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cito unido de ambas naciones. En pocos días se habían ejecutado los designios del Emperador, casi sin que pudieran pensar en ello los miembros de la familia reinante.

En tales circunstancias los príncipes desposeídos de su reino apenas si tuvieron materialmente tiempo de seguir los apresurados consejos del embajador de Inglaterra, Lord Strangford, de embarcarse y trasladarse al Brasil, nombrando un consejo ó junta de regencia que gobernara el reino hasta que la paz general permitiera á los príncipes volver á ver á sus amados súbditos.

Ello sucedía en los días 26, 27, 28 y 29 de enero de 1807. Al día signiente Junot entraba en Lisboa al frente de sus tropas, y el 1.° de febrero del mismo año, en medio de gran aparato militar, hacía leer, en presencia del Consejo de Regencia y del pueblo asombrado, un decreto de Napoleón, por el cual declaraba el Emperador que la casa de Braganza había cesado de reinar, y que el reino de Portugal quedaba bajo su protección y sería gobernado por el general en jefe de su ejército.

II

DE LAS PRETENSIONES DEL REGENTE DON JUAN PARA FORMAR UN IMPERIO LUSITANO EN AMÉRICA

Tan pronto como la corte de Portugal llegó á Río Janeiro, bajo la protección del embajador de Inglaterra, Lord Strangford, cuando ya se pensó en compensar la pérdida que se había sufrido, agregando á los dominios

y

de la corona los territorios españoles vecinos del Brasil formar con unos y otros un gran imperio americano. No era ello una empresa difícil, á primera vista, si el regente don Juan contaba para llevarla á cabo la alianza de la Inglaterra y si ésta alimentaba todavía vivo el despecho que le causara no ha mucho la retirada de Beresford de Buenos Aires, y, si, por fin, como compensación de su ayuda, podía la Gran Bretaña alcanzar ventajas comerciales de importancia que la corte lusitana podía otorgarle.

La ocasión se presentaba, pues, propicia, y así, como decíamos, no pasó mucho tiempo sin que en la corte de Rio Janeiro se resolviera arrebatar á la soberanía de España sus dominios del Rio de la Plata y se pusiera en práctica dicho proyecto, como lo fué por medio de una nota intimatoria que el ministro Souza Coutinho, en nombre de su augusto amo S. A. R. el Príncipe Regente, dirigió al Cabildo de Buenos Aires, en 13 de Marzo de 1808.

DOCUMENTO

Ilustrisimo Cabildo de Buenos Aires

El abajo firmado, don Rodrigo de Souza Coutinho, ministro y secretario de Estado en los departamentos de guerra y negocios extranjeros, tiene orden de su augusto amo S. A. R. el Príncipe Regente del Brasil, para comunicar a Vuestra Excelencia el hecho, hoy fuera de toda duda, de la completa sujecion de la monarquía española á la Francia y á su peor y más pérfido enemigo. Por esta causa los españoles americanos se ven abandonados y expuestos á nuevos desastres después de todos los sacrificios que han hecho últimamente defendiendo con buen éxito á Buenos Aires contra los

ingleses. Pero el infrascrito está convencido de que Vuestra Excelencia apreciará debidamente la línea de conducta que paso á designar y por la que el comercio de ese pais se salvará de una completa ruina; aprovechándose sus hijos de los medios de conciliacion que Su Alteza Real desea proponer á Vuestra Excelencia, prefiriendo no unirse á sus aliados contra ese país, unión que no dejaría de acarrear aquellas fatales consecuencias sobre sus intereses.

Por lo tanto, Su Alteza Real ha ordenado al infrascrito que, al mismo tiempo que haga saber a Vuestra Excelencia su llegada á la capital de Rio Janeiro, lo que confía le será satisfactorio, ofrezca al Cabildo, lo mismo que al pueblo de Buenos Aires y á todo el virreinato, que los tomará bajo su real proteccion, guardándoles todos sus derechos y fueros y empeñando su real palabra, no sólo para no gravarles con nuevos impuestos, sino garantirles ademas una entera libertad de comercio y por parte de sus aliados un olvido de lo pasado, á fin de evitarles las consecuencias de nuevas hostilidades en su contra, que pueden originarse de los últimos acontecimientos.

