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Sicilia á la iglesia; y no queriendo avenirse en esto, habia de jurar don Alonso en manos del papa que todas las armas y gentes que juntase para la guerra de ultramar, iria contra los sicilianos y contra su hermano mismo, sin desistir de aquella empresa hasta que aquel reino se redujese á la obediencia de la iglesia; 7.a el påpa habia de enviar á los reinos de Aragon un legado para que alzase el entredicho que estaba puesto, y diese absolucion general; poniendo despues el rey en libertad y entregando al rey Carlos sus hijos y los otros rehenes que tenia en su poder.

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Era esta una paz vergonzosa; pero hubo de aceptarla por las razones espresadas en el mensage que él mismo envió poco tiempo despues á su hermano el rey de Sicilia. Decíale que las alteraciones de su reino, los escasos ausilios que recibia, y la penuria de sus rentas le habian puesto en el caso de no poder continuar la guerra ; que á haber tenido mas medios no hubiera aceptado la paz, á pesar de haberle su hermano dado por libre de la alianza y estipulaciones que entre sí tenian hechas; y que cuando se viese con el papa procuraria mediar del modo mas eficaz para que el rey de Sicilia obtuviese una paz honrosa y lo mas útil posible. Estos proyectos de don Alonso quedaron en mero pensamiento, pues en medio de las fiestas con que se celebraba la paz en Barcelo

na, le asaltó la muerte con sentimiento de todos, que veian un triste porvenir con este fatal acontecimiento.

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Los papas, cuyo poder habia tomado tanto incremento, se creian autorizados para disponer del reino de Nápoles y Sicilia en virtud del dominio directo que en su concepto les correspondia desde el tiempo de los normandos. Habiendo estos conquistado aquel reino, le pusieron bajo la proteccion de la iglesia para contener en lo posible con las escomuniones á cualquiera que intentase arrebatarles lo que ellos habian usurpado. Este homenage, que en un principio se redujo á una mera ceremonia política y piadosa, se convirtió luego en derecho feudal por los papas, que no siendo soberanos de Roma, tenian el dominio supremo en las dos Sicilias (1). Tambien se atrevió la corte de Roma á disponer del reino de Aragon á favor de Cárlos de Valois, despojando á su legí

دیوران

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(1) Voltaire, Essai sur les meurs et l'esprit des nations. El historiador inglés Gibbon tratando de este punto dice que el papa dando oidos á la propuesta que se le hizo de un tratado, ratificó las pasadas y futuras conquistas de los norinandos bajo la condicion de un módico tributo, y que desde aquel memorable convenio el reino de Nápoles se consideró como feudo de la iglesia por mas de setecientos años, y añade lo siguiente en una nota: «El historiador

timo rey; y este acto de escandalosa arbitrariedad solo se fundaba en la escomunion de don Pedro, y en el homenage que habian hecho á la sede apostólica imprudentemente y sin consentimiento del reino los monarcas aragoneses don Ramiro I y don Pedro II, segun queda dicho en el tomo anterior. Sin embargo la córte de Roma quedó frustrada, y la casa de Aragon establecida en Sicilia; porque las censuras y pretensiones de la iglesia iban perdiendo su fuerza á medida que progresaba la civilizacion.

La libertad aragonesa habia subido en este siglo á tan alto punto con el privilegio de la union, que ya no era posible un buen concierto entre la corona y los estamentos, debiendo resultar de esta lucha ó que la monarquía se hundiese, ó que se aboliera aquel monstruoso privilegio; lo cual no tardó en acaccer, como se verá mas adelante. En

Gianone en su Historia civil de Nápoles, discute hábilmente las investiduras papales como legista y anticuario, esforzándose, aunque en vano, para conciliar los deberes de buen patricio con los de católico: esquivando la peligrosa confesion de la verdad, adopta una futil distincion concebida en estos términos: ecclesia romana non dedit sed accepit. The History of the decline and fall &c. capítulo 56, tomo 10, página 270. London 1802.

Castilla estaba la libertad encerrada en mas estrechos límites, y las discordias que promovian los magnates no tenian mas objeto político que el de aumentar sus riquezas y consideracion, humillando á los monarcas.

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CAPÍTULO V.

Continuacion del mismo asunto.

Habiendo muerto sin hijos don Alonso III, le sucedió su hermano mayor don Jaime, rey de Sicilia, que vino inmediatamente á España á coronarse rey de Aragon; dejando el gobierno de aquella isla á su madre doña Constanza y á don' Fadrique su hermano menor. La primera empresa del nuevo rey fue poner en estado de vigorosa defensa el ducado de Calabria, que era el mas firme antemural del reino de Sicilia; á cuyo propósito envió al general don Blasco de Alagon. Pelco este bizarramente con las tropas francesas del rey Cárlos, y las derrotó completamente, haciendo prisionero á su caudillo. Al mismo tiempo el célebre Roger de Lauria vencia por mar al enemigo, es

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