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las mercedes que gozaba la villa ya estableciendo que todos los martes hubiera mercado y que en las dos ferias anuales no se pagaran alcabalas por los pescados frescos y salados, ya dando la exención de huéspedes no estando aquí la persona real, y mucho menos los Reyes Católicos dejaron de intervenir varias veces con sus provisiones y cédulas en asuntos de jurisdicción, sobre todo, descendiendo hasta particularidades muy provechosas al pueblo, como las ordenanzas y arancel de los escribanos de número de la villa.

Doña Juana la loca y su hijo Don Carlos I siguieron la misma tendencia de poner en mejor orden las cosas particulares de la villa, abarcando desde la formación de un organismo destinado á apagar los incendios hasta la aprobación de las famosas ordenanzas para el régimen interior de la villa, docurmento tan buscado por algunos, y que demuestra la atención del concejo en todos los asuntos de abastecimiento de los vecinos, y hasta disponer que Valladolid pudiera nombrar dos procuradores del pueblo como ya tenían otras ciudades.

También se ocupó Don Felipe II de su pueblo natal, y aunque en esta colección no hacemos referencia alguna á aquellas provisiones y cédulas que forman rico cuaderno y demuestran la dirección inmediata que en todo llevaba el monarca, sin contar, como decimos, los documentos que expidió á favor de Valladolid ya en asuntos de abastecimientos de aguas, ya con motivo del incendio del año de 1561 y reedificación de buena parte de la Plaza Mayor y sus proximidades, cuyas últimas provisiones se conservan en el Archivo municipal en curioso libro encuadernado con algún lujo, aún registramos buen número de confirmaciones de antiguos privilegios, y se tienen noticias de dos asuntos que la villa agradeció muchísimo: fué uno la creación en Valladolid de casa de moneda, con el régimen y ordenanzas de otras del reino; fué el otro la conce

sión de titulo de Ciudad á la villa, merced que se pregonó por las calles con gran ceremonia y pompa, y que venía á acrecentar los honrosos calificativos con que la distinguieron reyes anteriores.

Con Don Felipe II se cierra el segundo periodo de mercedes y favores, y empieza para la ciudad otro de decadencia y de desmembración. La permanencia de la corte de Don Felipe III en Valladolid no sirvió más que para darla momentos de fugaz brillantez, pagando la ciudad, en cambio, bien cara cualquier concesión que solicitaba, no sirviendo de nada los sacrificios que hizo para retener la fastuosa corte que con su marcha á Madrid dejó exhautas las arcas del concejo. no escasas de buenas rentas y pingües recursos. Don Felipe IV separó de la jurisdicción de Valladolid la villa de Villanubla; también fué eximida Peñaflor por el mismo rey, aunque no se aprobó la venta, que no hacía la ciudad sino la corona, hasta en tiempos de D. Carlos II. Poco a poco iban desapareciendo los privilegios como fué amortiguándose la excesiva importancia que un día llegara á tener Valladolid, comparada algunas veces con grandes poblaciones extranjeras de renombre general.

Después fueron dados aún más lentamente los documentos reales que hacían alguna gracia. Cuando se daba esta había que arañar las arcas del Ayuntamiento para sacar hasta el polvo de la moneda con que pudiera pagarse á la masa de covachuelitas que no movía los asuntos si la esplendidez no acompañaba á la petición. La complicada administración del Estado lo exigía todo. Los privilegios podían comprarse con dinero, pero no con la lealtad, con el trabajo, con la honradez.

Terminamos este breve apuntamiento sobre los privilegios de Valladolid citando uno concedido á mediados del siglo último (el XIX) por D. Isabel II. Pero ya no se expide el pergamino con el sello de plomo colgante; á pesar de darse en tiempos más

constitucionales no lleva más que dos firmas: la de la reina y la de un ministro, y antiguamente, en tiempos de poder real absoluto confirmaban la merced gran número de personajes, de valía casi siempre; la maravillosa imprenta extiende ahora lo decretado, y reflejo de la voluntad del rey y de su gobierno es la Gaceta de Madrid. En esta vemos que se adorna á nuestra ciudad con el dictado de Heróica, título con que se recompensan y premian los primeros esfuerzos é iniciativas mantenidos en la ciudad, que dieron, una vez generalizados, el triunfo al partido progresista que acaudillaba Espartero.

V

En esta veloz reseña no hemos apuntado más que las principales mercedes que Valladolid gozó; el índice que hemos formado detalla más particularmente cada documento y expresa observaciones y comprobaciones que hemos hecho á la vista de documentos y libros de autoridad.

