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Tolten alto lograron con preferencia de tantos bienes: en la primera de estas parcialidades, el celo de Aguilera fué coronado por la conversion del úlmen Naguelguala, quien con toda su familia abrazó la fé de Jesucristo. Ravanal, á mas de atender al trabajo material de la mision, predicó á la reduccion de Tolten bajo y á los habitantes de las orillas del Cauten. Esta mision permaneció hasta el alzamiento general en que se mandaron evacuar todas las establecidas en el Estado araucano.

La conducta de los Araucanos con respecto á los misioneros habia recibido ya una mejora sustancial é importantísima; en el artículo anterior, cuando tratamos de las convulsiones políticas que conmovieron al estado de Arauco en la época que nos ocupa, tuvimos ocasion de notar que con alguna escepcion á los misioneros no se infirió vejámen, antes por el contrario se les hizo retirarse antes á lugar donde estuviesen libres de esperimentar los efectos de la revolucion. Pudieron contribuir sin duda para esto los conocimientos mas ventajosos adquiridos ya de la escelencia de la fé, pudo tambien ser efecto del cariño que profesaban á sus personas; mas sea lo que fuere, lo cierto es que la fé ganaba notablemente con semejante conducta.

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CAPÍTULO III.

Gobierno de la diócesis de Santiago durante el siglo XVIII.- Importancia que adquirió la iglesia de Santiago en este siglo.-D. Luis Francisco Romero es promovido á la iglesia de Santiago.-Su biografía. Es trasladado á la catedral de Quito.-Le sucede D. Alejo Fernando de Rojas, y á su nombre toma posesion D. Gerónimo Hurtado de Mendoza.- Gobierno del señor Rojas.-Su promocion á la Paz.-Discordia del cabildo eclesiástico, que trataba de elegir vicario capitular.-El maestre escuela D. José Toro toma posesion del obispado á nombre del obispo D. Alonso del Pozo y Silva.-Se apersona este en Santiago y gobierna siete años. Es promovido al arzobispado de la Plata.-Le sucede D. Juan de Sarricolea, y á su nombre toma posesion del obispado D. Pedro de Azua.-Llega á Santiago el obispo Sarricolea.-Noticia de su gobierno.-Es promovido al Cuzco.-D. Juan Bravo del Rivero, obispo de Santiago.-Hace cuantiosos presentes á su iglesia. Su biografía.-Es promovido al obispado de Arequipa, y allí muere.-D. Juan Gonzalez Melgarejo sucede al obispo Bravo del Rivero.-Trabajos importantes que emprende en el gobierno de la diócesis.-Realiza el proyecto de construir una nueva catedral.--Muere cuando estaba promovido para Arequipa.-D. Manuel de Alday recibe cédula de presentacion para obispo de Santiago y en su virtud toma el gobierno del obispado.Recibe bulas y marcha á Concepcion para ser consagrado.-Sus tareas pastorales.-Asiste al concilio Peruano.-Desavenencias entre los padres, que arregla el obispo de Santiago. Se le tributan elogios. Vuelve á su diócesis y se ocupa celosamente de su gobier-Muere.-Sucédele D. Blas Sobrino y Minayo y su gobierno es mui breve.-D. Francisco José Maran entra en posesion del obispado.

no.

A biografía de los obispos de Santiago, que vá á ocuparnos, tiene pasages tan interesantes que eternizan el recuerdo de sus héroes. Santiago en este siglo dejó de ser la iglesia pobre y mui subalterna como se le consideraba antes, para tomar lugar entre las primeras catedrales de la América meridional. Aumentado maravillosamente el número de su grei, ilustrado su clero con el estudio de las ciencias eclesiásticas,

y es

tablecido el arreglo de la disciplina por medio de saludables estatutos que mandaron observar los prelados en sínodos diocesanos, mereció tener á su cabeza pastores de primera importancia y que por lo profundo de su doctrina, por lo eminente de sus virtudes y por el celo que desplegaron en la causa de la fé, pueden compararse con los primeros padres de la iglesia. No podrá tomarse esto como exageracion nuestra, si se considera que ellos fueron en los sínodos diocesanos los legisladores cuyo saber mereció encomios de la cátedra de san Pedro; y en los concilios provinciales, el alma que dió vida y puso en movimiento á los miembros que formaron esas augustas asambleas. El obispado de Santiago puede ostentarse ufano entre todos los de América, seguro que la gloria de haber sido gobernado por pastores tan célebres, pocos podrán disputársela.

