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proyecto á la real hacienda, á la agricultura y á todos los vasallos de S. M., en una representacion que copiamos en los Documentos al núm. 1, 6, con otros apreciables relativos á este célebre profesor.

Penetrado el Rey de su utilidad, mandó entonces que por vía de ensayo hiciese la experiencia en el Tajo desde Abrantes á Alcántara, para lo que dió las órdenes convenientes, y Antonelli en poco tiempo verificó la navegacion de este trozo de veinte y cuatro leguas, que fue celebrada en Portugal y Extremadura. Pero deseando llevar adelante su intento, se arrojó en 1582 al Tajo en una chalupa con cuatro remeros portugueses, y navegó con toda felicidad y asombro desde Lisboa hasta Madrid, pasando por Toledo, por Aranjuez, entrando despues en Jarama, y mas adelante. en Manzanares, de donde volvió á Lisboa en el propio año y con la misma prosperidad.

Quiso Felipe II en 1584 disfrutar esta navegacion yendo por agua desde Vaciamadrid hasta Aranjuez, para lo que llamó á Antonelli, quien inmediatamente hizo construir dos barcas chatas de treinta y tres pies de largo, ocho de ancho y tres de alto, que se adornaron con columnas en el tercio del medio, con toldos y damascos, у en las que se embarcaron el Rey, las Infantas, los grandes de España, las damas y otras personas del séquito de S. M. y AA. Hay una descripcion muy menuda de este viage y navegacion, que refiere los personages que iban en las barcas, los muelles y enramadas que se construyeron para el embarco Y desembarco, la música de los negrillos de Santoyo, que los entretenia, las danzas que habia en las orillas del Tajuña y Jarama, y la espléndida merienda que el conde de Chinchon tenia preparada en su villa de Bayona, por donde pasaron; cuya relacion tambien se copia en los mismos Documentos. núm. I, II.

Seguia entretanto la navegacion del Tajo desde Toledo á Lisboa, á pesar de la resistencia y oposicion de los toledanos á tan útil Y benéfica empresa, venciendo Antonelli: los obstáculos de presas y molinos que se presentaban. Para sostener los gastos que se causarian en tan costoso proyec

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to hubo de imponerse á todos los pueblos del reino sus respectivas contribuciones, pues consta en el libro sétimo de las actas capitulares del ayuntamiento de Gijon el consistorio que se celebró el dia 13 de mayo de 1585 sobre repartir en aquella villa y concejo diez mil cuatrocientos setenta y dos maravedís para la navegacion del rio Tajo desde Toledo á Lisboa. Si esto se hizo en Astúrias de la otra parte de los montes y en un puerto de mar, ¿con cuánta mas razon se cargaria sobre los demas pueblos de Castilla y Extremadura, que habian de gozar de mas cerca de las utilidades y provecho de esta navegacion? Y el consejo de Castilla, que no miraba con indiferencia el proyecto de hacer navegables los demas rios del reino, con fecha de 15 de diciembre de 1584 expidió una real provision al asistente de Sevilla, al corregidor de Córdoba y á otras justicias de Andalucía para que prestasen todo favor y ayuda á Juan Bautista Antonelli, que de orden del Rey iba á examinar el Guadalquivir á fin de que se navegase desde Córdoba á Sevilla, como dicen se habia navegado en otro tiempo.

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No consta si hizo este exámen, pero sí el de otros rios de la península, y que estando muy ocupado en tales experimentos falleció en Toledo el dia 17 de marzo de 1588 con gran sentimiento del Rey en tan críticas circunstancias, porque conocia su talento el manantial de recursos que tenia para hacer feliz el reino.

y

Por su muerte mandó S. M. tratar con el aparejador Andres García de Udias acerca de lo que faltaba en la navegacion del Tajo; y despues de largas conferencias en que se ventilaron todas las razones que habia en pro y en contra de la obra, se eligió á Cristóbal de Roda, italiano, sobrino de Antonelli, con quien habia trabajado é instruídose en la hidráulica desde que se comenzó el proyecto de la navegacion de este rio, y era capitan de siete barcas que se habian construido en Toledo y él habia dirigido hasta Lisboa; y se le señaló el salario de doscientos ducados en cada un año, y despues se le aumentaron cincuenta por cédula de 3 de mayo de 1590.

Se celebró entonces cierta contrata con unos barqueros

de Abrantes, obligándose á venir por el rio desde esta villa á Toledo en cuarenta dias; y como hubiesen tardado algunos mas, por haber tropezado con presas y molinos, se dieron órdenes muy activas á los corregidores de Toledo y Alcántara para que inmediatamente se demoliesen. En 20 de marzo y en 15 de junio de 1592 se formaron reglamentos para la navegacion, libertando de derechos á los barcos que llevasen y trajesen géneros y comestibles de Toledo á Portugal, y de Lisboa á Toledo: se señaló el número de arrobas que cada uno debia cargar: se fijó el modo de despachar las guias y toma de razon, las certificaciones de salida de los pueblos, y otras formalidades. Asi fue que con ellas y vencidos los obstáculos, llegó á estar tan corriente la navegacion, que las estofas trabajadas en Toledo y en Talavera de la Reina y otros géneros y comestibles que iban por agua de estos pueblos á Portugal se vendian alli con estimacion; y los géneros del norte que por mar entraban en Lisboa tenian pronto despacho llevados por el rio en Toledo, Aranjuez, Madrid y otros pueblos de Castilla.

