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sion de estos veinte: Dios lo sabe, no hay gloria ni poder sino en Dios todopoderoso y glorioso.

Serie de los califas de Oriente que fueron señores de España en esta época.

Walid hen Abdelmelic ben Meruan.
Suleiman ben Abdelmelic.

Omar ben Abdelaziz.

Jezid ben Abdelmelic.
Hixêm ben Abdelmelic.
Walid ben Jezid.
Jezid ben Walid.

Ibrahim ben Walid.

Meruan ben Muhamad ben Meruan.

Amires ó gobernadores de España por los califas de Damasco, desde el principio de la conquista hasta el año 137 de la Hejira, séptimo del gobierno de Jusuf el Fehri.

Taric ben Zeyad el Sadfi.
Muza ben Noseir el Becri.
Abdelaziz ben Muza.

Ayub ben Habib el Lahmi.

Alhaur ben Abderahman el Tzakefi.

Alsama ben Malic el Chulani.

Ambisa ben Sohim el Kelebi.

Hodeila ben Abdala el Fehri.

Yahye ben Salema.

Hodeifa ben Alhaûs.

Otman ben Abi Neza el Chemi.
Alhaitam ben Obeid el Kenani.
Muhamad ben Abdala.

Abderahman ben Abdala el Gafeki.
Abdelmelic ben Cotan el Fehri.
Ocba ben Alhegâg el Seluli.
Abdelmelic ben Cotan (segunda vez).
Baleg ben Baxir el Caisi.

Thaalaba ben Salema el Ameli.
Husam hen Dhirar el Kelebi.
Thueba ben Salema el Hezami.

Jusuf ben Abderahman el Fehri.

Los principes cristianos de España y Francia que se mencionan en esta época.

Ruderic, rey godo de España.
Tadmir, señor de tierra de Murcia.

Atanaildo, sucesor de Tadmir.

Eudon, duque de Aquitania.

Carlos Martel, maire de la casa real de Francia.

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SEGUNDA PARTE.

CAPÍTULO I.

DE ABDERAHMAN BEN MOAVIA ERRANTE ENTRE LOS
ALÁRABES DEL DESIERTO.

á

Bendito sea aquel Señor en cuyas manos están los imperios, que da los reinos, el poderío y la grandeza á quien quiere, y quita los reinos, la potestad y la soberanía á quien quiere: Señor Alá, tu imperio solo es eterno y sin vicisitudes, y tú solo eres sobre todas las cosas poderoso. Estaba escrito en la tabla reservada de los eternos decretos que pesar de los Beni Alabâs, y de sus deseos de acabar con toda la familia de los Beni Omeyas, ya despojada del califado y soberanía del imperio muslímico, todavía se habia de conservar una fecunda rama de aquel insigne tronco, que se estableceria en Occiden— te con floreciente estado. Abderahman ben Moavia ben Hixêm ben Abdelmelic ben Meruan, mancebo de veinte años, pues habia nacido el año 113 en el campo de Damasco, se halló, por fortuna, ausente en Zeitun cuando fue la órden del califa Asefah para darle muerte à él y á su primo Suleiman ben Hixem ben Abdelmelic, que ambos vivian sobre seguro y honrados en la corte. Luego fue avisado de la muerte de su primo, y de la mucha dilijencia con que buscaban su cabeza. Proveyéronle de joyas y caballos sus fieles amigos: se disfrazó; y desconfiando de poder estar desconocido en Siria, huyó de aquella tierra por caminos estraviados: salió de su patria, abandonando los palacios de sus padres y abuelos, sin osar entrar en poblado, que no era persona oscura y desconocida, sinò hijo de príncipes poderosos dueños de aquellas provincias. Anduvo errante y fujitivo desde el año 132, viviendo en

tre beduinos y pastores; y aunque acostumbrado á los regalos de la opulencia y las delicias de las ciudades, se acostumbró con facilidad á la rústica y dura vida del campo, como si hubiera nacido en sus valles y rancherías. Estaba cada dia con nuevos sobresaltos, las noches las pasaba con desvelo, y á las alboradas era el prmero que ponia el freno á su caballo.

