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caminar por tierra, como desde Portobelo á Panamá, que para pasar de un mar á otro se han de caminar diez y ocho leguas por tierra que dividen los dos mares: sino que pasando de un mar á otro por el estrecho, se corre toda la costa de Chile y del Perú, y se puede dar una vuelta al mundo como la dieron Magallanes, los Nodales, el Drag, y otros. Esto mismo quisieron intentar estos dos navíos. Y el uno lo consiguió feliz.. mente que llegó á las costas de Chile, pasó al Perú ‹ió fondo en el puerto del Callao, volvió á España despues de haber dado una vuelta al mundo. El otro con una vuelta de fortuna fué mas desgraciado porque dió al través en el estrecho mismo de Magallanes, donde se juntan los dos mares: y la junta y encuentro de los dos, hacen espumoso palenque de sus luchas, y estrellan con las peñas al que se mete en ellas, levantándole á las estrellas y dejándole caer precipitado á donde miserablemente se estrella, como le sucedió á este navío. El otro aguardó á que abonanzase el tiempo y se aquietase el furor concitado de los vientos con que las olas luchaban unas con otras, y diéronle paso las blandas mareas y las apasibles ondas. Este incauto se arrojó á sus encuentros, mețiéndose de por medio entre sus furias y antiguas enemistades, sobre defender cada uno su jurisdiccion y términos, y con poco término le achocaron contra las rocas, esperimentando sus rigores, como sale de ordinario el que pone paz, y se mete entre dos que riñen y pelean.

Escapóse la gente en la playa, que no fué poca misericordia, y saltaron en ella doscientos hombres, treinta mujeres y cuatro sacerdotes. El capitan Sebas

tian de Argüello, cabo de aquella tropa de gente, aunque hizo todas las diligencias posibles por descubrir algunos indios ó habitantes de aquellos páramos, y para que les viniesen á socorrer del Perú, hizo un barco para dar aviso; pero fué todo envano. Y asi porque no pereciese su gente en aquella playa, la animó para que trepando por aquellas asperísimas cordilleras nevadas, que ciñen el estrecho y le enangostan tanto, fuesen á buscar su remedio, y no se dejasen morir en aquel páramo ó por descaecimiento de ánimo, ni falta de diligencia. Recogiendo lo que les habia dado de barato el navio fueron trepando por las ásperas peñas, y por encima de la nieve en busca de alguna gente ó sitio apropósito para alguna poblacion. Y aunque algunos por la aspereza y dificultades del camino, y por la suma frialdad de las nieves desfallecian, él los alentaba y ponia esfuerzo con buenas razones; y con buenas esperanzas los fué animando hasta que llegaron, vencido ya aquel gigante desmedido de la cordillera, á un sitio apasible junto á una laguna hermosa que los convidó al descanso y refrigerio con sus dulces aguas, y á todos les volvió el alma al cuerpo y llenó de increible regocijo. No sabian á dónde estaban, ni les parecia que podian habitar en semejantes desiertos gentes de alguna nacion, ni fieras del campo. Y viendo que la flaqueza y descaecimiento de la gente no podia dar paso adelante, escogieron aquel sitio, no tanto por eleccion como por necesidad, para lugar de su descanso, y para cuidar de su morada, ingeniándose á buscar la vida, á edificar y á cultivar los campos, sembrando de las semi

llas que habian sacado del navío; y como la necesidad es industriosa, para todo hallaron traza.

