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y las elevadas montañas de las cordilleras, que cruzan en varias direcciones las más principales islas. Ocupados los Misioneros en la conversión y civilización de los infieles, que moraban en los llanos, cubiertos de bosque tambien, no habían tenido tiempo para internarse en las abruptas montañas en donde tenían sus guaridas como las fieras, los Igorrotes y otros salvajes de índole feroz y de instintos sanguinarios; y los Negritos ó Aetas, raza insociable é incivil por odio ó por temperamento. Según la opinión más acreditada y verosímil fueron los Negritos la raza aborigen del país. Vencidos por los indios de raza malaya, fueron arrojados por estos al interior; y cuanto más se internaban los conquistadores, más distantes huían los Negritos, hasta que aumentó tan considerablemente la raza indo-malaya, que ocupó todo el llano y llegó hasta las faldas de las cordilleras, no dejando á los Negritos otro refugio, que las altas cimas de los montes en donde continuaban en 1897. Son los Negritos un tipo raro, muy diferente del indio en lo físico y en lo moral. Tienen el pelo encrespado como los negros de Africa, recio y de color gris; la piel más negra que la del indio, la estatura más baja y el idioma y las costumbres, que conservan hasta el presente muy distintas de las de los otros indios, con los cuales nunca han hecho vida social, aunque en la época de la invasión malaya se refundieron mezclándose las dos razas. Si algún críminal indio, huyendo de la justicia, llega á las inaccesibles alturas ocupadas por los Negritos, ó le matan ó levantan el campo; operación facilísima para ellos, que no tienen otro al

bergue que la copa de un árbol, ni otros bienes que las flechas, el arco y la lanza. Hombres y mujeres van completamente desnudos; carecen de religión y de Sacerdotes; toman compañera cuando pueden mantenerla; la dejan cuando se cansan de hacerlo, entonces la mujer busca otro varón que se encargue de ello. Las otras tribus infieles reconocen el mismo orígen, que el indio malayo, exceptuando los Tinggianes que parecen ser indo-chinos, resultante de la mezcla de los restos del ejército de Limahón con indias del país.

A las alturas inaccesibles que dichas tribus habita. ban, no había llegado el eco de la palabra divina comunicada por medio de los Misioneros. De hacerlo se encargaron los Religiosos Agustinos, siendo tambien en esto los primeros y cuyo ejemplo imitaron despues las otras Órdenes Religiosas. Empresa penosa y difícil la que acometían, porque no se trataba ya de indios sencillos é ignorantes, sino de tribus refractarias á la sociabilidad y á la civilización, feroces y sanguinarias muchas de ellas; refugiadas todas en los más espesos y lejanos bosques. Sin embargo nada de lo dicho fué la dificultad mayor que se opuso en un principio á la evangelización de aquellas gentes, sino el tributo real que pagaban los indios cristianos, y el cual repugnaban extraordinariamente la indolencia ingénita del indio y su amor á la independencia salvaje. Recibieron bien á los Religiosos; se prestaban á la catequesis y recibían el bautismo, pero no había medio humano de hacerles salir de sus bosques, ni podían conseguir de ellos, que agruparan sus viviendas para hacer más fácil y menos

penosa la administración espiritual. Los polos y el tributo real eran el fantasma que los infieles veían con terror flotar espantoso sobre el sitio designado por los Misioneros para el establecimiento de la reducción ó visita. Pudo al fin obviarse esta dificultad eximiendo de polos y tributo á las dos ó tres primeras generaciones de los reducidos, y entonces los PP. Baltasar de Santa María y Antolín Arizaga echaron los cimientos de nuevos pueblos en la provincia de Pangasinan con cuatrocientos treinta y nueve Abácas é Italones que habían convertido. El P. Alejandro Cacho desplegó tanto celo y actividad en la conversión y reducción de los salvajes de Tarlac, Magálang y Porac que con ellos pudo formar cuatro pueblos en 1723. Los PP. Nicolás Fabro y Manuel Madariaga y Barriocanal convirtieron á miles de feroces Igorrotes y de pacíficos Tinggianes, formando varios pueblos con los cuales se constituyó y organizó la provincia del Abra.

