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inundaciones son peligrosas, y para esas debe poner dique la razon á tiempo. Aqui teniamos para defensa robustísima los acusados la seguridad completa, de fácil demostracion en cualquier tiempo, de que el regimiento general del Señorío cumplia fielmente con su obligacion y con no menos fidelidad interpretaba los deseos de los vizcainos.

He reputado funesta desde el primer dia la política llamada con la mayor impropiedad transigente, y la he combatido y combatiré siempre con incansable perseverancia. La política transigente, sea abierta ó embozada, sea clara ú oscura, envuelve á mis ojos contrariedad absoluta con los principios forales de Vizcaya.

Sobre esta materia he discurrido con extension hasta prolija en otros lugares, y seria ahora redundante, por lo tanto, el repetir mis razonamientos; pero no callaré tampoco, que á las clases ó categorías de transigentes en el curso del libro descritas, convendrá añadir la secta ó escuela semi-transigente, asi como en la Iglesia en los tiempos de las grandes heregias hubo además de arrianos y pelagianos, semi-arrianos y semi-pelagianos. Los semi-transigentes no son menos peligrosos, á la verdad, que la secta, matriz ó general con la que tienen afinidad y enlace, porque sirven, en suma, de verdaderos auxiliares que la protegen y ayudan. En cuanto á principios, son sin duda tan inflexibles como los llamados intransigentes; pero en cuanto á reglas de conducta, sin comprometerse en acto alguno que en las filas de la transigencia abierta los coloque, afectan hasta cierto punto separacion ó desvío de los que por distinta senda caminan. Lisonjéales, tal vez, el mostrarse modelos de imparcialidad y templanza, como si fuera obrar con imparcialidad transigir con las consecuencias de los errores, y pudiese equivaler á templanza el contemporizar con los que los cometen. Acaso regulan tambien otras causas su conducta, pero no me son bastante conocidas para que pueda formar juicio alguno sobre su naturaleza.

Ni conceptuo menos funestas las disensiones políticas, que con nombres traidos de allende el Ebro, han separado á los vizcainos en dos ó mas bandos, uniéndolos á la suerte comun de sus compañeros de otras partes. En este concepto he impugnado é impugnaré siempre que haya en nuestra tierra política alguna que no se encamine exclusivamente á la restauracion de nuestras instituciones

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forales. Y no es nuevo, ciertamente, para mi el pensarlo ni el decirlo, séame lícito añadir en este sitio, por via de confirmacion de las opiniones que ahora sostengo. Hace años, cuando empezaba ya á arder el fuego de las últimas discordias civiles en nuestro territorio, pero cuaudo no habian llegado aun á su máximo acrecentamiento, tuve ocasion de encarecer las ventajas de la union vascongada y de nuestro apartamiento la política española. Era el mes de Julio de 1873, en una reunion electoral numerosísima en que se trató de buscar el concurso de todas las personas que se prestáran á la formacion de una candidatura para el ayuntamiento de Bilbao, independiente de los bandos políticos; y no debo olvidar tampoco, que mis palabras encaminadas á la reprobacion del espíritu de partido encontraron en la concurrencia cordial asentimiento y aplauso. Siempre los consejos del amor al pais, el propósito de anteponer su causa privativa á los intereses de los bandos políticos, sonaron gratamente en los oidos de la generalidad de los vascongados, y solo la ofuscacion pasajera de los ánimos pudo ser parte para que olvidáran y desatendieran la defensa incondicional de sus principios seculares.

