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ellos pusieron los fundamentos de las artes, ciencias é industrias que hicieron la prosperidad de las islas.

El atraso de Filipinas en artes, ciencias, comercio é industria no es culpa de los Frailes, ni del Gobierno, ni de nadie: es efecto del clima, de la naturaleza del país y de su alejamiento de los centros de cultura. Un país en el que á la puerta de casa tienen los naturales el plantio, que les produce arroz para su alimento, que allí es artículo de prímera necesidad; y que en los arrozales mismos encuentra pescado para su regalo; en donde para cobijar á su familia necesita solamente unas cuantas cañas de bambú, algunos cientos de palmas de nipa ó de haces de cogon que espontánea le ofrece la naturaleza; y para vestirse teje unas cuantas varas de tela en artefactos hechos por él mismo de caña tambien, y con filamentos que extrae del abacá, de la anana ó del bury, que crecen frondosos en los huertos de sus casas, no podía hacer rápidos progresos en las artes é industrias de que no necesitaba ni para su sustento ni para su regalo. En 1779 decía al Rey su Ministro de Justicia D. Manuel Castillo y Navarrete (1): «Es cierto y así lo vemos que la naturaleza vo>luntaria fecundidad de estos Paises en todas las Es>taciones del año, presta con poco, ó quasi ningún > trabajo los alimentos necesarios de que ordinaria>mente usan sus naturales; que los mares con sus »playas, las lagunas, esteros, rios y arroyos, y aun las >sementeras en los tiempos sin comparación lluviosos

(1) Ordenanzas ó Instrucciones. Número 33.

ses más cultos y adelantados? ¿Es de extrañar la ausencia de las altas chimeneas de las fábricas y de las grandiosas manifestaciones de la actividad humana, allí, en donde la concurrencia á los actos religiosos, á las solemnidades del culto, á las festividades de la Iglesia, era siempre numerosísima, compacta, general sin excepción de edades ni de sexos? Ciertamente que no se veían en los pueblos filipinos las humeantes chimeneas que la industria ha elevado en los aires, soberbias como la torre de Babel, pero se divisaban desde larga distancia los elevados campanarios coronados con el signo de la Redención; no se oía el sonido agudo, estridente del vapor, que huye ingrato de su madre generadora, pero se oía el sonido grave y sentimental de las campanas, que suenan alegres cuando nacemos, y tristes cuando nos despedimos de este mundo; no se oían en los pueblos filipinos el ruido metálico de los aparatos y máquinas, ni los gritos de los operarios, ni ensordecía y crispaba los nervios el estrépito fragoroso y el áspero chirrido de martilletes, tornos, limas y poleas, pero se oía el suave murmullo de la plegaria del inocente niño, del decrépito anciano, de la púdica doncella, de la afligida viuda, de todos los felices y de los desgraciados todos. Las Corporaciones monásticas no eran empresas agrícolas, comerciales ni industriales, ni sus Religiosos eran ingenieros agronómos ó mecánicos, sino simples operarios evangélicos, que fueron al país á llevar la luz de la fe, la virtud, el mérito de las buenas obras, la esperanza en otra vida eterna y la salvación de las almas. Y sin embargo solos

ellos pusieron los fundamentos de las artes, ciencias é industrias que hicieron la prosperidad de las islas.

El atraso de Filipinas en artes, ciencias, comercio é industria no es culpa de los Frailes, ni del Gobierno, ni de nadie: es efecto del clima, de la naturaleza del país y de su alejamiento de los centros de cultura. Un país en el que á la puerta de casa tienen los naturales. el plantio, que les produce arroz para su alimento, que allí es artículo de primera necesidad; y que en los arrozales mismos encuentra pescado para su regalo; en donde para cobijar á su familia necesita solamente unas cuantas cañas de bambú, algunos cientos de palmas de nipa ó de haces de cogon que espontánea le ofrece la naturaleza; y para vestirse teje unas cuantas varas de tela en artefactos hechos por él mismo de caña tambien, y con filamentos que extrae del abacá, de la anana ó del bury, que crecen frondosos en los huertos de sus casas, no podía hacer rápidos progresos en las artes é industrias de que no necesitaba ni para su sustento ni para su regalo. En 1779 decía al Rey su Ministro de Justicia D. Manuel Castillo y Navarrete (1): «Es cierto y así lo vemos que la naturaleza vo>luntaria fecundidad de estos Paises en todas las Es>>taciones del año, presta con poco, ó quasi ningún > trabajo los alimentos necesarios de que ordinaria>mente usan sus naturales; que los mares con sus >> playas, las lagunas, esteros, rios y arroyos, y aun las >>sementeras en los tiempos sin comparación lluviosos

(1) Ordenanzas ó Instrucciones. Número 33,

en empresas antes de él desconocidas, arrojaría los antiguos moldes y las prácticas rutinarias; y en el inmenso horizonte abierto, á sus ojos adormecidos, por el comercio é industrias europeas vería el porvenir brillante de su pais, la prosperidad de su pueblo y la felicidad de su familia. A la altura que habian alcanzado en Filipinas la industria y las artes, este era el único medio rápido y eficaz de sacarlas de su estacionamiento, como veremos en el capítulo siguiente.

CAPÍTULO VIII.

SUMARIO

El siglo diez y nueve comparado con los dos que le precedieron -- El P. Zúñiga.-El P. Blanco. – Más Religiosos botánicos en Filipinas.- Impulso recibido por la agricultura é industria en el siglo diez y nueve. —La fabricación de ladrillos.-El P. Francisco Laredo en Nueva Ecija.-Los PP Juan Ruiz y Miguel Carot en Iloilo.-Exportación á principios y mediados del pasado siglo.-Inutilidad del Chino para el progreso de la agricultura -El istmo de Suez. - La inmigración europea.-Entra el indio en el movimiento general.-Estadística de comercio.— Ingratitud de los indios y españoles con los Religio-Belloc y Sánchez.

SOS

Comparando el siglo diez y nueve con los dos inmediatos que le habían precedido, es necesario y forzoso confesar, pese á los difamadores de las Corporaciones Religiosas de Filipinas, que el país había experimentado una transformación tan radical y completa en lo político, social y religioso, que casi todo lo primitivo había desaparecido, y hasta se había olvidado. Aquellos indios, que obligaron á Villalobos á darse á la vela apresuradamente sin haber podido proveerse de lo mas necesario para su armada; aquellos otros que mataron á Magallanes y asesinaron á sus compañeros; aquellos de Cabalian que huyeron á los montes, dejando plantados á Legaspi y á los suyos despues de haber celebrado el pacto de sangre entre el hijo del cacique del pueblo y

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