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Usía publicar ésta su declaración, comunicándola á quienes corresponda para su observancia y cumplimiento, cuidando con el mayor esmero (como lo es para dicho Supremo Tribunal de la acendrada fidelidad á Su Majestad y amor á la patria de Usía) de la tranquilidad pública y de que se conserven esos importantes dominios. en la debida sujeción y obediencia á nuestro legítimo Soberano el señor don Fernando VII, en la inteligencia de que sucesivamente iré comunicando á Usía cuanto ocurra para su noticia y gobierno, como lo ejecuto ahora de acuerdo del Consejo.

Dios guarde á Usía muchos años.- Madrid 12 de agosto de 1808.-Silvestre Collar.-Señor Presidente de la Real Audiencia de....

Se comprende que trastornos tan profundos debió llevar á la América esta nota del Consejo de Castilla. No hacía mucho que por anteriores despachos se habían dado á saber allí las renuncias de los reyes y la dominación completa de España por las tropas francesas. Ahora todo había concluído. Madrid había vuelto á ser ocupado por los patriotas, y el rey José se retiraba fugitivo. Tantas mutaciones en tan corto tiempo, y sin que se pudiera conjeturar aun cuál sería al fin lo estable y definitivo.

Pero, continuemos nuestra relación.

III

LA JUNTA SUPREMA CENTRAL

La victoria del ejército de Reding en Bailén y la capitulación que después del combate hubo de celebrar el general Dupont, con el general Castaños, entregan

do á éste todo su ejército prisionero con armas y bagajes, obligó al Rey José a dejar á Madrid y retirarse á la margen del Ebro, para organizar allí de nuevo sus fuerzas.

La capital del reino quedó de esta suerte, libre de las tropas francesas y fué inmediatamente ocupada por el ejército patriota que había, de la manera dicha, quebrantado el prestigio de aquéllas y manifestado ante la Europa atónita, que no eran invencibles, por lo menos para la fe la fe y la constancia españolas que tal milagro de patriotismo habían realizado con los escasísimos recursos materiales de que habían podido disponer para ello. Naturalmente fué Madrid el punto de cita, no sólo de los jefes militares, que de tanta gloria y brillante prestigio se habían cubierto en esta primera, dura y dificultosísima jornada, sino que también de los que, en distinto terreno, habían dirigido y organizado la resistencia, como miembros de las juntas provinciales y que esperaban, en compañía de aquéllos poder darle una nueva forma requerida por las circunstancias que la vigorizara y le diera la unidad política y militar necesarias para la consecución completa de su glorioso objeto.

Era, ante todo, necesario constituir un gobierno central de España, en nombre del rey prisionero en Valencey, que asumiera la representación de las diversas juntas provinciales que se creían depositarias de su autoridad, que apagara las disenciones partidaristas que de todas partes asomaban las cabezas, como las de la hibra mitológica; que gobernara, en suma, la España política y militarmente, y aunara todas sus fuerzas y las empujara contra el invasor hasta arrojarlo de sus fronteras, según el sentir de todos en presencia del

enemigo que con mayor energía y más poderosos recursos se recomponía para volver contra ellos.

Quedaban todavía en la capital del reino la Junta Suprema, que allí había dejado establecida Fernando VII y causado tantas desgracias á España, y el Consejo de Castilla, tan desconceptuado como la Junta; pero, aquélla no tuvo alientos, que era imposible que los tuviera, para asumir la autoridad. que era absolutamente incapaz de mantener, y éste, aunque pretendió por un momento hacerlo, dirigiéndose á las juntas provinciales y á los generales del ejército, por medio de un manifiesto que firmaron sus miembros, vió al punto que no era obedecido en su empeño, que con todo género de hirientes é indignadas burlas fué recibido.