En el progreso del tiempo fundo nuestras esperanzas en órden á la reparacion deseada por todos los vascongados. Pero ese nuevo reinado de Saturno que esperamos, no nos traerá las virtudes cívicas que nos falten, dado caso que llegásemos á perderlas, sino que antes al contrario habrá de fundarse en la mas necesaria de todas para los pueblos que no quieren corromperse, por completo, cual es, la constancia y firmeza inquebrantable en sus proprósitos. Mente quatit solida. La inconstancia y flaqueza será despues de nuestras disensiones nuestro mayor enemigo. Una gota de agua, que cae incesantemente sobre una piedra la desgasta al cabo. Mucho mas fácilmente habrán de arrancarla de su sitio las corrientes impetuosas que manda el Neptuno de los mares políticos. Sepamos, pues, arrostrar con ánimo sereno los crudos y deshechos temporales que aun nos amenacen, y poniendo nuestra confianza en otra deidad mas benévola, pidámosle su protección eficaz y poderosa, para que logremos aportar á la orilla hospitalaria, empujados del mismo elemento proceloso.

His ego nec metas rerum nec tempora pono.

El pueblo vasco-navarro, bajo los nombres exactos o supositicios de ibero, vascon y cántabro, sin enumerar otros menos genéricos, tiene en verdad larguísima historia. Cuéntasele con razon entre las pocas generaciones prehistóricas de Europa, que han sobrevivido á las vicisitudes de los siglos, y es testimonio vivo de las antiguas trasmigraciones populares, que cambiaron la faz de los territorios en tiempos ya remotos. Sobre su origen, la calidad de su lengua, y su relacion ó parentesco con otros pueblos, han disertado prolijamente los doctos, y es punto que se contravierte á menudo, porque no puede echarse en olvido cuando de los primitivos pobladores de las naciones meridionales se trata. Nadie niega nuestra singularidad histórica; pero es lo cierto que los vascongados, materia de estudio para los arqueólogos é investigadores de antigüedades, no se satisfacen en manera alguna con la gloria que por este concepto les resulta, sino que desean tambien unirla estrechamente con la no menos envidiable de conservar sin mengua sus instituciones políticas. No nos consuela el que nos llamen los aborigenes ó primeros pobladores de España, de la desgracia, que por tal la reputamos hoy, de ser iguales en derechos y deberes á los demás españoles, dado que tal sentencia envuelve la abrogacion de nuestros derechos seculares, y el supuesto necesario de que no sabiamos cumplir con nuestros deberes, en calidad de miembros de la monarquía. Y como en la conservacion de nuestros derechos, y en el cumplimiento de nuestros deberes, hemos puesto el mayor empeño, y cifrado nuestra gloria, al mismo tiempo que en la vetusta ascendencia ibérica; dicho se está que preferiremos continuar siendo iberos como de antiguo, en buena paz y compañia con celtas y romanos, y aun con griegos y cartagineses, si fuere preciso, manteniendo cuidadosamente la facultad de regirnos á nuestra manera, que de padres á hijos se ha trasmitido en esta tierra, segun testimonios históricos, con leves interrupciones, desde el siglo de Estrabon hasta el reinado de D. Alfonso XII. En este sentido pensaron siempre nuestros mayores, y asi pensarán tambien nuestros descendien- . tes, porque no se nota, si va á decir verdad, en los tiempos que corren, circunstancia alguna que pueda ser parte para estimularnos á variar de opinion en asunto que tanto nos importa, y que tenemos bien estudiado, á mayor abundamiento, por medio del exámen comparativo de nuestras instituciones y de las que no se han

arraigado todavia en otras partes. La ley de 21 de Julio de 1876 trastorna nuestra historia antigua y moderna, porque propende á concluir con nuestras tradiciones, desvirtua la originalidad de nuestro pueblo, y'nos convierte en provincias sujetas á un régimen que ni labrará nuestra felicidad, ni contribuirá tampoco á fomentar la ajena. Pónese, pues, ahora á ruda prueba, como ya otras veces se ha visto, la fortaleza del pueblo vascongado; pero tambien, como otras veces, el tiempo acabará por demostrar la sinrazon de ciertos proyectos y la vanidad de algunas medidas que en nuestro daño se expidieron ú ordenaron.

