Obras, Volumen1

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Página 149 - Sentámonos nosotros, y yo, que vi el negocio mal parado, y que mis tripas pedían justicia, como más sano y más fuerte que los otros, arremetí al plato, como arremetieron todos, y emboquéme de tres mendrugos los dos y el un pellejo. Comenzaron los otros a...
Página 153 - Don Diego y yo nos vimos tan al cabo, que ya que para comer no hallábamos remedio, pasado un mes, le buscamos para no levantarnos de mañana; y así trazábamos de decir que teníamos algún mal.
Página 51 - Pues es tanta mi desgracia, que todos se condenan por las malas obras que han hecho, y yo y algunos libreros nos condenamos por las obras malas que hacen los otros y por lo que hicimos barato de los libros en romance y traducidos de latín, sabiendo ya con ellos los tontos lo que encarecían en otros tiempos los sabios.
Página 236 - Es de ver uno de nosotros en una casa de juego, con el cuidado que sirve y despabila las velas, trae orinales, cómo mete naipes y solemniza las cosas del que gana, todo por un triste real de barato.
Página 133 - Tuvo muy buen parecer, y fue tan celebrada, que, en el tiempo que ella vivió, casi todos los copleros de España hacían cosas sobre ella. Padeció grandes trabajos recién casada, y aun después, porque malas lenguas daban en decir que mi padre metía el dos de bastos para sacar el as de oros.
Página 2 - Parecióme, pues, que veía un mancebo que, discurriendo por el aire, daba voz de su aliento a una trompeta, afeando con su fuerza en parte su hermosura. Halló el son obediencia en los mármoles, y...
Página 42 - Dime con quién andas y diréte quién eres", por ir con buena compañía puse el pie en el umbral del camino, y, sin sentirlo, me hallé resbalado en medio de él, como el que se desliza por el hielo, y topé con lo que había menester.
Página 136 - ... aborrecen tanto? Unas veces nos destierran, otras nos azotan y otras nos cuelgan, aunque nunca haya llegado el día de nuestro santo. No lo puedo decir sin lágrimas...
Página 141 - Credo — advierta vm la inocente malicia — , al tiempo de decir "padeció so el poder de Poncio Pilato", acordándome que no había de decir más Pilato, dije: "padeció so el poder de Poncio de Aguirre".
Página 135 - Hubo grandes diferencias entre mis padres sobre a quién había de imitar en el oficio ; mas yo, que siempre tuve pensamientos de caballero desde chiquito, nunca me apliqué ni a uno ni a otro. Decíame mi padre: «Hijo, esto de ser ladrón no es arte mecánica, sino liberal» ; y de allí a un rato, habiendo suspirado, decía de manos: «Quien no hurta en el mundo no vive.

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