Por cédula fecha en S. Lorenzo á 21 de agosto de 1593, comunicada al corregidor de Toledo, se mandó señalar á esta empresa seis mil ducados para construir ciertos canales y hacer reparos que facilitasen mas la navegacion, uniendo esta cantidad á los réditos que producia un juro de cuatrocientos cincuenta mil maravedís impuesto el año 1588, encargando se cuidase con el mayor zelo de la ejecucion de las obras, y dando al aparejador Andres García, director de ellas, todo el favor y ayuda necesarios, pues que Cristóbal de Roda habia pasado á la Havana á servir las ausencias y enfermedades del otro su tio Baptista Antonelli en las fortificaciones de aquel puerto. Y por otra cédula de 27 de mayo de 1594 se concedió á los barqueros que justificasen haber navegado díez leguas por el rio con frutos, comestibles y mercaderías el que pagasen la mitad de los derechos que satisfacian los conducidos por tierra, y que se cobrase en Alcántara.

No nos consta el punto de perfeccion á que llegó esta empresa, ni los motivos que hubo para abandonarla en el

reinado de Felipe III, sin que nos haya quedado de ella otra señal y memoria que el nombre de plazuela de las Barcas en la vega y huertas de Toledo, porque allí estaba el embarcadero para la navegacion del Tajo. Pero sabemos que en tiempo de Felipe iv hubo en Madrid una mata de ingenieros que concurrian á aquella célebre academia de la calle del Tesoro, de que se ha hablado en el artículo de Juan de Herrera, y que ejercian la arquitectura civil, militar é hidráulica. Se distinguia entre todos Luis Carduchi, quien fue nombrado con su compañero Julio Martelli para examinar la corriente del Tajo desde Toledo á Alcántara, å fin de volver á emprender su navegacion. Dicen que dieron motivo á ello los enormes gastos de la conduccion á lomo de las provisiones de guerra á las fronteras de Portugal el año 1640 cuando se encendió la de aquel reino. De resultas de este examen se formaron varios planes del curso y direccion del rio con todas las relaciones necesarias á su navegacion en un gran volúmen, tan interesante para nosotros, cuanto lo es para los vecinos del Danubio aquella curiosa coleccion de mapas de aquel soberbio rio, que el conde Marsilli hizo grabar y copilar en grandes tomos.

Nada produjeron entonces por desgracia estos preparativos ni los que se hicieron en el reinado de Cárlos II, que se volvió á tratar con sobrado calor de la misma navegacion del Tajo y riego desde Madrid á Aranjuez, desde Aranjuez á Alcalá de Henares y á otras partes. Los ingenieros flamencos D. Cárlos y D. Fernando de Grunembergh reconocieron y nivelaron los terrenos, y formalizaron el proyecto que se imprimió en folio, con un gran plan que demostraba las obras que se habian de construir.

Tampoco tuvieron efecto las activas diligencias practicadas el año 1740 para resucitar la propia navegacion del Tajo, á pesar de haberse recogido y reunido todos los antecedentes que habia en el asunto, como lo eran la cédula de Felipe II en tiempo de Antonelli, los mapas de Carduchi y Martelli y otros preciosos documentos, porque despues de haberse escrito y hablado mucho, todo quedó sepultado en la papelera del marques de Scoti.

Lo mismo sucedió en el ministerio de D. Josef Carvajal, cuando se hizo á toda costa un modelo de madera y cristal para el canal de Manzanares, que se habia de unir al Tajo, y seguir su navegacion hasta Lisboa.

Este canal: me recuerda el benéfico proyecto que Leonardo Turriano, ingeniero de Portugal, presentó en Madrid el año 1624 para la navegacion é incorporacion del rio Guadalete con el Guadalquivir, venciendo á poca costa las dificultades que se oponian, y demostrando las grandes ventajas que resultarian á los fecundos campos jerezanos y á toda la Andalucía baja: el otro, aun mas antiguo y de no menor importancia, de una acequia para regar el llano de Quarte, inventado por los valencianos en 1404, suscitado en 1524 por el arquitecto Puig, recordado en 1604 por Mosen Pablo Font y reiterado en 1658 por D. Domingo Usendo y Manfelt, y otros varios que tampoco llegaron á

verificarse.

Aunque se comenzó, no tuvo mejor suerte el vasto é importantísimo canal de Guadarrama, que desde Galapagar hasta Espeliú se habia de incorporar en el Guadalquivir, siguiendo su navegacion hasta el Océano, que hemos visto medir, nivelar y calcular al sabio y diligente ingeniero Don Cárlos Le Maur, y aprobados los arbitrios para su construccion. Estos recuerdos son demasiado amargos é importunos para la historia de la arquitectura en España, porque lejos de presentarnos obras ejecutadas, renuevan el sentimiento de no tener ni gozar las que harian nuestra felicidad y la envidia de otras naciones.

De Baptista Antonelli, hermano menor de Juan Bautista, y de su hijo, se hablará mas adelante en sus respectivos años y lugares.

Por los de 1570 se construia fuera de las tapias de Madrid el convento é iglesia de S. Bernardino, segun refiere Leon Pinelo, sin decir quién fue el arquitecto que le traző. Se conoce que entendia las reglas del arte, y que sabia acomodar la sencillez y buen gusto de su tiempo á la pobreza y austeridad de la descalcez de la orden de S. Francisco, que alli se observa.

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