La nacion vizcaina; no se asombre alguno de mis lectores; asi se nos llamaba bajo los reyes absolutos; hoy el absolutismo está en la unidad nacional; fué siempre muy apegada á lo suyo. Llegó un tiempo en que se puso de moda el liberalismo á la francesa, con algunos toques y ribetes de origen británico, y aquella divinidad inconstante y veleidosa, que vence hasta los ánimos mas rebeldes y los obliga á ceñirse al gusto del dia, tambien tuvo en Vizcaya favorecedores que le rindieron homenage, y juzgasen que la constitucion española nos traería un nuevo milenario. Que yo tambien vestí este traje, no hay para que decirlo; la confesion no es vergonzosa; si al censurar los errores ajenos se callaran los propios, tendria poca autoridad la censura. Pero la experiencia, que va siendo ya larga, me ha enseñado que el liberalismo unificador, centralizador y absorvente á que me refiero, no es traje que sienta bien á los cuerpos vizcainos, y que obraremos cuerdamente en dejarle por completo, vistiéndonos algo mas á la usanza antigua de la tierra. No sé si al resto de los españoles sentará mejor el traje susodicho; lo cierto es que se cambia la hechura á menudo; ni estamos tampoco en el caso de dar muchos consejos á los demás cuando no sobra el discurso para nuestra casa, y hace falta que pensemos detenidamente en lo que nos importa. De todos modos, entiendo en cuanto à liberalismo, si he de continuar usando esta palabra, como equivalente á libertad política, que es de mejor ley el foral y vizcaino, que el advenedizo y cosmopolita, avecindado en España, porque me parece que aquellas leyes serán mas provechosas que mas se adapten á la conveniencia de los que las ordenan para sí propios, en cuyo caso no se encuentran, por desgracia, ciertos preceptos legales

que hemos visto ponerse por obra. Podré conceder, y no es poco, que para los vecinos de Castilla se legisle atinadamente del otro lado del Ebro; pero por lo que toca á la nacion vizcaina, asi la llamaré para recordar nuestra calidad antigua, no puedo reconocer, en manera alguna, que acierte nadie con lo que nos conviene mejor que los mismos vizcainos. Opino, por lo tanto, que es mucho mas liberal, generosa y expedita la doctrina que defiende nuestros Fueros que la que los abroga. No basta todo el ingenio del mundo para convencer á los vizcainos que somos hoy tan libres como antes del 21 de Julio de 1876, aun sin referencia á la suspension de los derechos constitucionales que se nos ha alzado, si bien es mejor tenerlos, ciertamente, que estar privados, á causa de la suspension, hasta del derecho de quejarse.

El liberalismo unificador, centralizador y absorvente es en realidad muy poco liberal. Creo que acabará por pasar de moda; su traje, al menos, se gasta pronto, por mucho que se renueve, y es, por consiguiente, harto dispendioso para que cosa de tan mal gusto dure mucho tiempo. Digo que el liberalismo á que me refiero es poco liberal, porque adolece frecuentemente de los mismos vicios de. dictadura y despotismo, que tanto se han achacado al régimen monárquico absoluto, unas veces en concepto de autorizacion para cumplir las leyes; cuando de dispensa para no cumplirlas, cuando de aprobacion por haberlas infringido. Otra cosa será,sin duda, la verdadera libertad politica, que muy sinceramente estimo y defiendo; pero tarda en venir para España, y no vendrá nunca para los vascongados mientras no recuperemos nuestros Fueros.

Hoy mas que nunca conviene establecer esta doctrina, porque hay que dar á nuestras instituciones otro valor tambien que el que hasta ahora se les ha dado. No se ordena una ley de tanta gravedad como la de 21 de Julio de 1876, para que los vascongados ignoren la variacion que trae consigo necesariamente en nuestras cosas, cuando hay quien lo recuerda con vanagloria en el preámbulo del decreto de 4 de Noviembre. Hoy se ha querido dar cima, á nuestra costa, á la llamada unidad nacional y constitucional, que sin aprovechar en general á los españoles, nos perjudica sobremanera á los vascongados; siendo por esta razon de todo punto necesario, asimismo, que se presenten las cosas tales como son, y se las llame por su verdadero nombre. Los vascongados y los navarros, que

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