Algunos indios bárbaros que habitaban en aquellos retiros, estrañando el color blanco de los españoles, y el ver gente estraña en sus tierras, trataron de hacerles guerra y echarlos de sus confines; y aunque al principio trabaron con ellos algunas batallas, mas, reconociendo la superioridad del valor y las ventajas de las armas de fuego, se rindieron, y con agasajos y buen trato se hermanaron los unos con los otros. Y los españoles les dieron á entender, como no habian venido á aquella tierra á hacerles mal ninguno, ni de propósito á habitar allí y enseñorearse de sus tierras; sino que arrojados del mar se habian visto obligados á poblarse allí por conservar las vidas, imposibilitados de pasar á otra provincia, ni de dar paso adelante por el sumo cansancio y fatiga con que habian llegado; que tuviesen á bien que allí se avecindasen, y se tratasen como hermanos, que de cuanto tenian partirian con ellos: y como dádivas quebrantan peñas, quebrantaron con ellos la dureza de aquellos bárbaros, y se les brindaron amigos llegando á tanto, que emparentaron los unos con los otros, casándose los españoles con las indias: y para ejemplo de los demás, fué el primero que se casó con una hija de un cacique el capitan Sebastian de Argüello. Estos españoles fueron progresando y se aumentaron en gran manera, y formaron una populosa ciudad; y para mas seguridad, la poblaron en una espaciosa isla que hacia la laguna, con barcas y canoas salian á comerciar y contratar con los indios circunvecinos y como se poblaron cerca de la entrada

del estrecho de Magallanes, donde se perdieron en artura de cuarenta y ocho grados y medio; allí se quedaron entre los indios bárbaros; pero con su república aparte y su gobierno monárquico, obedeciendo todos al capitan Sebastian de Argüello. Y por la mucha distancia y fragosidad de los caminos, y por no saber que hai otras ciudades en Chile y haber muchas naciones bárbaras y de indios gentiles en el comedio; no ha venido ninguno hasta ahora a Chile, ni comunicádose á los españoles que en este reino están poblados. Ni tampoco de los conquistadores de Chile ha ido ninguno á esta ciudad de los Césares, asi por las mismas dificultades de los caminos y gentes bárbaras, que habitan en el comedio, como por haber tenido tanto que hacer en pelear con los indios chilenos, y sujetar á los araucanos, gente tan feroz y tan valiente, que desde su conquista ha dado bastantemente en que entender a los españoles hasta hoi.-Y no es mucho que estos césares no hayan sabido de las poblaciones que han hecho los españoles en Chile, aunque unos y otros están en un mismo reino, porque de la principal ciudad de Chile, que es la de Santiago, hai á la de los Césares quinientas y mas leguas de distancia, hai un caos de cordilleras nevadas entremedias. Y como los césares poblaron primero, no tuvieron noticias de poblaciones ningunas, ni de las que despues se hicieron; además de que los césares entraron en Chile por el mar océano y se poblaron al principio del mar austral, fin de toda la tierra de Chile. Y los conquistadores primeros entraron por tierra por la parte opuesta, conquistando las naciones de Coquinibo y Mapocho, que hoi se llama

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Santiago. Pasando por Osorno y Carelmapu que es lo que propiamente es Chile, y desde allí entra el mar cortando la tierra continente de Chile y se entra en el archipiélago de Chile; y corren dos cientas leguas hasta el Estrecho de Magallanes; y luego se siguen cien leguas de distancia que tiene de largo el Estrecho. Y esta ciudad de los Césares no está en la derecera de Chile por la costa del mar; sino de la otra banda de la cordillera nevada que mira a Buenos-Aires y á Tucuman.

Las mas individuales noticias que hai de esta ciudad de los Césares fueron las que dieron dos españoles de ella; el uno llamado Pedro de Obando, y el otro Antonio de Cobos, que habiendo muerto á uno en la ciudad de los Césares, queriéndolos ajusticiar su capitan y gobernador Sebastian Argüello, se huyeron, y pasando por diferentes naciones de indios, que hai en la otra banda de la cordillera, caminaron por la falda de ella y pasaron por una ciudad mui populosa de indios del Perú, que cuando sucedió la muerte, que al rei Inca dieron los españoles, hai tradicion de que se vinieron huyendo por la cordillera con un pariente del rei Inca, mas de treinta mil indios, y se poblaron en esa ciudad : que dijeron que tenia de largo un dia de camino y muchos plateros y grande riqueza de oro y plata en ella: y que dándoles plata, no la quisieron recibir; sino que solo pidieron les diesen guias para pasar adelante en busca de los españoles: y al pariente del rei Inca que reinaba allí le traian en andas; y usaba una borla colorada en la frente en señal de majestad, y en lugar de corona. Les mandó dar veinte indios por guias con los cuales llegaron siempre á las faldas de la cordillera

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