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RESPUESTAS

El ciudadano Benito Juárez, en justa vindicación de su honor ultrajado

En el periódico Regenerador del día 24 del corriente he leído un editorial en que se quiere

1. He aquí el editorial de El Regenerador:

El grito de libertad que la voz del honor ha lanzado en la Ciudadela de México, se va escuchando en todos los ángulos de la república mexicana Los estrechos límites de este periódico no permiten que insertemos las diversas actas que vinieron por el último correo, en las que aparecen los votos de militares valientes y ciudadanos honrados. Las de Perote, Guanajuato y Puebla, que se verán á continuación, manifiestan de un modo indudable, que la nación en masa suspira y está decidida por su reorganización política.

De México nos aseguran que obstinado el general Bustamante en perpetuar su administración, había reunido más de cinco mil hombres de caballería é infantería: que autorizado por el congrese para ponerse al frente del ejército, estaba resuelto á salir de México con dos mil hombres para batir al ilustre general Paredes: que el general Bravo quedaría mientras en la capital, hostilizando á los patriotas de la Ciudadela, y que no habiendo esperanza alguna de que los mexicanos se reintegren en la plenitud de sus derechos vilipendiados sin efusión de sangre, ésta sería derramada á torrentes, sin que fuesen responsables de ella más que los contumaces en conservar los puestos que ocupan.

Los editores de este periódico creen dar noticia del estado que guarda la santa causa de la libertad que defienden, para que los verdaderos amantes de ella, se apresuren á tomar las armas, y auxiliando al heroico general León, se apresten á resistir con él las cadenas oprobiosas con que nos abrumaría Bustamante, en el caso

desmentir los hechos que se refieren en el Mainesperado de que por uno de los azares de la guerra, sofocase en México los esfuerzos de los ilustres Paredes y Valencia.

Nos ocupábamos en escribir estas líneas, cuando llegó á nuestras manos el mentido Manifiesto suscrito en esta ciudad por dos señores ministros del superior tribunal de justicia, por algunos licenciados y por varias personas. Le llamamos mentiroso, porque los hechos se desfiguran, del modo más procaz con el fin siniestro de eclipsar el buen nombre y bizarría del señor general León, como si estas prendas pudiesen ser deturpadas por intrigas tan rastreras.

Dícese que en Santo Domingo había gran parte de la guarnición, y más de mil valientes que seguían el plan que aparece en el Manifiesto. Sobre el número de los pronunciados, nada objetarán los que suscriben: lejos de disminuirlo, lo suponen mayor; porque han sabido la audacia con que ciertos aspirantes á los puestos públicos hicieron creer á los candorosos federalistas que había llegado el momento de que Oaxaca figurase como estado libre, soberano é independiente. Lo que sí niegan á fuer de caballeros es, que en el movimiento de Santo Domingo se siguió plan alguno.

Más que á un escritor mercenario, más que á un necio que quiera darse importancia, debemos creer al comandante de los pronunciados D. José Manuel Prieto y á otros oficiales que asistieron á la junta de guerra. Preguntando en ella el alférez D. Angel Alvarez sobre el plan que habían secundado, dijo el primero ante 61 señores jefes y oficiales: que en el molote del día anterior (son sus palabras originales) no se había seguido plan alguno, y que se tuviese por no hecho lo de Santo Domingo. Como que un militar es creído bajo su palabra de honor, descansó la junta en la del Sr. Prieto, y ahora queda el público en la espectativa de saber, si el autor del Manifiesto ha suplantado su nombre, como lo creemos, ó si faltó á la verdad ante sus compañeros los señores militares.

A la verdad, es más fácil tragarse una bala de 36 sin lastimarse la glotis, que presumir firmasen los oficiales si habían suscrito otra; el acta de la junta de guerra, que se quiere ridiculizar en el Manifiesto: creemos, por lo mismo, que comprometido el honor de los valientes militares, éstos lo sabrán vindicar, porque si es cierto que en Santo Domingo se suscribió el plan del Manifiesto, ha mentido la junta de guerra asegurando en el acta lo que dijo el Sr. Prieto.

Dicese también que el general León rompió el fuego, y que por lo mismo los pronunciados se vieron en la precisión de contestarlo. Todos saben, y lo confiesan los autores del Manifiesto, que el señor León subió de la Catedral con los 35 infantes que hacían salvas en la función de iglesia, y sería necesario suponer loco al general, para que rompiese el fuego sobre la gran parte de la guarnición y

nifiesto á la nación que yo suscribí en unión de varios ciudadanos. Si en ese editorial se abriera una polémica racional y decente, si la razón y no la injuria personal fuera la arma de que se echara mano, si el decoro y la circunspección que deben tener por norte los escritores de un gobierno, hubiesen guiado la pluma del editor, yo me habría abstenido de hablar una palabrà sobre este negocio en obsequio de la paz y de la unión; pero cuando veo que se hiere directamente mi reputación, y la de los demás ciudadanos que suscribieron el Manifiesto expresado, los mil valientes pronunciados. Más racional es creer, que algunos hombres quisieron en ese día deshacerse del Sr. León, á quien siempre han considerado como enemigo los perturbadores del orden. La Providencia lo salvó para bien del Departamento y para confusión de los que siempre le han temido, y á veces adulado.

