Lecciones escogidas para los niños que aprenden a leer en las Escuelas Pias

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J. y J. Caspar, 1828 - 255 páginas
 

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Página 165 - Y cómo otro camino prosigue el sanguinoso Marte airado, y el Júpiter benino de bienes mil cercado serena el cielo con su rayo amado: Rodéase en la cumbre Saturno, padre de los siglos de oro; tras él la muchedumbre del reluciente coro su luz va repartiendo y su tesoro.
Página 164 - ¡Ay!, levantad los ojos a aquesta celestial eterna esfera; burlaréis los antojos de aquesa lisonjera vida, con cuanto teme y cuanto espera. ¿Es más que un breve punto el bajo y torpe suelo, comparado a aqueste gran trasunto do vive mejorado lo que es, lo que será, lo que ha pasado?
Página 164 - Quien mira el gran concierto de aquestos resplandores eternales, su movimiento cierto, sus pasos desiguales y en proporción concorde tan iguales; la luna cómo mueve la plateada rueda, y va en pos de ella la luz do el saber llueve y la graciosa estrella de amor...
Página 162 - ¿Qué mirarán los ojos que vieron de tu rostro la hermosura, que no les sea enojos? Quien oyó tu dulzura, ¿qué no tendrá por sordo y desventura? Aqueste mar turbado, ¿quién le pondrá ya freno? ¿Quién concierto al viento fiero, airado? Estando tú encubierto, ¿qué norte guiará la nave al puerto? ¡Ay! nube envidiosa aun de este breve gozo, ¿qué te aquejas? ¿Do vuelas presurosa? ¡Cuan rica tú te alejas! ¡Cuan pobres y cuan ciegos, ¡ay!, nos dejas!
Página 163 - Cuando contemplo el cielo de innumerables luces adornado, y miro hacia el suelo de noche rodeado, en sueño y en olvido sepultado, el amor y la pena despiertan en mi pecho un ansia ardiente; despiden larga vena los ojos hechos fuente, Olarte," y digo al fin con voz doliente: < Morada de grandeza, templo de claridad y hermosura, el alma que a tu alteza nació, ¿qué desventura la tiene en esta cárcel baja, escura?
Página 162 - ¡Y dejas, Pastor santo, tu grey en este valle hondo, escuro, con soledad y llanto, y tú, rompiendo el puro aire, te vas al inmortal seguro!
Página 177 - ... reverencia, gima a los pies del vencedor injusto? Vemos que vibran victoriosas palmas manos inicuas; la virtud gimiendo del triunfo en el injusto regocijo. Esto decía yo, cuando riendo, celestial ninfa apareció, y me dijo, ciego, ¿es la tierra el centro de las almas?
Página 175 - Carga de hierro duro sus miembros y se obliga el joven al trabajo de la guerra. Huye el ocio seguro, trueca por la enemiga su dulce, natural y amiga tierra; mas cuando se destierra, o al asalto acomete, mil triunfos y mil glorias se promete.
Página 162 - Los antes bienhadados, y los agora tristes y afligidos, a tus pechos criados, de ti desposeídos, a dó convertirán ya sus sentidos? ¿Qué mirarán los ojos que vieron de tu rostro la hermosura, que no les sea enojos? quien oyó tu dulzura, ¿qué no tendrá por sordo y desventura? ¿Aqueste mar turbado quién le pondrá ya freno? ¿quién concierto al viento fiero airado ? estando tú encubierto, ¿qué norte guiará la nave al puerto?
Página 152 - Dos Machos caminaban: El primero, cargado de dinero, mostrando su penacho envanecido, iba marchando erguido al son de los redondos cascabeles; el segundo, desnudo de oropeles, con un pobre aparejo solamente, alargando el pescuezo eternamente, seguía de reata su jornada, cargado de costales de cebada.

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