la España se decia que las fronteras de ambos reinos debian quedar como existieron en primero de enero de 1792, y al cual se añadieron con respecto á la España los artí. culos adicionales, de los cuales el primero establecia que las propiedades de cualquiera naturaleza que los Españoles poseian en Francia, ó los Franceses en España les serian restituidas en el estado en que se hallaban al momento del secuestro ó de la confiscacion. El desembargo de los secuestros debia estenderse á todas las propiedades que se hallasen en este caso, cualquiera que fuese la época en que hubiesen sido secuestradas. Las discusiones de intereses existentes en aquella época, ó que en lo sucesivo pudiesen existir entre españoles y franceses, ya hubiesen principiado antes de la guerra, ó bien se hubiesen originado despues, debian terminarse por una comision mixta. En el artículo segundo se establecia que cuanto antes fuese posible debia concluirse entre la España y Francia un tratado de comercio, y mientras esto no tuviese efecto debian quedar restablecidas las relaciones comerciales entre ambos pueblos sobre el mismo pie en que se hallaban en el año 1792. Los dos artículos adicionales se ratificaron y firmaron interviniendo como plenipotenciarios el príncipe Talleyrand por parte de los Franceses, y por Don Pedro Labrador por parte de los Españoles. Si hubiese tenido mas teson nuestro gobierno tal vez se hubiera logrado entonces la restitucion de muchos,.si no de todos, los objetos de bellas artes, singularmente de pintura estraidos de España; pero nada se logró en aquellas circunstancias.

La historia no puede pasar en silencio algunos graves desór denes que tuvieron lugar en varios puntos de la Península contra las familias de los que eran reputados adictos á la Francia. En muchos puntos el encono popular llegó hasta á allanar las casas de los que eran tenidos por afrancesados, y unicamente despues de haberse cebado en su propiedad se retiraban los perturbadores. El carácter distintivo de los Españoles es la generosidad para con los vencidos, y por lo mismo todos los

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buenos ciudadanos odiaron estos desórdenes y abominaron á sus autores, que eran cortos en número, y solo pertenecientes á la hez del populacho. El gobierno por su parte para dar á conocer que apreciaba en lo justo los sacrificios de los Españoles, y que estaba con ánimo de castigar á los que se habian entregado al gobierno intruso, señaló mercedes y principalmente creó cruces y medallas de distincion para los primeros, y desterró á la mayor parte de los segundos.

El dia 21 de julio se publicó el decreto de restablecimiento de la inquisicion, mientras se preparaba para el año siguiente el restablecimiento de los jesuitas, que habian sido estinguidos por el digno monarca Cárlos III.

A principios de este año volvió á ser conmovida la Europa de una manera estraordinaria. Napoleon salió de la isla de Elba al frente de un puñado de valientes, y en quince dias se hizo dueño de la Francia entera y reunió un ejército de doscientos mil hombres. Tampoco le favoreció esta vez la fortuna, y en las llanuras de Waterloo la suerte se empeñó contra el vencedor de la Europa, y cuando tenia en favor suyo todas las probabilidades del triunfo, cuando casi habia puesto ya en fuga al ejército inglés, se presentaron en el campo de batalla treinta mil prusianos de refuerzo, y el valor y la pericia militar no pudieron mas contra tan terribles eventualidades. Sucumbió Napoleon para siempre, para ir á perecer al cabo de pocos años, en un peñasco en mitad del vasto Océano, menos grande que su alma. Pero, á lo menos los manes de Napoleon tendrán el consuelo de haberse visto acatados por los mismos pueblos que le hicieron mas cruda guerra, y el tributo de admiracion que le presta la posteridad será algun dia su mayor elogio. La Europa antigua triunfó al fin de la Europa moderna, y los gobiernos se repusieron en el mismo estado, poco mas o menos en que se hallaban antes de la revolucion de 1789. El gabinete español tuvo entonces que resolver una cuestion promovida por los Reyes padres que se habian trasladado á Roma con el infante D. Francisco de Paula, y que deseaban que se les aumentase la pension de ocho millones de reales que les habia señalado Fernando VII. Despues de varias discusiones se convino al fin en fijar en doce millones de reales anuales los alimentos de los reyes padres, en ocho millones de

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