Siguióse á esta momentánea situación un corto período de verdadera confusión, tanto más peligrosa cuanto que día á día se recibían las más alarmantes noticias sobre los propósitos del enemigo que se preparaba á avanzar sobre Madrid. La Junta de Sevilla disputaba la supremacía sobre los demás; las de Castilla y de León se habían unido á las de Galicia para constituir una Junta General; las de Asturias no aceptaban nînguna de estas composiciones, y en esta lucha de superioridades, la suerte de la España corría inminente peligro. Felizmente, la misma gravedad de este estado de cosas impuso á todos una solución salvadora, cual fué la de la organización de una Junta Central, con representantes de todas las juntas provinciales.

Para la realización de esta idea, se reunieron en Aranjuez, el 25 de noviembre de 1808 los personeros de todas aquellas corporaciones, y se instaló solemnemente la Junta Suprema Central Gubernativa del Reino bajo la

presidencia del antiguo Ministro de Carlos III el conde de Florida Blanca, con cinco secciones ó Ministerios, que debían atender á los diversos negocios de su incumbencia, y una secretaría general para la ejecución de sus medidas.

Desgraciadamente, para su popularidad, la Junta Suprema ni fué acertada en sus primeras resoluciones ni supo captarse las simpatías del pueblo y del ejército llamado á dirigir. Comenzando por darse á sí misma títulos pomposos, como el de Majestad al cuerpo, de Alteza al presidente, de Excelencia á los vocales; de señalarse un sueldo de 120,000 reales para cada individuo de ella, en medio de la penuria que todos soportaban resignadamente, y de hacer por sí misma más de lo que hacía por sus subordinados, se vió al punto rodeada de críticas y antipatías violentas. Dando luego muestras de escasa cordura en sus decretos de política general, como ser en los que removían asuntos pasados, como los referentes á las órdenes religiosas, de la inquisición, de las trabas de la libertad de imprenta y otros muchos, consiguió sólo levantar pasiones, en lugar de aplacarlas en beneficio de la armonía general. Y por último, no consiguiendo en la dirección de la guerra el resultado que se creía consecuencia lógica de los triunfos ya obtenidos, hizo que el pueblo principiara á murmurar de la esterilidad de su obra y á asumir una actitud casi de rebeldía contra sus mandatos. Los sucesos desgraciados para las armas españolas que en seguida sobrevinieron, no tardaron así en acabar en corto tiempo con su prestigio y desmedrarla por completo.

Por lo que respecta á la América, la Junta, con su política poco discreta no hizo sino exaltar y dar alientos al espíritu de rebeldía que ya en todas partes comenza

ba á tomar cuerpo con las noticias que llegaban de España.

Como queda dicho, se había ella organizado con los representantes de las diversas juntas provinciales de toda España, pero se había olvidado que también los americanos debían tener allí una representación, para la defensa de los mismos intereses de que los españoles se mostraban tan celosos. ¿Acaso ellos no pertenecían á la comunidad española? El amado Fernando era tan rey de la Península como de los dominios de ultramar. ¿Por qué entonces se prescindía de éstos y se les consideraba como meras víctimas de la usurpación francesa, sin que les fuera dado tomar participación alguna en la campaña de la restauración de la monarquía? Los comentarios formulados de esta manera por los americanos acentuaban cada día más entre ellos la idea de constituirse en una forma semejante á la que habían adoptado las provincias españolas y la idea del Gobierno provincial se abría paso con mayor fuerza en la sociedad anarquizada y dividida en bandos opuestos, con

este motivo.

Entre tanto, Napoleón al recibir la noticia de los descalabros que su ejército había sufrido, resolvió ir personalmente á dirigir la campaña, y así lo hizo, produciendo con su presencia el efecto del rayo entre los defensores de la independencia española. La batalla de Espinosa de los Monteros, la penosa retirada de Blake á León, la derrota del ejército de Extremadura, la acción de Tudela, la destrucción de las tropas del general San Juan en Somosierra, le permitieron recuperar el terreno perdido, establecerse en Chamartin y entrar en seguida en Madrid. El vencedor de la Europa había aparecido en los campos de España.

LÍMITES.-T. II

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