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los ciudadanos en que aquella descansa.1 Dije.

Julio 2 de 1851.

Discurso pronunciado por el Excmo. Sr. Gobernador de Oaxaca al abrir sus segundas sesiones ordinarias el soberano congreso del Estado

Señores diputados y senadores:

Al venir á solemnizar la apertura de vuestras sesiones en cumplimiento de la ley fundamental del Estado, mi corazón palpita de gozo y mis esperanzas de remedio de los males que nos aquejan, se fortifican, porque veo reunidos y en aptitud de ejercer sus altas y delicadas funciones á los representantes del pueblo, que con su sabiduría y patriotismo, sabrán librar á sus comitentes del peligro que los amaga.

Si me limitara, como otras veces, á manifestar sencillamente la situación que guarda la administración pública en sus diversos ramos,

1 De la contestación del vicepresidente del congreso, D. José Antonio Salgado, entresacamos lo siguiente:

"Consecuente con su programa de no aumentar las contribuciones, sino antes bien disminuirlas en cuanto fuese posible, hizo iniciativa al soberano congreso nacional para que se desechasen algunas de las que el ministerio de hacienda presentó en 25 de Julio último. Firme en sus principios de proteger y fomentar la industria del país, por los medios que caben en la esfera de sus facultades, inició también la reprobación de la iniciativa del mismo ministerio que propone la relajación de la ley de prohibiciones, y, en fin, celoso de la independencia del Estado é integridad del territorio nacional, representó para que no se aprobasen, sino con las modificaciones convenientes, los tratados celebrados con el ministro plenipotenciario de los Estados Unidos del Norte para la protección del paso por el istmo de Tehuantepec."

I

sin relación á los asuntos generales, cumpliría con referirme á lo que sobre este negocio manifiesto en la exposición que os presento por separado en este acto, y que pone á la vista la marcha regular de los negocios interiores del Estado, y los esfuerzos y sacrificios de las autoridades y de los ciudadanos todos, para mejorar nuestra situación y conducir al pueblo oaxaqueño al estado de prosperidad y de gloria á que es llamado por sus elementos; pero las circunstancias aciagas de la república me obligan á salir de este círculo, para llamar vuestra atención sobre algunas medidas del gabinete mexicano, que de llevarse á efecto, causarían la ruina, no sólo de nuestro Estado y de las instituciones federativas, sino de la independencia nacional.

La hacienda federal se halla en una situación bastantemente angustiada, y cualesquiera que hayan sido las causas que la hayan conducido á tan lamentable extremo, los Estados todos deben auxiliarla arbitrando los recursos con que puedan aumentar sus ingresos. Este es su deber, y este el sentimiento que anima al de Oaxaca; pero desgraciadamente se han equivocado los medios de utilizar ese patriótico sentimiento, pues en vez de establecer economías, reduciendo el número de los empleados y arreglando las dotaciones de éstos conforme á las circunstancias de los lugares y del erario nacional; en vez de cuidar de que se glosen las cuentas de los

I Véase Exposiciones: (cómo se gobierna,) pág. 309.

que han manejado y manejan caudales públicos, exigiendo el reintegro á los responsables y castigando severamente á los dilapiladores del tesoro; en vez de obligar á los Estados morosos al pago del contingente que la ley les ha señalado; en vez, en fin, de establecer una contribución general sobre los Estados, señalando á cada uno, según sus circunstancias, la cuota con que deba contribuir, dejandolos en libertad de proporcionarse recursos para llenar este deber, á fin de no destruir el sistema federativo, se ha recurrido al arbitrio de iniciar la diminución de sus rentas. A esto equivalen las iniciativas del ministerio, sobre que ingrese en el tesoro federal la mitad del derecho de consumo, de la contribución sobre încas, de la capitación y de los derechos sobre pastas de plata y oro.

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Estos impuestos que la ley de clasificación consignó al Estado para sus gastos indispensables, apenas bastan para cubrir sus más precisas atenciones, no obtante las economías que ha establecido y la escrupulosidad con que cuida delarecaudación y legítima inversión de los caudales públicos. Reducidos, pues, á una mitad esos impuestos, ¿cuál sería el resultado? Sensible es, pero necesario decirlo: la destrucción del sistema federativo. Los Estados sin recursos para pagar á sus empleados y para sostener su milicia que cuide su seguridad, serán subyugados fácilmente por cualquier tirano, doméstico ó extranjero.

Debilitar á los Estados disminuyéndoles sus rentas después de habérselas ofrecido y señalado para sostener su ser político, es siempre un mal; pero lo es mucho más agravante en las presentes circunstancias, en que se teme, como probable, una guerra extranjera, con motivo de la comunicación interocéanica por el istmo de Tehuantepec. Ya veréis, señores, si he tenido razón para deciros, que de llevarse á efecto las medidas del gabinete sobre recursos, se destruiría el sistema federativo y peligraría la independencia nacional; más es necesario salvar estos dos importantes objetos, haciendo todos los esfuerzos que pendan de nuestro arbitrio. Yo espero que el congreso de la nación no adoptará esas iniciativas que tanta alarma han producido en los Estados; pero es preciso que vosotros hagais valer ante la representación nacional, los derechos y prerrogativas del nuestro, y que con la entereza y energía que inspira el derecho de la propia conservación y que aconseja el amor de la patria, le pidáis, no una, sino cuantas veces fuere necesario, que no permita se nulifique el sistema de gobierno que la nación ha adoptado para su régimen interior, y que ha sostenido con la sangre de sus hijos. Comenzad, pues, señores, vuestras importantes tareas, y aun cuando en el presente período no hicierais otra cosa que dictar las medidas que alejen los males que os acabo de indicar, habréis hecho lo

bastante para merecer las bendiciones de vues

tros comitentes.1

Dije.

Febrero 22 de 1852.

Discurso pronunciado por el Excmo. Sr. Gobernador de Oaxaca al cerrar sus segundas sesiones extraordinarias el soberano congreso del Estado

Señores diputados y senadores:

Terminados los trabajos para que fuísteis convocados extraordinariamente, cerráis hoy vuestras sesiones para volver al reposo de la vida privada. Siempre es grato dar cima á las tareas que se emprenden en bien de la comunidad; pero lo es mucho más cuando se tiene la conciencia de haber empleado todos los medios posibles para conseguirlo. Vosotros habéis obrado de esta manera. Las resoluciones que habéis dictado y que el gobierno ha publicado para que surtan su efecto legal, lo revelan así.

I D. José María Castro, diputado presidente del congreso, con testó:

"Bien grave es el sentimiento, Sr. gobernador, que en este momento pesa sobre el corazón de los representantes del pueblo, al saber que V. E., en este acto tan augusto, no ha podido ocuparse sólo de los intereses del Estado, sino que se ha visto en la necesidad de tocar los negocios generales de la nación, por el terrible golpe que actualmente se prepara contra su existencia política.

"En efecto: parece que en ningún tiempo, en ninguna época de nuestra vida social, como pueblo soberano, se han combinado tan perfectamente les elementos más disímbolos para mirar los funda-mentos de la independencia y libertad del Estado y las instituciones federales de la nación. Porque, ¿qué otra cosa significa el tratado de Tehuantepec celebrado con una nación vecina, cuyo carácter conocemos, si no el sepulcro de nuestra independencia y la abdicación de nuestra libertad? ¿Qué quieren decir esas iniciativas del minis

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