Al mismo tiempo Su Alteza Real ha ordenado al infrascrito declarar francamente á Vuestra Excelencia, que, en el caso de que estas proposiciones amistosas (que sólo se presentan á Vuestra Excelencia con el objeto de impedir la innecesaria efusion de sangre) no fuesen aceptadas, Su Alteza Real se considerará en la necesidad de hacer causa comun con su poderoso aliado contra ese pueblo y de disponer de todos los inmensos recursos que la Providencia ha puesto a su disposición, y cuyo resultado no podrá ser dudoso, por más triste que pueda ser para Su Alteza Real el presenciarlo, y el pensar que naciones unidas por los vínculos de la misma religión, por hábitos y costumbres semejantes y por un idioma casi idéntico, se vean envueltas en una guerra, sacrificando sus mas caros intereses.

Vuestras Excelencias que constituyen el Cabildo de

Buenos Aires, los padres de la patria, deben acoger estas proposiciones para tomarlas en su más seria consideración, y en el caso de que deseen someterse con ese pueblo á la protección y vasallaje de Su Alteza Real, Vuestra Excelencia tendrá á bien proponer oficialmente por su parte las condiciones y modo que el Cabildo juzgue conveniente para su reunión bajo el dominio de tan gran príncipe, cuyo resultado no podrá ménos de asegurar la felicidad del pueblo, que tendrá entonces mucha mayor razón para apellidar á Vuestras Excelencias los padres de la patria.

Esperando la contestación de Vuestra Excelencia para someterla al conocimiento de nuestro amo el Principe Regente, y confiando tener la satisfacción de contribuir á la unión y gloria de dos naciones formadas para ser hermanas, y no enemigas, bajo el mismo más benévolo, piadoso y poderoso de los soberanos, el abajo firmado tiene el honor de ser, etc.-Don Rodrigo de Souza Coutinho.

Como se comprenderá, no debía producir en el Cabildo de Buenos Aires, la nota de Souza Coutinho ninguno de los efectos que por ella pudo imaginar el ministro de la regencia. Un príncipe fugitivo que aturdido por la imprevisión y arrastrado por el miedo, había abandonado á sus súbditos de la Península, dejándolos entregados en manos del conquistador extranjero, y que vivía en el Brasil como un simple refugiado, no era el que podía inspirar terror con sus amenazas á los ensoberbecidos habitantes de Buenos Aires, que acababan de librar combate con la misma Inglaterra y arrojádola fuera de su recinto y lejos de sus murallas.

La conminatoria de Souza Coutinho no produjo, en verdad, otro efecto que el que se ve por la contestación que obtuvo en nota de 20 de abril de 1808.

DOCUMENTO

Excelentisimo Señor:

Siempre y en todas ocasiones, la muy noble y muy leal ciudad de Buenos Aires ha sabido mantener y honrar aquel glorioso timbre que le fué conferido por la gratitud y consideraciones de sus augustos soberanos.

Son notorias las pruebas que recientemente ha dado á éstos de su lealtad y fidelidad, al resistir los ataques del poderoso aliado de Su Alteza Real.

Su honor, su fama, sus privilegios, su felicidad, están todos vinculados en el mantenimiento del dominio de su rey y señor, el mejor y más cariñoso de todos los mo

narcas.

La más mínima insinuación contra la realidad de estos sus principios fijos es una acriminación á su lealtad y una intolerable ofensa para ellos.

Por estas razones, el Cabildo ha tenido que usar de mucha tolerancia al imponerse del contenido de la nota confidencial de Vuestra Excelencia del 3 de marzo último, por la que se le incita, por medio de proposiciones lisonjeras y seductoras, á desligarse de un dominio que prefieren á cualquiera otro de este mundo.

Quiera Vuestra Excelencia creer, poniéndolo en conocimiento de S. A. R. el Príncipe Regente, que el Cabildo de Buenos Aires jamás olvidará semejante afrenta; y sobre todo, puede estar segura Vuestra Excelencia, como también el Príncipe Regente, que si estas seductoras ofertas no pueden conmover la fidelidad del SudAmérica, mucho menos son adecuadas para ello las amenazas, acostumbrados como están á arrostrar todos los peligros y hacer toda clase de sacrificios en defensa de los sagrados derechos del más justo, más piadoso y más benigno de los monarcas; y si en otras ocasiones, y tan recientemente, este pueblo ha dado ante el mundo pruebas inequívocas de lo que puede hacerse por medio del

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