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discutir sobre los medios que deberian emplearse para restablecer la traquilidad del reino. Uno solo fué el que indicaron aquellos :-la deposicion del presidente Carrasco «como único remedio de los grandes males que amenazaban al pais.» La audiencia despues de tocar en vano diversos arbitrios para arrancar á Carrasco su renuncia, fué en cuerpo á pedírsela á nombre del rei. Trabajo costó para reducirle, él eludia las reflexiones mas concluyentes con pretestos frívolos, mas al fin hubo de firmarla el 16 de julio, intimidado por el aspecto imponente del pueblo conmovido que le intimaba su soberana voluntad.

GAPÍTULO XVI.

Ojeada sobre el estado de las iglesias de Chile á principios del siglo XIX.-D. José Antonio Martinez de Aldunate nombrado para suceder en Santiago al obispo Marán.-Antecedentes del nuevo obispo. -D. Diego Antonio Villodres recibe el gobierno de la iglesia de Concepcion -Promueve las misiones de la Araucania.-Visita de los padres frai Lorenzo Núñez y frai Melchor Martinez.-Su resultado.

L doctor D. José Antonio Martinez de Aldunate fué presentado por la córte para llenar la vacante que dejó en Santiago la muerte del obispo Marán. Aldunate nacido de una familia noble y de vastas relaciones, tenia además un mérito personal tan relevante como antiguo. En la ciudad de Santiago, su patria, hizo sus primeros estudios bajo la direccion de los jesuitas, é iniciado en el clericato por las órdenes menores, principió desde entonces á prestar á la Iglesia servicios esmerados. Cuando recibió la sagrada imposicion de manos del obispo D. Juan Gonzalez Melgarejo, aseguraba éste que «era Aldunate un jóven de virtud cabal.» Presentado para una prebenda de la Catedral, despues de haber servido diversas parroquias y entre estas la de Valparaiso, unió al ejercicio de las funciones canonicales, el desempeño del provisorato dè la diócesis que le encomendó el obispo D. Manuel de Alday. Mucho se hizo admirar la paciencia del doctor Aldunate en el desempeño de este cargo lan pesado; como tal lo miraba él mismo é hizo diversas renuncias al obispo que no se las admitió.

Cuarenta años tuvo que servirlo bajo los prelados Alday, Sobrino y Marán, hasta que habiendo recibido bulas para el obispado de Huamanga (1), dejó su patria para ir á recibir la iglesia cuyo gobierno acababa de confiársele. Mui anciano era el obispo Aldunate para dirigir una diócesis tan vasta y fragosa como la de Huamanga, pero no obstante, en ella dió muestras de ser un escelente pastor.

Luego que recibió las bulas para el obispado de Santiago, dió poder á su sobrino el canónigo D. José Antonio Errázuriz para que la gobernase á su nombre mientras él podia apersonarse en Santiago, el que efectivamente presentó sus credenciales al cabildo.

Mientras esto pasaba en Santiago, Concepcion recibia tambien un nuevo obispo á quien la fama acreditaba como uno de los primeros literatos venidos á la América, y él por su parte se hacia anunciar como un hombre de importancia por su influjo en la córte de Madrid. Este personaje era D. Diego Antonio Martin de Villodres, natural de Andalucía, y á quien una larga serie de méritos literarios y eclesiásticos habia conducido hasta la mitra. Villodres, como estudiante hizo su carrera en la Universidad de Salamanca, donde obtuvo el doctorado en teología y sagrados cánones, y despues en Alcalá de Henares, en la que estudió jurisprudencia civil. Del provisorato de la diócesis de Guadix, fué sacado para la mitra de Concepcion por presentacion de Cárlos IV, y desde luego se

(1) Hoi Ayacucho.

presentó para tomar su posesion en el mes de diciembre de 1807. La primer diligencia de Villodres fué visitar su diócesis, y en efecto lo hizo un año despues de su llegada á Concepcion, dejando encomendada la administracion de su iglesia al provisor. El cabildo se opuso á esta determinacion del obispo, apoyándose en la falta de idoneidad del provisor. Este era deudo mui inmediato de Villodres y solamente iniciado por la tonsura en la carrera clerical. En el cabildo asistian entonces hombres mui respetables y dignos de consideracion, pero no obstante esto, la real Audiencia sostuvo la resolucion del obispo.

Las misiones de Arauco debieron á Villodres cuidados especiales, y quiso tomar conocimiento individual del estado de cada una para hacer las gestiones que encontrase convenir. Frai Lorenzo Nuñez prefecto, general las habia visitado todas, no solo las de Concepcion, Araucania y Valdivia sometidas á la prefectura de Chillan, sino tambien las de Chiloé, sujetas al colegio de Ocopa, por comision de su prefecto. El padre Nuñez tenia dado un informe al presidente, y segun en él propuso, toda la Araucania quedaria cristianizada siempre que se ensanchase la línea de misiones tanto al sur como al norte de las ya establecidas. El obispo por comision especial del gobierno se ocupó de un nuevo plan para todas estas misiones, teniendo á la vista el de Nuñez; mas para adquirir datos todavia mas minuciosos que necesitaba, determinó consultar á frai Melchor Martinez que tenia de ellas conocimientos mui prolijos adquiridos en su servicio. Este sacerdote laborioso escribió con ese objeto una memoria

minuciosa que el obispo elevó á la capitanía jene

ral (1).

(1) De todos los hechos relativos al año de 1810 daremos cuenta minuciosamente en la «Historia de la revolucion» que tenemos preparada y publicaremos pronto.

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