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los clérigos de por medio, y condenáronme que pagase la cebada de mi jumento de aquella noche : paguéla, é hice balance de cuenta con la bolsa, sin dejar en ella mas de veinte maravedis, con que me ajusté aquella noche : el mozo se fué á su hacienda, los clérigos y yo entrámos en Cazalla, donde nos despedimos yéndose cada uno por su parte.

DE GUZMAN

DE ALFARACHE.

LIBRO SEGUNDO.

CAPÍTULO I.

Como Guzman de Alfarache, saliendo de Cazalla, á la vuelta de Madrid, en el camino sirvió á un ventero.

VESME aquí en Cazalla, doce leguas de Se

villa, lunes de mañana, la bolsa apurada, y con ella la paciencia, sin remedio y acusado ladron en profecía, El dia primero sentí mucho, aunque mas el segundo; porque creció el cuidado, y llovió sobre mojado, habia dinero y comia, que los duelos con pan son Bueno es tener padre, bueno es tener madre pero el comer todo lo tapa. El dia tercero fué casi de muerte, cargó todo junto; halléme como perro flaco ladrado de otros, que á to

menos.

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dos enseña dientes, todos le cercan, y acometiendo á todos, á ninguno muerde trabajos me ladráron, teniéndome rodeado todos me picaban, y mas que otro no haber que gastar, ni modo con que buscar el ordinario. Conocí entonces lo que es una blanca, y como el que no la gana no la estima, ni sabe lo que vale, en tanto que no le falta, fué la primera vez que ví á la necesidad su cara de herege. Por cifra entendí y despues consideré sus efectos : ¿ Cuantos torpes actos acomete? ; cuantas atroces imaginaciones representa? ¿cuantas infamias solicita; á cuantos disparates espolea? ¡y cuantos imposibles intenta? Con este he visto lo poco que se contenta nuestra madre naturaleza, y por mucho que á todos dé ninguno está contento, todos viven pobres, publicando necesidad. Ó epicureo desbaratado pródigo, , que locamente dices: ¡ comer tantos millares de ducados de renta! dí que los tienes, y no que los comes; y si los comes,; de qué te ¿ quejas? Pues no eres mas hombre que yo, á quien podridas lentejas, cocosas habas, duro garbanzo, y rotonado bizcocho me tiene gordo:

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no me dirás qué lo causa! Yo no lo sé; mas ya tengas necesidad ó te pongas en ella, (que es lo que mejor puede creerse) allá te lo hayas, mis duelos lloro: ella es maestra de todas las cosas, invencionera sútil , por quien

hablan los tordos, picazas, grajos y papagayos. Ví claramente como la contraria fortuna hace á los hombres prudentes; en aquel punto me pareció haber sentido nueva luz, que como en claro espejo me presentó lo pasado, presente y venidero. Hasta hoy habia sido bozal, cuadrábame bien el nombre : hijo de la viuda, bien consentido y mal doctrinado. Tenia mucho por desbastar; el primer golpe de azuela fué el de esté trabajo; de manera me escoció, que no lo sé encarecer : víme desbaratado, engolfado sin saber del puerto, la edad poca, la experiencia menos, debiendo ser lo mas y lo peor de todo, que conociendo por presagios mi perdicion queriendo tomar consejo, no conocia de quien poderle recibir. Entré conmigo en cuenta, hallémela muy mala, mucho cargo y poca data; quisiera no pasar de allí, porque para ir adelante me faltaba recaudo, aunque tambien para volverme : hízoseme vergüenza, ya que salí, quedarme, como dicen, al quicio de la puerta, á ojos de mi madre, amigos, y deudos. Válgame Dios, cuantas cosas he visto despues acá perdidas por este hízoseme vergüenza; cuantas doncellas lo han dejado de ser, hallándose obligadas de un papel de confites, y unas coplas ; ó porque un vano le hizo tañer á la puerta, y la enamoró con agena gracia de lo que cantó el otro por él? ¿Cuan

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tos majaderos han hecho fianzas, que han pagado la deuda, quedando perdidos, y sus hijos á los hospitales? ¿Cuanto dinero se prestó por hacer amistad, que se perdió el amigo, y la deuda está por cobrar, quien lo dió no lo come, y el que lo recibió lo tiene sobrado, y no se atreven a pedirlo por hacerles vergüenza? Hágote saber, si no lo sabes, que es la vergüenza como redes de telarejo, si un hilo se quiebra, toda se deshace, por él se va. Para las cosas de que puede resultarse daño, y estrecharse notablemente, dejarla ir, quiébrale los hilos, y te aseguro que no me digas mal por ello; y el pesar que has de recibir, hecha la cosa que te piden, llévelo el que te la pide y no la hagas, que es muy de tontos la vergüenza para lo que les cumple. De ti mismo es bien que tengas vergüenza, para no hacer aun á solas, cosa torpe, ni afrentosa, que para lo mas, ¿qué sabes tú de que color es, ni qué hechura tiene? Suéltala en lo que te importa, no la tengas encadenada, como perro tras la puerta de tu ignorancia: dale cuerda, corra " trote; solo ten vergüenza de no hacer desvergüenza, como dije, pues lo que llamas vergüenza, no es sino necedad. Si á mí se me hiciera vergüenza, no gastara en contarte los pliegos de papel de este volúmen, y les pudiera añadir cuatro ceros adelante; mas voy por la posta, obligándome á decirte cosas mayores de

á

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