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animal de la intelectual. Así á la idea que me formo del triángulo, corresponden vagando por mi imaginación variedad de formas de triángulos envueltos en sensaciones múltiples, visuales y tactiles; puedo con precisión concebir la idea de un polígono de mil lados, y en cambio será inútil todo esfuerzo para representarla en la imaginación ó representación visual, ésta será de tonos tan vagos y obscuros que lo mismo podrá responder á un polígono de quinientos, ochocientos, que de mil lados. <Entre la imagen indecisa y vaga sugerida por el nombre y el extracto preciso y fijo del concepto, escribe Taine, hay un abismo. Basta, para convencerse de ello, con que el lector considere la palabra miriágono y lo que expresa. Un miriágono es un polígono de diez mil lados. Imposible imaginarle ni coloreado y particular, ni con más razón como general y abstracto. Por clara y comprensiva que sea la visión interior, después de cinco 6 seis, veinte 6 treinta líneas, trazadas no sin gran dificultad, la imagen se confunde y desvanece; y sin embargo, mi concepto de miriágono sigue siendo muy claro; lo que yo concibo no es un miriágono como este incompleto y ruinoso, sino un miriágono acabado y cuyas partes todas subsisten en conjunto; yo imagino muy mal lo primero y concibo muy bien lo segundo; por tanto, lo concebido es cosa muy distinta de lo imaginado, y mi concepto no es la figura incierta y vacilante que le acompaña». ()

Quede para otro lugar más á propósito (estudio de la inteligencia-formación de las ideas) el señalar todas las diferen · cias fundamentales de la representación intelectual 6 ideas y la sensible ó imagen, por ahora basta con lo dicho.

No obstante estas diferencias transcendentales que las hacen irreductibles, una y otra se producen siempre unidas de tal modo, que la imagen fecundiza la idea, y la idea difunde su luz y su virtualidad en el fondo de las imágenes; estas sirven de paso á la inteligencia para comunicarse con la realidad, ya en la adquisición de los conceptos, ya también en la realización de sus ideales; las imágenes son color, figura, movimientos, líneas concretas; la idea es finalidad, creación, que informa, dirige y da cohesión á las imágenes. La inteligencia, la idea, sin imágenes, recaería sobre el vacío, la imagen sin la idea es puro mecanismo pasivo y animal.

Esta compenetración y ayuda mutuas en que viven la inte

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ligencia y la imaginación fundiéndose sus funciones en un sólo principio y una sola conciencia, hacen más que difícil, imposible á la intuición interior el señalar los límites de unas y otras. (1)

INTENSIDAD DE LAS IMÁGENES.-Las imágenes parecen tener cierto carácter intensivo, á semejanza de las sensaciones de que son copia. Ocupan algunas de aquellas los límites de la conciencia, cuyas líneas son borrosas y desvanecidas, otras por el contrario se presentan claras y vivas, y con líneas y detalles precisos, como la sensación que las produjo. Forman las experiencias del pasado á modo de vasto panorama bien organizado, ó de escena decorativa en movilidad constante que sirve de fondo y marco á las impresiones actuales, perdiéndose unas en las lejanías obscuras, otras se hallan bien iluminadas, pero cuyas distancias impiden ver los detalles concretos; y otras finalmente ocupan el primer término moviéndose en el centro de visión de la conciencia: estas últimas son las más allegadas y unidas por mayor número de vínculos á nuestras percepciones actuales y á las preocupaciones del momento.

La intensidad mayor ó menor de las imágenes dependerá por tanto de su aproximación á las impresiones actuales; y las relaciones aumentarán, y con ellas la viveza y fuerza de las imágenes y la tendencia á reproducirse con preferencia á otras, con la repetición de las sensaciones correspondientes; estable. ciéndose así por la simple coexistencia una asociación más firme y con mayor número de grupos de imágenes, y aumentando proporcionalmente la probabilidad de la reproducción.

A esto se debe el que un objeto en sí indiferente llegue á despertar interés, nada más que por la simple repetición, y aún llegue á ocupar y aún á preocupar nuestra atención.

