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GUERRAS CIVILES DEL PERÚ

POR

PEDRO DE CIEZA DE LEON

NATURAL DE LLERENA.

I.

GUERRA DE LAS SALINAS

PUBLICADA POR VEZ PRIMERA

conforme al Ms. coetáneo propiedad de los señores Marqués de la Fuensanta del Valle y D. José Sancho Rayon.

GUERRA DE LAS SALINAS.

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Bien será, pues comenzamos á contar las guerras ceviles del Perú, que demos noticia de lo que se contiene en esta primer guerra, la cual se llama de las Salinas; y es que, venido de Chile D. Diego de Almagro, entró en el Cuzco por fuerza de armas, prendió á Hernando Pizarro, que en él era lugarteniente del Gobernador D. Francisco Pizarro, é saliendo del Cuzco fué á la puente de Abancay y desbarató é prendió á Alonso de Alvarado, é pasaron tratos y conciertos entre entrambos Gobernadores, hasta que, siendo libre de la prision Hernando Pizarro, se encendió más la guerra, é con la gente que cada uno pudo juntar, se dió la batalla en las Salinas. E dada noticia de algunos descubrimientos y acaecimientos que pasaron en el reino en aquellos tiempos, hace fin en la ida de Hernando Pizarro á España: y entrará luégo la segunda guerra, y el segundo libro, que se llamará de Chupas.

TOMO LXVIII.

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Despues de haber pasado en el reino del Perú las cosas que he contado en los libros precedentes, resta agora hacer mincion de las guerras ceviles que hobo en él; porque ciertamente, demas de ser muy largas, pasaron grandes acaecimientos, y que no ha habido en el mundo gentes de una nacion que tan cruelmente las siguiesen, olvidados de la muerte, é no dándose nada por perder la vida por vengar unos de otros sus pasiones. Fueron los negocios que las acarrearon sin nenguna raíz y muy poco fundamento; despues se fueron encendiendo de tal manera, que perdieron las vidas, tratando en ellas, pasados de cuatro mil españoles. Porque como estos reinos estén arredrados de España, tanta admiracion causa decir acá que hay juntos quinientos españoles, como en Italia cuando dicen que hay veinte mil; para esto la razon es muy evidente, pues para venir de España se han de pasar tantos trabajos é navegar por el Océano, despues, para venir al Perú, han de hacer lo mesmo desta otra mar Austral, así, de enfermedades como de otras causas que nunca deja de haber, aunque salgan de España muchos mancebos españoles para venir á estas conquistas, compelidos de necesidad, por las tales enfermedades se quedan muchos sin llegar á este reino; por esto, de la gente que ha habido en él para seguir las guerras, ántes ha causado admiracion ver de dónde salian é venian tantos españoles que no parecerles poco. Las causas que dan para que estas guerras comenzasen, dicen que al tiempo que fué Hernando Pizarro á España con la nueva del gran tesoro que se hobo en Caxamalca,

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llevó comision y poder de D. Diego de Almagro, para pedir á S. M. le hiciese merced de la gobernacion del nuevo reino de Toledo, y que intentó, poniendo defetos en España en la persona de Almagro, que no se le hiciese la merced, aunque S. M. acordándosele lo mucho que le habia servido Almagro, fué servido de le hacer la merced dicha; é conocido por Hernando Pizarro, procuró, haciéndose autor por su parte, negociar la provision, pidiendo primero merced para el Gobernador, su hermano, de setenta leguas de costa adelante de los términos que se extendia la que él de presente gobernaba, segun que más largamente se contiene en las provisiones Reales, que para quitar algunas dudas yo las pongo la letra sacadas de los originales. Venida, pues, esta provision, Almagro pretendió caber el Cuzco en su gobernacion; Pizarro de defenderlo, diciendo que no, sino que estaba en la provincia que él tenía á cargo de gobernar; de manera que sobre este negocio se levantó la primera guerra é resultó los otros movimientos. Mas ya que el gobierno de la ciudad del Cuzco dicen que fué la causa de estas guerras, no dejaré de creer que se formaron más por envidias y rencores, que ya eran viejas, entre Almagro y Hernando Pizarro, é los émulos que hobo de una parte á otra, que pudieran, si quisieran, entrevenir cuerdamente é no dar lugar á que la tal plaga se extendiera, para que despues estoviera este reino sin pasar por tan grandes calamidades como por él vinieron. Y se dió soltura á que los mesmos soldados matasen los Gobernadores, y otros, escogiendo aquellos de quien

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