Las virtudes raras con que el obispo Puebla y Gonzalez honró su ministerio pastoral, se conservaban todavia frescas en la memoria de todos aquellos que tuvieron ocasion de esperimentarlas: y mientras estos deseaban que el obispado recayese en un sugeto que les diese nuevo brillo, la Providencia eligia con este objeto al doctor D. Luis Francisco de Romero. Nacido en Alcovendas, villa de la jurisdiccion del arzobispado de Toledo, pareció desde mui jóven inclinarse al servicio de Dios de un modo mas perfecto que el que permite el bullicio del mundo. De mui poca edad gustaba del retiro, frecuentaba los templos y ejercitaba la caridad con los pobres. ¡Feliz aquel á quien estas señales le consagren al Señor aun antes que su propio convencimiento y vocacion! Pocos años contaba el jóven

Luis, cuando su padre, por dar impulso á su fortuna, emprendió viaje á Lima llevándole en su compañía, asi como á toda su familia. En esta ciudad, metrópoli entonces de la América y emporio de sus riquezas, el colegio de San Martin, sostenido con regia liberalidad por los soberanos de España, proporcionaba educacion científica á los hijos de los nobles. La fama de sabios que tenian bien cimentada sus profesores, le adquiria una reputacion mui sobresaliente, no solo en el nuevo sino tambien en el viejo mundo. En este célebre establecimiento hizo Luis Francisco su primer aprendizaje para entrar en la carrera de las ciencias: cuando estuvo avanzado en estas, volvió á España y consecuente á la inclinacion decidida que tenia á las letras, entró en el colegio de Alcalá de Henares, famoso tambien en aquella época por los teólogos eminentes con que embelleció la república literaria. Graduado de doctor en teología por la universidad de Alcalá, se preparó para el sacerdocio, al que fué promovido con grande gozo de su espíritu. No pasó mucho tiempo sin que se le llamase á ocupar un puesto distinguido en el clero, pues informado Felipe V de sus virtudes le presentó para una canonjía de la catedral del Cuzco, de la cual fué promovido mas tarde sucesivamente á las dignidades de maestre-escuela, chantre y dean del mismo coro. Desempeñaba los oficios propios á esta última, cuando el mismo Felipe le presentó para obispo de Santia– go de Chile. La santidad de Clemente XI, aceptando la propuesta del rei, despachó las bulas el veinte y seis de enero de mil setecientos cinco, en cuya virtud recibió en Lima la consagracion episcopal, teniendo en

esa fecha cuarenta años de edad. Tardó en ponerse en camino el nuevo obispo para su iglesia y con su poder el cabildo tomó posesion de ella el veinte y ocho de agosto de mil setecientos seis. Ya cuatro años habia que se encontraba Santiago huérfano de pastor, cuando se apersonó en ella Romero por el mes de marzo de mil setecientos ocho y con celo se dedicó á gobernarla. Una de sus primeras atenciones fué vigorizar la disciplina del clero ý dar esplendor al culto divino, y esto lo procuró por medio de saludables reglamentos que mandó observar rigorosamente. El mas célebre de estos fué el que publicó el veinte y uno de marzo de mil setecientos doce de acuerdo con su cabildo. Dos visitas emprendió en años diferentes, en la primera recorrió las parroquias situadas en la parte del norte de Santiago, y las del sud en la segunda; y en ambas administró el sacramento de la confirmacion á un número mui crecido de personas. Distinguia al obispo entre otras prendas estimables, una devocion ardiente á los santos mártires Justo y Pastor; construyó á sus espensas un altar en la iglesia catedral, donde se dedicó á dar culto á sus santas imágenes, imponiendo además una cantidad de dinero para que con sus réditos se les costease fiesta anualmente. No faltaron al obispo Romero ocurrencias que le amargaron entrañablemente; pero si la potestad civil que las ocasionó se manifestó en ellas tan pretenciosa como terca, el obispo por su parte dió pruebas de rectitud, prudencia y entereza nada comunes, como veremos en su lugar. Despues de estas y otras obras con que promovió la honra de Dios y el culto de sus

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