Sentimos hablar en el lenguaje de la verdad, porque debe ofender á ciertos señoritos, que desfigurando los hechos quieren titularse libertadores del pueblo oaxaqueño. Este los conoce demasiado y ya los ve como se merecen No les contestaríamos, si no temiésemos que el silencio se atribuyera á la dificultad de esclarecer hechos públicos; por lo demás, estamos seguros de que la bien sentada reputación del comandante general, no puede ser mancillada por hombres que plegan á las circunstancias y que en ciertas épocas se arrastraran como reptiles en solicitud de destinos.

Para acabar de pintar á esos hombres, permítasenos añadir á lo expuesto, que sabemos han dirigido varias cartas al Excmo. Sr. general Santa-Anna, persuadiéndole que ellos han hecho la revolución del Departamento, y pidiéndole con altanería que separe de esta comandancia al Sr. León. Al efecto, recogieron algunas firmas y suplantaron otras, creyendo acaso que S. E. el general SantaAnna había de tener por voluntad de los oaxaqueños la que sólo es de unos cuantos. Es probable que S. E. los vea con aquella lástima que inspiran estos manejos tan ruines. Si S. E quiere probar el patriotismo de los que ya osan dirigirlo á su arbítrio, no tiene más que llamarlos á la campaña y verá cuantos de estos fanfarrones se meten en sus camas fingiendo hasta dolores de parto.

2. Véase Discursos y Manifiestos, pág. 177.

y cuando veo que el periódico del gobierno se ha convertido en esta vez en folleto para prodigar injurias, no puedo menos que tomar la pluma para defender mi honor ultrajado por un escritor cobarde que no tiene la entereza de atacar á cara descubierta como debe hacerlo todohombre que habla la verdad y que no teme se le echen en cara hechos punibles y vergonzosos. Dice el editor del Regenerador que en el pronunciamiento de Santo Domingo no hubo plan alguno, y se funda en que el Sr. Prieto así lo aseguró en la junta de guerra habida en la comandancia general: mas contra el dicho de un solo individuo que es el Sr. Prieto, existe el testimonio de las personas respetables que firmaron el Manifiesto referido: existe el plan óriginal firmado por el mismo Sr. Prieto: existe el dicho de los impresores del gobierno, quienes en el mismo día del pronunciamiento pusieron la planta para la impresión del plan á petición de los sujetos que firmaron, inclusive el Sr. Prieto: y existe el Lic. Sandoval, á quien el Sr. D. José María Pando pidió que se suspendiese la impresión de dicho plan. Además, en la mañana del día 18 yo mismo ví la planta y preguntándole al impresor D. Ignacio Rincón el motivo por qué no se habían tirado los ejemplares, me contestó, porque el Sr. Prieto le había dicho que suspendiese su impresión. Entre estos hechos que estoy pronto á justificar si fuere necesario y el dicho del editor del Regenerador, juzgue el

público y califique de parte de quién está la verdad. Si el Sr. Prieto no quiso decir que había habido plan en el pronunciamiento del 17, no le parecería conveniente hacer esta confesión; pero su dicho negativo no puede prevalecer contra la verdad atestiguada por multitud de testigos presenciales. Creería acaso que no perjudicaría á la causa pública negando la verdad que él ocultaba en su corazón. Su suma moderacióu le haría callar, porque su buena fe y sus buenas intenciones le persuadirían que ocultando la verdad quitaría todo motivo de prevención contra su persona. Sea así en hora buena; pero no se tome de aquí un pretexto para dirigir á otros injurias no merecidas. El escritor del gobierno para halagar al Sr. general León y enristrarlo con los que suscribieron el Manifiesto, afirma que éstos dicen que aquél rompió el fuego el día 17. Si ese escritor procediera de buena fe ó si hubiera leído el Manifiesto con bastante atención, no se habría atrevido á estampar una cosa que no se ha dicho del modo que él quiere. Las palabras del Manifiesto sobre este punto son las siguientes: "Discordes están las opiniones: aseguran algunos que las primeras descargas fueron las de los pronunciados, mientras otros y son los más y que aseguran haberlo visto, afirman que sus fuegos primeros los dirigieron los soldados del Sr. León. Sea lo que fuere, etc." Pregunto ahora al editor del Regenerador, ¿si el referir sencillamente hechos que unos y otros

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