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ocultará trato hostil que entienda: que él y sus nobles pagarán el servicio de un dinar ó áureo cada año, y cuatro medidas de trigo, y cuatro de cebada, y cuatro de mosto, y cuatro de vinagre, y cuatro de miel, y cuatro de aceite; y los siervos ó pecheros la mitad de esto. Fue escrita en 4 de rejeb, año 94 de la Hejira. Testificaron sobre esto Otzman ben Abi Abda, Habib ben Abi Obeida, Edris ben Maicera y Abulcasim el Mezeli. >>

que

Despues que firmaron el convenio, declaró el mensajero de los cristianos que él era el mismo Tadmir, y Abdelaziz fue muy contento, y se holgò de su franqueza y noble proceder, y le hizo mucha honra, y comieron juntos como si de luengo tiempo fuesen amigos. Tornò Tadmir á la ciudad aquella noche, y ordenò que al dia siguiente á la hora del alba se abriesen todas las puertas de la ciudad; y él con los principales de ella salieron, venida la mañana, á recibir á Abdelaziz, Habib y otros principales muslimes, que con escojida jente de á pie y de á caballo entraron en la ciudad. Maravilláronse mucho de ver en ella tan poca jenie de armas, y preguntò Abdelaziz á Tadmir: ¿que has hecho de tus tropas las coronaban los azuores ò muros de esta ciudad? y Tadmir le refiriò su estratajema, que pareciò muy bien á todos. El cristiano los obsequiò tres dias, y luego partiò Abdelaziz sin hacer daño ni correr la tierra. Pasò la hueste á las comarcas de las sierras de Segura, y entrò en Batza, y en Acxi, y en Jayen, y en Elvira, y en Garnata, que tenian los judíos, y en Anticaria, y entrò en Málaga y otras ciudades de la costa del mar, sin hallar resistencia en ninguna parte : le acompañaron en esta espedicion los caudillos Otzman ben Abi Obeida el Carsi, que fue siempre compañero de Muza ben Noseir, su padre, y así fue el primero que confirmò la escritura de paz y convenio con Tadmir ben Gobdos el cristiano, rey de la parte orien— tal de Andalucía: su propio nombre de este era Obeida : tambien le acompaño Abdala ben Maicera el Fahemi, que

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asimismo era compañero de Muza ben Noseir, y confirmó la escritura de paz con Tadmir el cristiano, y Habib, su amigo, hijo de otro amigo de su padre Muza, que confirmó la paz, y Abulcasim el Mezeli y otros mas jóvenes.

sar,

En este tiempo llegaron á Muza órdenes del califa, mandándole restituir á Taric el mando de las tropas que tan gloriosamente habia conducido, diciéndole que no inutilizase una de las mejores espadas del islam. Aunque á su peMuza obedeció, sin manifestar su disgusto, la órden del califa; le puso en libertad, y aquel dia comieron juntos, y le restituyó en público el mando de sus tropas: fue jeneral el aplauso y alegría de todos los muslimes, por la satisfaccion dada á tan digno caudillo. Dispuso Muza que luego sin dilacion partiese Taric con su hueste hácia España oriental, y él mismo dió sus órdenes para seguir con su jente la conquista. Mandó que todas las tropas fuesen muy descargadas y á la lijera, la caballería con su piel y saco de provision, y su hortera de cobre, y sus precisas armas, y la infantería sin mas embarazo que las armas. Las provisiones de cada taifa en acémilas bastantes, divididas por el número de banderas, y estos bagajes conducidos por pocos hombres; de suerte que no se inutilizasen brazos vigorosos para las armas, ni se empleasen aparatos que estorban los progresos de las rápidas marchas, ni jente y bestias sobradas, que solo sirven para consumir las provisiones y forrajes de la tierra. Ambos caudillos repitieron á sus tropas la prohibicion de robos y pillaje con pena de la vida, solo permitido despues de las batallas en el campo enemigo y en entradas por fuerza de ciudades, cuando les fuese dada licencia.

CAPÍTULO XVI.

CONQUISTAS DE TARIC EN LA ESPAÑA ORIENTAL, Y DE MUZA EN TIERRAS DEL NORTE DE ESPAÑA.

:

Siguió Taric al oriente buscando las fuentes del Tajo, atravesó las ásperas sierras de Arcabica, Molina y Segoncia, y descendió á las vegas y campos que riega el rio Ebro. Muza pasó tras las sierras á Sentica y Salmantica, que se entregaron sin resistencia, y allanó la tierra hasta Astorica, y volvió subiendo por las corrientes del rio Duero á la parte oriental de España; y descendiendo al rio Ebro llegó al cerco de Medina Saracusta, que tenia en mucho estrecho el ejército de Taric. Habia ya ocupado esta hueste todas las ciudades de la comarca; pero en esta ciudad se habia reunido mucha jente de toda España el rigoroso cerco y los combates la tenian ya muy apurada, y cuando llegó Muza decayeron de todo punto de ánimo los cristianos, y luego salieron á proponer su entrega con buenas condiciones. Muza sabía que allí estaban depositadas muchas riquezas de todos los pueblos de España oriental; y sabiendo el triste estado en que se hallaban por falta de provisiones, les impuso sobre las condiciones ordinarias una muy grave exaccion, que debian pagar el dia de la entrada en la ciudad: esta era la contribucion de sangre, porque con ella se redimian de las violencias de la espada del vencedor. La necesidad los forzó á todo, y allegaron y recojieron todas las alhajas de los vecinos poderosos y de los templos, para cumplir la gran cuantía que pidió Muza ben Noseir: asimismo tomó rehenes á su contento de la juventud noble de esta ciudad: puso en ella un buen presidio con escojida jente, dando el gobierno á Hanâx ben Abdala Asenani, que poco despues edificó allí una mezquita magnífica y una principal aljama.

Continuó el ejército su espedicion, y entró sin resistencia en las ciudades de Wêsca, Turiazona, Calagurra, Ilerda,

Taracona, hasta los montes de Afranc: al mismo tiempo
que Taric desde los montes descendió por el Ebro á Tor-
tuxa, á Murbiter, á Valencia, Játiva y Denia, que todas
se sujetaron á las condiciones del islam, quedando los mo-
radores, bajo la fe y amparo de los muslimes, dueños pací-
ficos de sus bienes. El ejército de Muza ben Noseir puso
en obediencia del islam las ciudades de Barciluna, Gerun-
da y Empuria, y otras de los montes orientales. Cuenta
Novairi que ocupó Medina Narbona ; y halló allí siete ido-
los de plata á caballo, que estaban en un templo. Luego se
tornó á España, y caminó al gufó norte de ella hácia Gali-
cia por Asturica, y entró en Lujidania (1), y en todas par-
tes sacó muchas riquezas, que no partia con nadie. Taric
en su conquista seguia otra via y otra conducta: los despo-
jos y contribuciones repartia con los muslimes, sacando el
quinto que reservaba para el califa con mucha justicia; y
no comunicaba á Muza sus empresas, sino escribia al cali-
fa, y censuraba la codicia y exaccion del walí, que era in-
saciable. Por su parte Muza vituperaba los procedimientos
de Taric, y se quejaba al califa de cuanto perjudicaba á la
union de los muslimes y al ejemplo de subordinacion y bue-
na disciplina la conducta absoluta y la prodigalidad de
Taric. De estas quejas infirió el califa Walid ben Abdelme-
que convenia
poner aquella conquista en otras manos, y
llamar á Siria á estos dos caudillos.

lic

CAPITULO XVII.

DE LA PARTIDA DE MUZA Y TARIC DE ESPAÑA

PARA DAMASCO.

Escribió el califa sus cartas á Muza y Taric ben Zeyad
para que sin dilacion partiesen á Damasco, ordenando á

(1) Así depravaron el nombre de Lusitania, que fueron
despues olvidando.

Muza que dejase en el gobierno de España y de Africa personas de confianza. Pesó mucho á Muza de esta determi nacion pero esperando todavía que lograria volver á esta conquista, se dispuso para la partida. Mandó que su hijo Abdelaziz quedase por amir ó gobernador de España durante su ausencia: encomendó las tropas de la frontera al caudillo Naaman ben Abdala, y con una buena compañía de caballos tornó por Toledo á Córdoba y Sevilla, recojiendo al paso los tesoros que tenia allegados: dejó en Sevilla á su hijo Abdelaziz; y para que le ayudase con su prudencia y valor dejó allí en su compañía á su sobrino Ayub, hijo de su hermana, caudillo muy estimado de todos los muslimes: y á Isâ ben Abdala el Towail de Medi→→ na, su intendente de presas y despojos. Asi mismo ordenó Muza, que, partiesen con él á Siria cuatrocientos varones de familias rejias godas que tenian en rehenes, que lleva— ban sobre sus cabezas diademas de oro, y cintos tambien de oro ceñidos. Partió el walí Muza ben Noseir de España con muchas riquezas que sacó de ella, y aportó en Africa con mucha felicidad. Era en este tiempo almirante del mar para las comunicaciones de España á Africa Muhamad ben Umên ben Thabita, y fue el que pasó las tropas de Taric y Muza para la conquista, segun cuenta de él Abu Said, autor de la Historia de Ejipto; y el año 102 todavía estaba sobre el mar de Túnez, segun Abdala ben Abdelhakem en su historia. Allí mandó que su hijo. Abdelola quedase por gobernador de Tanja y de Almagreb, y en Cairvan otro

hijo suyo que se llamaba Meruan, y con las rique713 zas de estas rejiones de Occidente entró en Siria el año 95 de la Hejira.

El caudillo Taric, que habia recibido la misma órden del califa para pasar á Damasco, partió poco antes que Muza, y su hueste quedó encargada á Habib ben Abi Obeida para que hiciese la conquista de Galicia y Lusitania. Cuando Taric llegó á Damasco no estaba allí el califa, y

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