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su parte poder hacerlo, á la aceptación por el pueblo español, de la nueva monarquía, dirigiendo proclamas en que incitaba á los habitantes del reino á la paz, á la tranquilidad, pintándole los horrores que serían la con secuencia del trastorno del orden público y de la anarquía que sobrevendrían en seguida á destruir y aniquilarlo todo.

De la misma manera que comenzó en el ejercicio de sus funciones, así terminó la Junta de Gobierno en ellas, arrastrada día á día por las circunstancias, llevada por la debilidad á los actos más extraños á su voluntad, y desempeñando siempre en la mecánica política del tiempo el papel de un mero instrumento que la voluntad del Emperador ó la mano del Príncipe de Berg movía en el sentido conveniente á sus intereses.

En la Memoria que dos de los miembros principales de la Junta de Gobierno, don Miguel Josef de Azanza y don Gonzalo O'Farril, escribieron en 1814, sobre los hechos justificativos de su conducta política desde marzo de 1808 hasta abril de 1814, tratan de explicar la conducta de la Junta, manifestando que ella no tenía otras facultades que las que el Rey le había señalado á su salida de Madrid; que en el ejercicio de sus facultades tenía el deber de proceder con arreglo á las instrucciones que del mismo Rey recibía y que se reducían todas á no romper con el Príncipe de Berg y contemplar sus exigencias, y que el curso fatal de los acontecimientos la obligó á aceptar lo irremediable, lo que las demás corporaciones del reino, en las cuales se hallaban representados todos los órdenes del Estado, hubieron de aceptar también sin que les fuera lícito en tales emergencias exponer á la España á su completa ruina y total desaparición en las manos del coloso de

la Europa, á quien nadie resistía ni podía resistir en la época en que tales sucesos tenían lugar.

Igual defensa hicieron de sus procedimientos los que en diferentes memoriales y manifestos de la época trataron de sincerar su conducta ante el pueblo español, y que tomaron una parte activa ya en la salida del rey de Madrid, camino de Bayona, ya en las conferencias que en dicho lugar hubieron entre los reyes y el Emperador y que precedieron á la proclamación de José, como rey de España, ya en la reunión de la Asamblea que en esa ciudad proclamó la constitución napoleónica, y ya, por fin, en la jura del hermano del Emperador en Madrid, que fué por ellos acompañado.

Pero, todas estas defensas de tan culpable conducta, se hallan condenadas por un sólo hecho, que en materia política es delito capital, y es el de no haber comprendido los que á el faltaron, los deberes que, en circunstancias extraordinarias, se imponen también con eficacia extraordinaria á los hombres patriotas. Los miembros de la Junta desconocieron, en las circunstancias en que se vieron colocados la fuerza del patriotismo del pueblo español y lo que era capaz de hacer en defensa de sus derechos ultrajados y dejaron de inspirarse en él para el cumplimiento de sus deberes para con la España. Los hechos que siguieron son la única y mejor contestación á esas defensas y manifiestan que otro y distinto del que siguieron, debió ser el camino abierto á sus resoluciones y á sus actos en defensa de la patria ultrajada.

Ahora bien, en vista de lo sucedido, se comprende cuál fué el resultado que la conducta de la Junta debió tener en América.

Los actos de la Junta en relación con los hechos que

los motivaban, llevaron á todos los puntos del continente la perturbación consiguiente, relajando allí el principio de autoridad que hasta entonces había sido como el dogma de la lealtad á la madre patria y á sus reyes y que mantenía la unidad del imperio y hacía sagrado el lazo de unión por el cual las provincias americanas estaban unidas á la corona.

Las reales órdenes y papeles públicos, por los cuales llegaron á conocimiento de los americanos las intrigas de la corte, las renuncias de los reyes, la reunión de la asamblea de Bayona, la proclamación de la nueva constitución napoleónica, la mutación de la monarquía y la aceptación de todo ello por la Junta de Gobierno, pusieron en tela de discusión y de disputa en la sociedad americana, en el seno de las corporaciones gubernativas, en los claustros y universidades y en los círculos de personas doctas y cultas, la discusión del principio de autoridad, destruyendo, socavando por su base la armonía de sus relaciones políticas.

