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de á bajar, como dice Block en su Curso de Estadística, pues comparando la sexta columna de nuestro cuadro, vemos que la proporcionalidad aumenta y no disminuye, como sucede en Francia, segun se ve en la obra ya citada: tal vez esto sea dependiente de que ahora está formándose, si puedo expresarme así, esta ciudad.

Ahora, si comparamos el coeficiente de defunciones con los de las principales ciudades europeas que da el citado Block, vemos con satisfaccion que, con excepcion de Irlanda y Suecia, nos encontramos en iguales ó mejores condiciones que las demas que expresa la noticia.

Son debidos estos resultados á cuidados higiénicos convenientemente ministrados, ó á causas que se han creado y se protegen por nuestras autoridades? Con pena profunda me veo obligado á confesar que no, y que solo son debidos al clima excesivamente benigno de nuestro suelo.

Una prueba más: las grandes y pequeñas operaciones quirúr gicas jamas son aquí seguidas de accidente alguno, y las condiciones de nuestro hospital no podrian ser peores.

Habria deseado, como dije, presentar algo de provecho; mas ya que no me es dado por tantos motivos como dejo expuestos, sirva esto siquiera de anuncio para la consecucion de trabajos posteriores fundados en datos ciertos y abundantes.

Leon, Febrero 28 de 1880.

MARIANO LEAL.

INFORME

SOBRE EL

MINERAL DE GUADALCAZAR

EN EL ESTADO DE SAN LUIS POTOSÍ,

PRESENTADO AL SEÑOR MINISTRO DE FOMENTO

POR EL INGENIERO DE MINAS

SANTIAGO RAMIREZ.

ocos y tal vez ninguno de los numerosos y variados ramos de la administracion pública, ocupan un lugar tan preferente y son tan dignos de llamar la atencion de los altos funcionarios en cuyas manos se encuentran los eficaces recursos del poder, como el bajo todos aspectos interesante de la minería; que si bien en alguno de sus accidentes se ha des prestigiado por el acceso que á él han tenido la ignorancia y la mala fe, en su esencia ha sido, es y será, el centro más seguro de trabajo, la fuente más inagotable de riquezas, la base más firme de estabilidad y el elemento más eficaz de nuestro adelanto y engrandecimiento.

Basta internarse algunos pasos en el seno de nuestras privilegiadas cordilleras, y fijar la vista en la superficie y en el interior de sus montañas, y examinar á la luz de la geología y la mineralogia los elementos de que están formadas, para reconocer inmensos tesoros, que solo esperan el fiat poderoso de la inteligencia y el trabajo, para ser colocados en las manos de la indus

tria, recibir sus multiplicadas y útiles aplicaciones y producir sus benéficos efectos.

Estas reflexiones generales, que por la universalidad con que son reconocidas, hacen el insignificante papel de lugares comunes, vienen, sin que sea posible detenerlas, á impresionar vigorosamente el espíritu, hoy que por primera vez, despues de mucho tiempo, nos es dado contemplar el consorcio digno de la ilustracion y del poder, arrojando hechos pedazos los elementos de destruccion que han determinado nuestra ruina, y rodeándose con avidez de aquellos que no pueden ménos que realizar su engrandecimiento.

En el reconocimiento que acabo de hacer en el Mineral de Guadalcázar, conforme á lo que vd., señor Ministro, se sirvió prevenirme en su oficio fecha 5 de Junio último, he tenido una nueva ocasion de ver confirmadas aquellas apreciaciones, como podrá vd. deducirlo del informe que paso á rendirle, en desempeño de la comision que se ha servido confiarme.

I

Veinte kilómetros al O. de la capital de San Luis Potosí, que se halla construida en el Mineral descubierto por D. Juan de Oñate el año de 1583, y erigido en ciudad el de 1676, comienza á levantarse y á extenderse la cordillera llamada de San Pedro, que corriendo en la direccion del S. O, al N. E., á los 90 kilómetros quiebra hácia el E. y forma un manso declive.

A esta distancia, la cordillera mencionada se prolonga por los cerros llamados "Las Trojes," "El Tepozan," "La Cruz," "La Mesa" y "El Calvario," en cuya ladera occidental se extiende un dilatado Valle, limitado al N. por el cerro de San Nicolás, al S. por el de San Miguel, al E. por los ya mencionados, y al O. por los de "Las Cuevas" y "Chagoya."