Pensando hallar mas seguro asilo en Africa que en Ejipto, dejó á sus beduinos y pasó á ella: era gobernador de la provincia de Barca Aben Habib, que debia su autoridad y buena suerte á los califas Beni Omeyas; pero siguió el aire de la fortuna que soplaba, y olvidó á sus antiguos favorecedores. Tenia este wali espiados todos los pasos, y dadas las órdenes para prender al jóven Abderahman, y luego supo que un mancebo de sus mismas señas habia entrado en su provincia. Avisó á sus alcaides, y mandó buscarle en toda la tierra, diciéndoles que no podian hacer al califa servicio mas agradable que la prision de aquel fujitivo.

Andaba Abderahman en tierra de Barca, y en todas partes halló jentes bien intencionadas y benéficas que se le aficionaban y deseaban servirle: su edad, su jentileza, cierta majestad que resplandecia en sus ojos, y su condicion afable ganaba los corazones y voluntad de cuantos le trataban. Los beduinos del aduar en que estaba hospedado fueron una noche alcanzados de una compañía de jente á caballo, enviada por Aben Habib para prender á Abderahman: preguntáronles por un jóven de Siria de tales señas, que los beduinos no dudaron que buscaban á su huésped Jiafar Almanzor, que con este nombre le llamaban ellos, y recelando que no fuese para bien suyo, les respondieron: que cierto, el mismo que buscaban habia salido á caza de leones con otros jóvenes, y debian pasar la noche en un cercano valle. Partieron aquellos emisarios al indicado valle, y los honrados beduinos lle

garon presurosos y manifestaron á su huésped lo que les habian preguntado y sus bien fundadas sospechas: agradecióles con lágrimas y sinceras espresiones lo que por él habian hecho, y acompañado de seis esforzados mancebos del aduar, huyó durante la noche, y protejido de sus sombras, á procurarse en mas apartados desiertos algun seguro asilo de las asechanzas de Aben Habib: atravesaron grandes llanuras y collados de arenas: oyeron sin temor el rujido de fieros leones; y continuando intrépidos algunas jornadas, llegaron á Tahart (1), donde hallaron jenerosa acojida. Los hospedó en su casa un noble jeque de los mas principales de la tribu Zeneta, los visitaron en ella todos los de Tahart, y querian llevarlos á sus casas. No quiso Abderahman disimular aquí su orijen y desgracias, sabiendo la nobleza y jenerosidad de esta tribu, y que su madre Raha procedia de ella. Divulgada esta feliz circunstancia, todos los jeques zenetes le ofrecieron su amis-tad y favor, y se acrecentó la buena voluntad que ya le tenian, y producia naturalmente su jentileza y afabilidad.

Entretanto en España continuaba la guerra civil: los muslimes de la España oriental mantenían el partido de los alabdaries, que acaudillaba Amer ben Amrû el Coreixi: los de Andalucía y de tierra de Toledo, conducidos por el amir Jusuf el Fehri, peleaban con varia fortuna contra ellos en las ásperas sierras de las fuentes del Tajo, posiciones dificiles que favorecian á los alabdaríes, que te

(1) Tahart era la capital del Algarbe medio, en Mauritania: estaba este lugar á cuatro jornadas de Telencen, que decimos Tremecen; y en este tiempo no era todavía ciudad, sino una cora ó provincia habitada por las tribus zenetas cu varias poblaciones y valles: se llamó ciudad cuando se aumertó la poblacion con la concurrencia de los pueblos dependientes, como Tenes, Bersec, Beni Mazgana, Tadales, Begaya, Jijel, Meliana, Alcala, Mesila, Gadir, Mocra, Necaus, Tobna, Kosantina, Baes, Baiiava Tifas, Dar Madin. Tarma, Dar, Malul y Melila.

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