Las provincias americanas debían fidelidad, no á la madre patria, sino á sus reyes, no eran dependencias de aquélla sino feudatarias de éstos, y si aquélla se encontraba dominada por un príncipe extranjero y si éstos se hallaban desterrados de España y tal vez nunca volverían á ella, ¿á quién entonces debían lealdad y obediencia y por quién serían gobernados?

Hé aquí un punto en que la libertad de las opiniones de teólogos, juristas y políticos, despertaba de un letargo de siglos y asomaba su cabeza pensante y volente, para discurrir tímidamente primero, para disputar con atrevimiento después y para formar á su alrededor en seguida atmósfera de opinión pública, de la cual habían de surgir espíritus audaces llamados á encabezar bandos

y partidos, á quienes la contradicción y la resistencia habrían de exasperar y convertir en caudillos dispuestos al sacrificio en aras de su modo de sentir, de pensar y de obrar por el triunfo de sus ideales.

Luego, si la España, abandonada á sí misma, buscaba en su propio seno y en sus propias entrañas, la fuerza salvadora que la ayudara á volver por su propia dignidad y recuperar la perdida autonomía, como en antiguos tiempos lo había hecho para libertarse del poder sarraceno, ¿por qué las provincias americanas, libres de todo lazo de sujeción feudataria á sus reyes desaparecidos, no habrían de salvarse también á sí mismas y obrar según sus impulsos y tratar de constituirse, obedeciendo á las leyes naturales de su propia organización?

He aquí otro punto sobre el cual los que en lo primero discurrían habrían de disputar en seguida, mirando en lontananza las primeras luces de la aurora de la independencia que despuntaba en el horizonte, iluminando la naturaleza que en todas partes presentaba á los habitantes del Nuevo Mundo los elementos naturales, sociales y políticos con que podía constituirse una patria libre, próspera, feliz, capaz de gobernarse á sí misma y ser dueño de sus destinos.

Por fin, si el pueblo español comenzaba la obra de resistencia contra los que pretendían sin derecho imponerle su autoridad y los miraba como á sus peores enemigos, ¿por qué los americanos, con mejores derechos y más indisputable autoridad, no habrían también de resistir á autoridades que habían dejado de ser representantes legítimos de sus reyes?

He aquí, de este modo, dividida la sociedad americana en dos partidos perfectamente definidos y con tendencias perfectamente claras y concretas, dispuestos

LÍMITES.-T. II

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á hacerse cruda guerra, el uno en defensa de la autoridad que suponían todavía tener virreyes, gobernadores y capitanes generales, y el otro que aspiraba al gobierno autónomo y á apartar todo inconveniente ú obstáculo que á ello se opusiera.

La instalación de José en Madrid y la desaparición de la Junta de Gobierno, única autoridad depositaria de la del Rey y último eslabón de la cadena de sujeción que mantenía la obediencia de las colonias á la autoridad de éste, hizo desaparecer, de hecho, el principio jurídico en que se basaba la unidad del imperio y dió á los americanos el derecho de constituirse separadamente y en naciones independientes y capaces de gobernarse á sí mismas.

Los hechos que vienen en seguida no hacen sino abrir y ensanchar más y más el camino por el cual este gran suceso histórico debía consumarse de una manera radical y completa.

II

LAS JUNTAS POPULARES

La proclamación de José Napoleón, como rey de España, produjo en todo el reino una corriente incontenible de indignación que recorría ciudades, pueblos, y campos, y que, á medida que avanzaba, iba arrastrando y envolviendo en su curso los hombres y las cosas y confundiéndolos y amazándolos, como por obra mecánica de una fuerza física que todo lo trabajara, transformara é hiciera de nuevo en un cataclismo de la naturaleza.

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