Con el mismo celo y no menos fruto llegó el Padre Sánchez á convertir y reducir seismil ochenta y nueve almas de los llamados mundos en las Visayas en menos de veinte años; y el P. Zúñiga fundó tres pueblos con los salvajes de Bosoc; dos el P. Francisco Alvarez, cuatro el P. Salazar con los de Zambales; y otros cuatro el P. Vellojin y Compañeros con los de Mangley.

Asi fué como los Religiosos Misioneros de las Órdenes Monásticas con el mismo espíritu, con igual abnegación, sujetándose rigorosamente al sistema progresivo de conversión, catequésis, regeneración espíritual, re

ducción, civilización, formación de pueblos y constitución en provincias, empleado por los insignes Rada y Herrera, Alba y Giménez regeneraron y civilizaron todo el Archipiélago Magallánico, fraccionado en miles de islas, cruzadas por ásperas montañas, pobladas de espesísimos bosques; separadas por mares peligrosos; y en tres siglos solamente colocaron al país á una altura, que era la admiración de propios y extraños; inspirando á los salvajes indo-malayos acatamiento y veneración á nuestros Reyes é Instituciones nacionales; profundo respeto al Europeo en quien reconocieron la indiscutible superioridad de raza; y se conquistaron ellos con sus trabajos apostólicos; con sus virtudes religiosas; con la abnegación y sacrificio de verdaderos Pastores de almas el prestigio histórico, que por espacio de tres centurias suplió con inmensa ventaja á los fusiles y á cañones. Manila conservará imperecedero recuerdo de las Órdenes Religiosas. No se olvidarán los indios de Mindanao de los PP. Jesuitas y Agustinos Recoletos; ni los de Pangasinán y Cagayán de los Padres Dominicos; ni los de Camarines, Leyte y Samar de los PP. Franciscanos; ni los de Pampanga, Bulacán, Batangas y demás provincias tagalas; los de Visayas, Ilocos, Cebú, Abra, Bantoc, Lepanto etc. etc., de los Padres Agustinos. Los Religiosos fueron sus Apóstoles, sus Párrocos, sus padres, sus protectores, sus maestros, Médicos y bien hechores hasta donde pudo alcanzar la posibilidad de hacer beneficios á sus feligreses entre quienes pasaban la vida, la terminaban y reposaban sus restos mortales mezclados con los de sus hijos espirituales.

CAPÍTULO V.

SUMARIC

Las escuelas y la instrucción primaria por los Religiosos hasta 1863.-Los Religiosos, maestros de escuela. - Sus discípulos más aprovechados les sustituyen. - Los Religiosos pagaban á los Maestros. -Difusión de la primara enseñanza en Filipinas. Establecen los Religiosos escuelas en los barrios.— Los Religiosos no tienen la culpa de que los indios ingnoren el castellano.-Acta del primer Capitulo provincial de PP. Agustinos en 1590.-El Colegio de S. José por los PP. Jesuitas; la Universidad, el Colegio de Sto. Tomás y de S. Juán de Letrán por los PP. Dominicos. -D Geronimo Guerrero.-Colegios de segunda enseñanza en Dagupan, Camarines, Negros é Iloilo por los PP. Dominicos, Franciscanos, Agustinos Recoletos y Agustinos calzados. -Colegios de niñas por Hermanas de la caridad; Dominicas de Sta. Catalina, y Sta. Rosa, Terciarias Agustinas y Agustinas de la Asunción.-Intelec tualidad de los indios.-Su aptitud para la imitación.

Hasta á fines del año 1863 en que se dictó el me>>morable Real Decreto que estableció un plan de pri>>mera Enseñanza en Filipinas; dispuso la creación de >> escuelas de instrucción primaria en todos los pue>>blos de las islas, y la de una Escuela Normal en Ma>nila, de donde salieran maestros instruídos y religiosos, » que se pusieran al frente de aquellos establecimientos; puede decirse que no se había legislado sobre instrucción primaria en estas islas, pues si bien es

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