Obras poéticas de d. José de Espronceda

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Baudry, 1846 - 358 páginas
 

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Página 214 - Teresa, que te veo aérea como dorada mariposa, ensueño delicioso del deseo, sobre tallo gentil temprana rosa, del amor venturoso devaneo, angélica, purísima y dichosa, y oigo tu voz dulcísima, y respiro tu aliento perfumado en tu suspiro. Y aun miro aquellos ojos que robaron a los cielos su azul, y las rosadas tintas sobre la nieve, que envidiaron las de Mayo serenas alboradas...
Página 218 - Y alegre, audaz, ansioso, enamorado, en tus brazos en lánguido abandono, de glorias y deleites rodeado, levantar para ti soñé yo un trono, y allí tú venturosa y yo a tu lado, vencer del mundo el implacable encono, y en un tiempo sin horas ni medida ver como un sueño resbalar la vida.
Página 59 - Y del trueno Al son violento, Y del viento Al rebramar, Yo me duermo Sosegado, Arrullado Por el mar. »Que es mi barco mi tesoro, Que es mi Dios la libertad, Mi ley la fuerza y el viento, Mi única patria la mar.
Página 58 - La luna en el mar riela, en la lona gime el viento, y alza en blando movimiento olas de plata y azul; y ve el capitán pirata, cantando alegre en la popa, Asia a un lado, al otro Europa, y allá a su frente Stambul.
Página 197 - Y afanosos sus fuerzas emplean En tu inmenso taller sin cesar, Y en la tosca materia golpean, Y redobla el trabajo su afán. De la vida en el hondo oceano Flota el hombre en perpetuo vaivén, Y derrama abundante tu mano La creadora semilla en su ser.
Página 93 - Luego en la tierra, la virtud, la gloria, busqué con ansia y delirante amor, y hediondo polvo y deleznable escoria mi fatigado espíritu encontró. Mujeres vi de virginal limpieza entre albas nubes de celeste lumbre; yo las toqué, y en humo su pureza trocarse vi, y en lodo y podredumbre. Y encontré mi ilusión desvanecida, y eterno e insaciable mi deseo: palpé la realidad y odié la vida ; sólo en la paz de los sepulcros creo.
Página 62 - Desgarraremos la vencida Europa Cual tigres que devoran su ración; En sangre empaparemos nuestra ropa Cual rojo manto de imperial señor. Nuestros nobles caballos relinchando Regias habitaciones morarán; Cien esclavos, sus frentes inclinando, Al mover nuestros ojos temblarán. ¡Hurra! cosacos del desierto...
Página 87 - Fragancia esparce la naciente rosa; Mas si el ardiente sol lumbre enojosa Vibra del can en llamas encendido, El dulce aroma y el color perdido, Sus hojas lleva el aura presurosa. Así brilló un momento mi ventura En alas del amor, y hermosa nube Fingí tal vez de gloria y de alegría; Mas ¡ay! que el bien trocóse en amargura, Y deshojada por los aires sube La dulce flor de la esperanza mía.
Página 64 - Mío es el mundo: como el aire libre, Otros trabajan porque coma yo: Todos se ablandan si doliente pido Una limosna por amor de Dios.
Página 196 - ¡Salve, llama creadora del mundo, Lengua ardiente de eterno saber, Puro germen, principio fecundo Que encadenas la muerte a tus pies! Tú la inerte materia espoleas, Tú la ordenas juntarse y vivir, Tú su lodo modelas, y creas Miles seres de formas sin fin.

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