En general puede establecerse como conclusión, que la intensidad de las imágenes depende de la fuerza de la sensación correspondiente, de su repetición, y de sus relaciones con nuestras preocupaciones habituales, y sobre todo las del momento.

(1) "La nota distintiva de la imagen visual (lo mismo que de cualquiera otra imagen) es tender hacia la sensación, ser tan rica como ella de colores y formas, substituirla y ocupar como ella el plano del presente y de la acción. Por el contrario la abstracción (idea) consiste en resumir todo lo posible los detalles en un esquema general, en ir siempre de simplificación, de substitución en substitución hasta situarse fuera del tiempo. La imagen visual se proyecta en el espacio, la abstracción se remonta por encima del espacio. Esta procede de la inteligencia propiamente dicha, aquella permanece en el dominio de la sensación. Imaginar, es sentir; abstraer, en el verdadero sentido de la palabra, es comprender es percibir las razones de las cosas,. V. Peillaube, Les images visuelles, en la Revue de Philosophie, Octubre de 1902, p. 718.

Fuera de esto son factores importantes las condiciones individuales, la edad, el carácter, la educación y aún el tipo de memoria desarrollado con preferencia á los demás.

ILUSIONES-ALUCINACIONES.-La intensidad de las imágenes está en relación directa con el sentimiento de subjetividad ú objetividad de que se acompañan.

El grado mayor de intensidad está en las sensaciones actuales, pero las objetivamos; en cambio la imágen es de ordinario muy débil relativamente á la sensación, y de aquí el atribuirle un carácter subjetivo; ocurre sin embargo aumentar la intensidad de las imágenes hasta igualar ó superar á la sensación, y entonces confundimos las unas y las otras: tal sucede en las ilusiones y alucinaciones.

Las sensaciones despiertan siempre un grupo de imágenes, que se adaptan á aquéllas formando un todo y con ellas reciben un carácter objetivo; ya se ha dicho que el análisis encuentra en toda percepción objetiva numerosos elementos imaginarios. Cuando, por consiguiente ocurre el caso, frecuente en naturalezas de nerviosidad pronta y viva, de despertarse y agruparse imágenes que no corresponden á determinada (sensación, se produce el caso llamado ilusión. En la soledad de un bosque, y á la luz tibia de la luna aparecerán fácilmente á la vista de un niño ó de caracteres tímidos, los troncos de árboles otras tantas figuras humanas, y hasta creerá verlos moverse y dirigirse hacia él en actitudes amenazadoras. Cuando una idea preocupa grandemente á nuestro espíritu, es fácil, con cualquier pretexto ó estímulo sensible, darla plena realidad.

A diferencia de las ilusiones, que suponen una causa determinante objetiva, pero falseada ó mal interpretada por la imaginación, son las alucinaciones totalmente imaginarias. Aquí un grupo de imágenes, de viveza é intensidad iguales ó mayores que la sensación, avanza sobre la línea de estas últimas hasta colocarse en el mismo plano. Lo ordinario es que ocurran las alucinaciones en casos de desarmonía entre las facultades como en el sueño, ó de desequilibrio mental, como en la locura, el delirio, hipnosis y sugestión. En estos casos las imágenes se reproducen espontáneamente y en estado de pasividad absoluta del sujeto, independientes por tanto de la actividad voluntaria, identificándose en esto á las sensaciones; y entonces la conciencia viendo á las imágenes en el mismo plano que

suelen ocupar las sensaciones, las atribuye la misma actualidad objetiva, no representándose los objetos sino viéndolos presentes.

Pero se dan también ejemplos de un poder de imaginación tan grande que por solo el esfuerzo de la voluntad se llegue á reproducir imágenes con la intensidad, relieve y riqueza de detalles, con la misma fuerza, luz y colorido propios de la sensación, y aún superiores á ésta; pero sin llegar por esto á confundirlos, á causa del sentimiento de la fuerza interior libre y creadora que acompaña á las primeras, y el carácter pasivo del sujeto en las segundas.

