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>>eran nuestros, cuando eramos Infante, que Nos >>agora tenemos, é mandamos que los aya é sean »>siempre para él y para los otros Infantes que »>fueran herederos de Castilla, y que sean siem»pre tierras apartadas para los Infantes herede>>deros, assí como es en Francia el Delfinazgo y en >>Aragon el ducado de Girona.» (1) A esta cláusula hay que añadir otra no ménos importante; la relativa al modo como para instituir este señorío en toda su integridad y perpétuamente para los primogénitos herederos en cabeza del Infante D. Enrique, se indemnizó á su hermano el Infante Don Fernando, por la parte de su herencia materna, que en aquellos Estados la correspondia:-«Otrosí >>mandamos al dicho Infante (D. Enrique) por >>cuanto Nos somos tenidos á él y al Infante Don >>>Fernando de las 200.000 doblas de oro que Nos >>dieron de casamiento con la Reina (Doña María »de Molina) su madre, de qualquier tesoro que >>Nos dexáremos, ó de las rentas de nuestros Rey»>nos, que entreguen al Infante Don Fernando las >>100.000 doblas, pues que el Infante Don Henrique >>queda heredado de los nuestros Reynos é demás >>que le dexamos heredado de Lara é Vizcaya, bien >>queda entregado de los florines que á Nos perte

(1) ARCHIVO DE LA REAL CAPILLA DE LOS REYES NUEVOS DE TOLEDO. Testamento del Rey D. Juan I. De este documento sacó copia el maestro Gil Gonzalez Dávila, y publicóla en la Historia de D. Enrique III, cap. XXXI, pág. 59, y otra el Dr. D. Cristóbal Lozano, para Los Reyes Nuevos de Toledo, lib. III, cap. IX. Consta además en la Crónica del Rey D. Enrique III. Año II, 1392-cap. VI.

»›necen.» Además de este Señorío perpétuo, así instituido ántes del Principado por D. Juan para su hijo primogénito y para los otros Infantes que fueran herederos de Castilla, tambien por aquel tiempo incorporó este Rey á la Corona los territorios de Astúrias, sobre los que el Principado, se fundó despues. Hé aquí los términos en que refiere estos sucesos un verídico escritor:

«En el año de 1381, dice, se levantaron contra el jóven Rey D. Juan los portugueses é ingleses, intentando no ménos que despojarle del Reino. Don Alonso, su hermano, Conde de Gijon y de Noreña, explicó en esta ocasion su génio revoltoso, poniéndose de parte de los enemigos de la Corona de Castilla, con los cuáles habia tratado ántes, yendo á Portugal con licencia del Rey, pretextando que su intento era tratar de lo que convenia á su Real servicio. El Memorial que el abad D. Diego escribió de los sucesos que pasaron en Astúrias en este tiempo, testifica que el Conde habia ofrecido recibir á los ingleses en puerto de Astúrias y ayudarlos á apoderarse de aquel país, entre tanto que los portugueses hiciesen la guerra para entrar en Castilla. El Rey D. Juan, avisado de los intentos del Conde y de los tratos que habia concertado con el Rey de Portugal, salió de Salamanca y se encaminó á un pueblo llamado Paredes de Nava, que era del Conde, quien se hallaba allí al tiempo que se comunicó al Rey la noticia de su traicion. Entendió el Conde la salida del Rey y su ánimo de

prenderle, y para asegurarse mejor, se retiró á sus Estados de Astúrias. El Rey, conociendo cuánto importaba contener al Conde para que no resultasen los graves daños que podian temerse, se dirigió á Oviedo. Luego que D. Alfonso supo que el Rey se hallaba en Astúrias, se allanó fácilmente, prometiendo por medio de sus mensajeros venir á la merced y servicio real. Vino poco despues á Oviedo y ofreció personalmente su obediencia con tanta formalidad que hizo su pleito homenaje en la Iglesia catedral en la capilla de las Santas Reliquias, sobre el cuerpo de Dios y en manos del Obispo D. Gutierre, como se dice en la Carta que el mismo Rey escribió despues á los Consejos de los lugares de Argüello, de Babia, de Suso y de Yuso. Sin embargo de haberse hecho esta oferta con ceremonias tan sagradas y obligatorias, duró tan poco el rendimiento del Conde, que mostró bien haberla hecho, no con sinceridad, sino con doblez y disimulo.