En este valle se halla construida la poblacion de San Pedro Guadalcázar, generalmente conocida con el solo nombre de Guadalcázar, y que vista á lo léjos y desde una altura, presenta un aspecto en extremo agradable, poéticamente reclinada sobre los cerros del E., en cuyas faldas se proyecta.

Sus coordenadas geográficas, deducidas de las fijadas á la capital, por falta de observaciones directas, son las siguientes: Lat. N. 220-34'-30".

Long. O. del meridiano de México: 1°-9'-0" ó en tiempo 0 h. 4 m. 36 s.

Su altura sobre el nivel del mar 1,650 metros.

Este dato, que fué determinado con la média de las presiones observadas en diversas horas en 15 dias, sobre un aneroide de Negretti y Zambra, comparado con el barómetro de mercurio, difiere de los determinados por Burkart, y consignados en el exámen crítico de sus observaciones publicadas en 1836, en su obra titulada: "Aufenthalt und Reisen in Mexico in den Jahren 1825 bis 1834."

Segun este observador, la altitud de Guadalcázar, determinada por tres métodos distintos, es: de 1639,6 metros por diferencia con las estaciones consecutivas; de 1639,8 metros por la comparacion con las observaciones hechas al nivel del mar, y de 1670,3 metros por la comparacion con las observaciones simultáneas hechas en Veta Grande.

Referida esta altura á la de San Luis Potosí, resulta que este último punto se halla 243 metros más alto que Guadalcázar.

II

Al examinar una porcion cualquiera de nuestro territorio, la primera cuestion que naturalmente se nos presenta es la relativa á su historia; y en el caso presente, al tratar de reunir algunos datos relativos á la de Guadalcázar, tuve el disgusto de saber que los archivos de dicha poblacion fueron destruidos en las frecuentes revoluciones de que ha sido teatro.

Parece que este Mineral comenzó á poblarse por los años de 1614 á 1620, en que gobernó la Nueva España el virey D. Diego Fernandez de Córdoba, marqués de Guadalcázar.

La principal industria de los primeros pobladores, debió ser el trabajo de las minas, á cuya suposicion inducen varias consideraciones, todas aceptables: la riqueza ya reconocida en el cerro de San Pedro y en Guadalcázar, indicada por la multitud de

crestones que se presentan con sus verdaderos caractéres; el deseo general de los conquistadores de emprender trabajos de esta especie; las huellas de excavaciones antiguas, hechas por la torrefaccion, y la existencia de algunos instrumentos mineros, cuyo uso parece anterior á la conquista; pues uno de ellos, con que fuí obsequiado, consiste en una masa de diorita, de forma muy semejante á la pieza moledora del metate que usan nuestras indígenas y designan con el nombre de mano. Su longitud es de 28 centímetros, su espesor de 10, y á las dos terceras partes de su altura tiene una ligera cintura, en la que se adaptaba un mango de madera que hacia el papel de cabo. De este imperfecto y pri mitivo instrumento debieron servirse como de barrena de pulseta, por lo que se refiere á sus efectos; y en cuanto á su uso, tiene alguna semejanza con el wíngaro.

Las noticias que aún se conservan respecto de la marcha de este Mineral, hacen ver que ésta ha estado siempre relacionada con los trabajos de las minas. En efecto, en 1622 la poblacion comenzó á extenderse y aumentarse, merced á la actividad desarrollada en los trabajos de Minas-Viejas, en que los mineros fijaron su atencion y su residencia, despues de abandonar el cerro de San Pedro; abandono causado por un fuerte hundimiento producido por el incendio, segun se cree intencional, en los ademes de sus minas.

En 1629 se multiplicaron los registros, denuncios y trabajos consiguientes en el cerro de San Cristóbal, de que se hablará despues; y como consecuencia de estos trabajos, se establecieron tres haciendas de beneficio en que todos los minerales extraidos fueron tratados por el sistema de patio, en lo general inadecuado, y por el de fundicion muy imperfecto.

Todas las minas que estaban en explotacion fueron inundadas el año de 1722 por una manga de agua que cayó en el mineral, haciendo imposible la continuacion de los trabajos é indispensable el abandono.

En 1743, 1748 y 1749 se hicieron descubrimientos que produjeron nuevas bonanzas, poco aprovechadas por la impericia que presidió en la direccion de los trabajos y administracion de las negociaciones; y ya en 1753 se hallaban en explotacion más de 80 minas, la mayor parte en el cerro de San Cristóbal. La noti

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