Hemos tenido en cuenta para redactar el índice, en primer lugar, los ocho legajos de privilegios que se conservan en el Archivo municipal, con los cuales se hallan mezclados ejecutorias obtenidas en pleitos sostenidos ante esta Audiencia y otros documentos, de valor algún día para las arcas municipales, pero escasos hasta de valor histórico hoy. Ya indicamos la situación en que se encuentran actualmente los pergaminos, lo mal tratados que han sido y la desaparición que han sufrido algunos. De mucho provecho nos ha servido también un cuaderno de últimos del siglo XVI que se encuentra en el legajo especial de privilegios y se señala en él con el número 12: se titula dicho libro ó cuaderno Inuentario

General de todos los Priuilegios, cedulas, prouisiones y los demás papeles que hay en el Archiuo desta ciudad de Valladolid, habiendo puesto á contribución la parte calificada de Inventario de los Priuilegios y franquezas de Valladolid que se hallaron en los Archiuos, que se hizo, según nota marginal puesta al principio del mismo, después del año de 1597 y hacia el de 1600, no distinguiéndose en la relación los años de la era del César de los del nacimiento de Jesucristo, sin embargo de tener algún orden y método al reseñar los asuntos; también hemos consultado en el mismo libro las partes destinadas á Inventarios de provisiones y cédulas reales.

Otra relación que nos ha servido de mucho, á pesar del desorden con que en ella están citados los documentos, ha sido la Memoria de los previllegios que tiene esta muy noble Villa de Vallid conzedidos por los rreyes de gloriosa memoria predezesores de la magestad del rrey Don Felipe nuestro señor los cuales estan en el archivo de la Iglesia de san Miguel de esta villa y son los que se siguen mandados asentar en los libros del rregimiento que estan en poder de los secretarios del por el muy magnifico señor Luis Ossorio Corregidor en esta Villa por su M., relación que se encuentra á la cabeza del libro de acuerdos (libro de actas que diríamos hoy) del Ayuntamiento de Valladolid, correspondiente á los años de 1561 á 1568, y que publicó el Sr. Ortega y Rubio en su Historia de Valladolid tomo II, apéndice G, páginas 309 y siguientes.

Tanto en los inventarios de los legajos existentes hoy, como en las relaciones del libro de Inventario general y en esta Memoria de privilegios hemos encontrado no pocas fechas equivocadas y hasta sustituidos los nombres de unos reyes por los de otros, de los otorgantes de las mercedes; pero fácil nos ha sido la comprobación en la mayor parte de los casos, como indicamos en el índice, cuando

ha habido dudas ó errores: la historia general ha venido en nuestro auxilio.

Del mismo modo hemos tenido á la vista unos testimonios de privilegios que se conservan en la Contaduría municipal; pero decayó el interés que en estos documentos teníamos así que observamos lo mal hechas que están las copias y darse las traducciones en castellano, mal obtenidas también, cuando se trascribían del latin, ocurriendo esto precisamente con uno de los más antiguos privilegios de que tenemos noticia.

Por último; han sido seguidas con algún cuidado por nuestra parte las noticias que de los privilegios concedidos dieron en sus historias de la ciudad Don Juan Antolinez de Burgos, en el siglo XVII, y Don Matías Sangrador Vitores y Don Juan Ortega y Rubio, en el siglo XIX. Evidentemente aquel consultó muchos privilegios originales y copió parte de algunos de ellos en su historia; pero fué poco escrupuloso en las comprobaciones de fechas y menos aún en las cópias, de donde siguieron con bastantes errores Sangrador y Ortega, los cuales no debieron examinar los documentos originales, pues de hacerlo ya hubieran adicionado con buen número de ellos las citas que señalan teniendo por guía al primer historiador de la ciudad. Hemos tenido también á la vista el Manual histórico y descriptivo de Valladolid que se publicó en 1861 y las Curiosidades bibliográficas de Valladolid, libro este último formado por Don Gumersindo Marcilla, pero en ambos se sigue á los dos primeros historiadores locales citados y rara vez habremos de referirnos á ellos (1).

(1) Posteriormente á la redacción de estas notas se ha publicado la obra de Don Casimiro González García-Valladolid, titulada Valladolid, sus recuerdos y sus grandezas, en la cual se dá un artículo con el epigrafe: Donaciones, mercedes, privilegios y titulos de Valladolid. En este artículo, como en toda la parte

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