>>En el año de 1382 volvió el Conde D. Alonso, movido de sola su liviandad, á causar alborotos; y para conseguir mejor lo que intentaba, salió de Braganza para Portugal á fin de tratar con el Rey cómo harian guerra al de Castilla. Entendido esto por el Rey D. Juan, léjos de encenderse en enojo contra su hermano, procuró reducirle á su obediencia, enviándole á decir que le perdonaria y le daria muchas mercedes, si apartándose del Rey de Portugal y de los ingleses, sus enemigos, y aten

diendo á que era vasallo suyo, y á su nacimiento en el Reino de Castilla y acordándose finalmente de las promesas que habia hecho en manos del Obispo Don Gutierre, se juntaba con él para hacer la guerra al Rey de Portugal y á los ingleses, enemigos de Castilla. El P. Mariana escribe que el Conde D. Alonso, movido del desamparo que experimentaba, viniéndose todos los que seguian su partido á presentarse al Rey D. Juan, que estaba en Zamora, y persuadido de D. Alonso de Aragon, Conde de Denia y marqués de Villena, se redujo á la obediencia del Rey, su hermano, alcanzando segunda vez el perdon de su rebeldía. Mas no fué así; porque como consta de las Cartas del Rey D. Juan, escritas en Zamora á 23 de Junio de dicho año, no bastaron todas las ofertas que se le hicieron para apartarlo del mal camino y de las malas obras en que andaba. Por esta razon se vió el Rey D. Juan en la necesidad de escribir á Astúrias el ánimo que tenia de castigar á su hermano y que habia acordado apoderarse de los Estados del Conde para incorporarlos con los suyos y de los Reyes que le sucediesen. Por las mismas Cartas dió el Rey al Obispo D. Gutierre poderes para tomar en su Real nombre posesion de aquellos señoríos, para nombrar alcaldes y merinos y recibir pleitos homenajes para defensa de los mismos Estados. Escribió tambien á varios caballeros, cuyos nombres se expresan en el principio de la Carta que se conserva en el Archivo de la Santa Igle

sia de Oviedo declarándoles su voluntad por estos términos:-Os fazemos saber que es nuestra merced que quededes con D. Gutierre, Obispo de Oviedo en Astúrias, é fagades lo que él vos mandare é dixere de nuestra parte que entendieredes que cumple á nuestro servicio; porque vos mandamos que lo fagades assí, é non fagades ende al so pena de la nuestra merced.

» Viéndose ya el Conde desamparado de los suyos y que las cosas no se componian á medida de sus deseos, se retiró de Portugal y vino á Gijon, donde cuidó de fortificar sus castillos, para asegurarse del Rey, su hermano, y defender los Estados de que pretendia privarle. Comunicada al Rey D. Juan la noticia de lo que hacia el Conde, envió á Astúrias á su Adelantado mayor Pero Suarez de Quiñones, á su Camarero mayor Pero Fernandez de Velasco y á Pero Ruiz Sarmiento, que era Adelantado mayor de Galicia, los cuales llevaron cartas del Rey para los vasallos de las tierras de Leon y de Astúrias, para que obedeciendo á estos caballeros como á su propia persona, cercasen al conde hasta forzarle á entregar á la Corona Real sus Estados. Entretando el Obispo D. Gutierre, usando de las facultades que tenia por las Cartas del Rey, enviaba comisionados á los que seguian la voz del Conde y gobernaban sus fortalezas, ordenándoles las entregasen para el servicio del Rey; pero sucedia que algunos se resistian á sus órdenes, y otros no hacian la entrega sino á fuerza de armas. Po

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