La alucinación es perfecta, cuando, como ocurre en el sueño, suspendidas las funciones de los sentidos, ocupa su lugar objetivándose todo el proceso imaginativo; ó también, cuando, en los estados anormales de hipnosis, locura, delirio, etc., una sobreexcitación cerebral, alterando el equilibrio de las facultades, interrumpe, trastorna ó anula las funciones de los sentidos, cuyas impresiones no se enlazan ó se unen mal con el proceso imaginario de los centros cerebrales en sobreexcitación.

DURACIÓN DE LAS IMÁGENES.-La permanencia de las imágenes, y la consiguiente aptitud de las mismas para reproducirse en la conciencia, obedecen á condiciones en su mayor parte individuales, así que apenas puede afirmarse algo concreto y definitivo sobre este punto. Varía la duración con las edades. Las impresiones de la primera edad aunque menos intensas y constantes, son en general más duraderas que las de edades posteriores, siendo efimeras en la vejez; recuerdánse, en efecto, con claridad y detalles minuciosos en esta edad última escenas de épocas lejanas, mientras que las impresiones recientes é inmediatas apenas dejan débil rastro de su existencia. A la manera que la vista cansada del viejo necesita para ver los objetos con claridad apartarlos á cierta distancia, así su imaginación no retiene ya los recuerdos más próximos, y tiende á vivir y recrearse con el pasado lejano. Es también un hecho generalmente observado, que en las enfermedades mentales de amnesia, ó pérdida de la memoria, ocurre lo mismo que en la vejez: se borran los recuerdos recientes, y rara vez, y sólo cuando la amnesia es total, los de tiempos lejanos.

¿La causa de este fenómeno constante? Quizá esté en las condiciones vitales del organismo, vigorosas, activas y enérgica

en la edad primera, y por esto en condiciones de recibir una huella más profunda en realidad, aunque menos sensible para la conciencia, de las impresiones externas; mientras que el organismo envejecido ó enfermo, reaccionando con menos vitalidad y energía, sufre una impresión, más vivamente sentida en la conciencia, pero también más pasajera. Añádase á esto la escasez de impresiones é imágenes durante los primeros años, en las cuales ha de concentrarse toda la vitalidad sensible, que en cambio ha de repartirse más tarde entre las innumerables experiencias de toda la vida y preocupaciones del momento.

La duración y repetición de las impresiones objetivas, y la intensidad de la atención que activa y pone en tensión el ejercicio de los órganos, influyen poderosamente en la mayor ó menor solidez de los recuerdos. La repetición y la continuidad de las impresiones son proporcionales á la intensidad con que se graban las imágenes, así como al número de vínculos externos é internos con que estas se relacionan entre sí, y con las sensaciones: así es como duran más y se recuerdan mejor las formas generales de las cosas que los detalles, los nombres comunes que los propios, los abstractos que los concretos. Depende también la estabilidad de la imagen de sus relaciones con las preocupaciones actuales, que avivan la atención sensorial. El interés que en nosotros despierta un objeto ya por simpatía ó por repugnancia, hace más honda la impresión y multiplica los vínculos con otros fenómenos psicológicos; por el contrario, la indiferencia y falta de atención é interés la hacen pasar inadvertida y perderse pronto en el olvido.

En la escala de las sensaciones, duran más las complejas y de líneas precisas, siendo de más fácil y frecuente reproducción; las homogéneas, vagas y confusas se recuerdan en cambio dificilmente, y de ordinario asociadas siempre á las primeras. Ocupan el primer lugar en este sentido, las visuales, de prodigiosa variedad en sus dos formas de espacio y tiempo y de líneas claras y bien definidas; siguen después las auditivas y luego las del tacto; las generales del cuerpo, del olfato y gusto son de reproducción menos frecuente y generalmente asociadas á las visuales. La causa de esta diversidad está sin duda en la variedad de elementos y articulaciones de las primeras, sobre todo las visuales, de que carecen estas últimas más homogéneas; de donde proviene el mayor número de asociaciones establecidas

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