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que dió de un caballo, le sucedió su hijo don Enrique III, llamado el Enfermo, que á la sazon se hallaba en su menor edad. Aunque el rey dejaba nombrados tutores en el testamento, las córtes anularon esta disposicion, designando otros que pasaban del número prefijado en la ley de las Partidas. Ocasionó esto dos bandos en el reino: unos estaban por el testamento del rey, y otros por la disposicion de las cortes; hasta que al fin otras cortes celebradas en Burgos el año siguiente de 1392, acordaron que se estuviese al testamento del rey; con lo cual quedaron aquietadas las desavenencias.

Al abrigo de ellas habian vuelto los magnates á sus antiguos hábitos de insubordinacion y de miras ambiciosas; pero no faltaba ya quien resistiese con vigor á sus inmoderadas pretensiones. Por una parte las cortes reunidas en Madrid hicieron á peticion de los procuradores una reduccion considerable en los exorbitantes acostamientos de que gozaban muchos señores, concedidos en la menor edad del rey. Este, ademas, tomando las riendas del gobierno cuando llegó á la edad prescrita por las leyes, reprimió con mano firme las demasías de algunos magnates, que aun pretendian alzarse contra su autoridad, asegurando el trono contra el furor de las facciones.

Tambien restituyó á Castilla su antigua preponderancia en la corta pero vigorosa guerra que

sostuvo contra Portugal, borrando la afrenta del reinado anterior; y con ánimo esforzado se preparaba á la conquista del reino de Granada, cuando le sorprendió la muerte á los 27 años de edad. Fué este reinado en lo general venturoso: florecieron la agricultura y las artes industriales; se mejoró la administracion de justicia; y el rey, por medio de una prudente economía, ahorró considerables sumas, que destinaba á la guerra contra los moros.

CAPÍTULO III.

Conclusion del asunto que se trata en los dos capítulos anteriores.

Entramos ya en el siglo XV, época notable porque las sociedades europeas despues del mal éxito

que habian tenido las tentativas hechas en los siglos anteriores para establecer una regular organizacion política, empiezan á trabajar como por instinto en la centralizacion de las relaciones sociales y de las ideas, encaminándolas á la unidad politica, y procurando desterrar el espíritu de localidad, de poder é independencia individual.

Hasta el siglo XV se habian hecho grandes esfuerzos para conseguir la unidad política por dos diferentes medios: el primero fué la empresa

Tomo II.

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de establecer uno de los elementos de la sociedad su dominio sobre los otros. El principio teocrático apoyado en cierta superioridad política y moral, aspiró á la dominacion universal, y especialmente desde el pontificado de Gregorio VII; pero no pudo conseguir su objeto por la oposicion de los señores feudales, por la constitucion del clero católico, por la doctrina misma del Evangelio que contrariaba estas miras; y últimamente por haberse levantado los prelados católicos contra la supremacía de los papas, declarando en el concilio general de Constanza que estos eran superiores á aquellos.

El elemento aristocrático pugnó tambien por avasallarlo todo, é hizo cruda guerra á los monarcas; pero no tenia centro de unidad; cada baron obraba por sí y para sí; no habia un sistema político acordado entre ellos, y ninguno era bastante poderoso para prevalecer sobre los demas: todo era individual en sus operaciones militares, en sus hábitos y existencia.

El principio democrático prevaleció en muchas ciudades de Italia; pero por falta de seguri-' dad y medios de estension, alli se circunscribió, viniendo á parar despues en manos de algunas familias poderosas. Tambien dominó en los comunes de Flandes, de las orillas del Rin, y de la liga anscática; pero rodeado de grandes señores feu

dales y de soberanos, no cúndio fuera de sus muros. En Suiza sẻ cóntuvo tambien por iguales cau sas, y por su posicion geográfica que suministra ba pocos medios de comunicacion.

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Tampoco tenian los reyes bastante autoridad y recursos para hacer triunfar el elemento monárquico, absorviendo en él todos los otros, para esta blecer o la unidad despótica como en los estados del Asia, ó por lo menos una monarquía absolu→ ta sujeta á ciertas restricciones.

Frastrado el designio de dar á uno de los ele mentos sociales la superioridad sobre los otros, se acudió al otro medio de organizacion política, que fué el de amalgamar aquellos discordes elementos para incorporarlos en un mismo estado, bajo una misma ley y un solo poder, dando á las corporaciones políticas que se formaron con este objeto el nombre de estados generales, cortes parlamentos &c. Pero estas corporaciones en 'concepto de Mr. Guizot (1) nunca fueron un medio de gobier no, nunca entrarón en la organizacion política, ni llenaron el objeto para que fueron formadas, estó es, la fusión en un solo, cuerpo de las distintas clases que tenian dividida la sociedad ; si bien, produjeron efectos de conocida utilidad, estableciendo

(1) Historia de la civilizacion europea. Leccion X.

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