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encarecimiento es que no se dilate mucho el remedio, ni disminuyan los cuidados que ha menester el doliente, ni se entibie sobre todo el vivo anhelo con que debemos esperar su recobro. El enflaquecimiento de nuestra constancia, la frialdad de nuestro ánimo ayudarian en otro caso poderosamente á la obra de la envidia y malquerencia, á la desaparicion completa de nuestras esperanzas y á la ruina total de nuestras tradiciones. Pero lo que importa tambien, ¿por qué he de callarlo? es que se convenzan los mismos españoles, que formaron equivocado concepto de nuestras instituciones, de que no les traerá provecho alguno el haber puesto por obra aquel delendam tan repetido en las postrimerias de la última guerra civil, y algo despues en nuestro daño. El que haya pueblo que en los tiempos presentes pueda vivir contento con su modo de regirse, es cosa harto rara de suyo, y mas en España, para que á título de uncirle al carro de la igualdad nacional, se le despoje de tan singular ventaja, cohonestando esta conducta con el principio de la desaparicion de todos los privilegios. Hay algunos, si lo son, que cuando no pueden extenderse á todos, no deben es catimarse á los que los disfrutan. Asi lo piden de consuno la razon y la justicia, bien apreciadas, y no la justicia y la razon que consisten en buscar la igualdad en el rebajamiento comun. Medios hubo, y habrá todavia, para conciliar las cosas, sin poner la mano en nuestras instituciones, y herir de muerte nuestros derechos; y cuando esos medios se empleen, que se emplearán seguramente algun dia para bien general, se demostrará, no lo dudo, que los vascongados saben corresponder sin violencia á los legítimos deseos de la patria, como en otro lugar he procurado demostrarlo ámpliamente.

Aquel varon insigne de la sagrada escritura, en cuyo tiempo acaba el periodo de la ley antigua, que logró mantener el culto de sus padres, bajo la dominacion de Antioco, mientras otros ofrecian sacrificios á los ídolos del tirano, dejó, al morir, á sus hijos, consejos de recordacion eterna: æmulatoris estote legis.... et mementote operum patrum, quæ fecerunt in gene

rationibus suis, et accipietis gloriam magnam et nomen æternum. Sed celosos de la ley de vuestros mayores; acordaos de las obras que hicieron en sus generaciones vuestros antepasados, y ganareis gloria y nombre eterno.

Hoy pueden repetirse todavia estas palabras con el mismo encarecimiento que en la edad antigua; que el curso de los siglos, al trasformar las naciones y destruir los estados, ni trasforma ni destruye la calidad del hombre. Hoy puede haber patria; hoy puede haber virtudes cívicas como en otros tiempos; hoy pueden sujetarse los pueblos á las mismas pruebas á que se sujetaron en los dias mas remotos; asi lo quiere la ley eterna de la sociedad. Hoy es dado recordar las proezas de los varones que sobre toda consideracion amaron á su patria, con el mismo respeto y cariño que nos infundiria el recuerdo de haberlos visto entre nosotros. Hoy embarga nuestro ánimo la admiracion de sus virtudes tan poderosamente como hubiera podido embargar el ánimo de sus contemporáneos. Los ejemplos del amor á la patria tienen el privilegio señaladísimo de ser herencia comun de todos los pueblos, hasta tal punto, que no hay apenas enemigos en nacion alguna, cuando de reconocer tan alta virtud se trata.

Inglés te aborreci, y héroe te admiro,

dijo Quintana, apostrofando al ilustre almirante que exhaló su último aliento en las aguas de Trafalgar.

Si tanto vale y alcanza el amor de la patria, no seremos los vascongados y navarros, cuyo renombre en este concepto guarda cuidadosamente la historia, los que con mas flaqueza que otros cedamos á la postracion y abatimiento, que es la señal postrera de la muerte de los pueblos. A la sombra de las justas libertades que nos conceden las leyes, trabajaremos sin tregua en la obra de nuestra regeneracion, poniendo todos nuestros conatos, cifrando todo nuestro empeño, en devolver al pais las instituciones abolidas, con mas vigor si cabe que antes; único camino para devolverle tambien las circunstancias

y recursos valiosos que pueden contribuir todavia poderosamente al bien general de España. Dios y NUESTRO DERECHO, invocaremos de nuevo, fundando esta vez nuestras esperanzas en la santidad de nuestra causa, y en el mas escrupuloso respeto á los derechos ajenos. No desmayaremos, no, por los golpes de la adversidad; nuestra perseverancia, con ser muy grande, no deberá ser mayor que nuestra prudencia; nuestra firmeza, con ser inquebrantable, no deberá ser mayor que nuestro propósito de conservar la paz pública; nuestro amor á la causa vasco-navarra, con ser sobre toda ponderacion ardiente, no deberá ser mayor que el justo acatamiento que mostremos á las leyes del estado. Nuestra política será, por lo tanto, paz y concordia; nuestro fin la restauracion de los FUEROS; nuestros medios los que sabe conceder la Providencia á los pueblos, que por su constancia, moderacion y virtudes, por la sinceridad de sus intenciones, y la rectitud de su conducta, por su incorruptible fortaleza, son dignos de obtener el lauro de la historia, la corona del triunfo, el cetro de su propio regimiento.

Hæ tibi erunt artes, pacisque imponere morem.

FIN.

ÍNDICE.

Páginas.

REFLEXIONES SOBRE EL SENTIDO POLÍTICO DE LOS FUEROS
DE VIZCAYA.-1868.

OBSERVACIONES SOBRE LA CONSTITUCION DE VIZCAYA.—
1876..

Los antecedentes de la ley DE 21 DE JULIO.—1876.
CONTROVERSIAS FORALES.-1878..

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LOS PARALIPÓMenos del libro.-1879..

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139

197

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