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nos de caridad en el enfermo, y necesitado; antes con voz de buen gobierno, gobierna cada uno como mejor vaya el agua á su molino : publican buenos deseos, y ejercítanse en malas obras, hácense ovejitas de Dios, y esquilmalas el diablo, Amasábase pan de centeno, y no tan malo : el que tenia trigo, sacaba para su mesa la flor de la harina, y todo lo restante traia en trato para el comun: hacíanse panaderos, abrasaban la tierra, los que debieran dejarse abrasar por ella. No te puedo negar, que tuvo esto su castigo, y que habia muchos buenos á quien lo malo parecia mal; pero en las necesidades no se repara en poco; demas que el tropel de los que lo hacian, arrinconaban á los que lo estorbaban, porque eran pobres, y si pobres, basta, no te digo mas, haz tu discurso.

No ves mi poco sufrimiento, como no pude abstenerme, y como sin pensar corrió hasta aquí la pluma? Arrimáronme el acicate, y torcíme á la parte que me picaba : no sé que disculpa darte, sino es la que dan los que llevan por delante sus bestias de carga, que dan con el hombre que encuentran contra una pared, ό le derriban por el suelo, y despues dicen, perdone. En conclusion, todo el pan era malo, aunque entonces no me supo muy mal; regaléme comiendo; alegréme bebiendo, que los vinos de aquella tierra son generosos. Recobré

me con estò, y los pies cansados de llevar el vientre, aunque vacío, y de poco peso, ya siendo lleno, y cargado, llevaban á los pies; y asi proseguí mi camino, no con poco cuidado de saber que pudiera ser aquel tañerme castañetas los huevos en la boca, fui dando, y tomando en esta imaginacion, y cuando mas la seguia, mas géneros de desventuras se me representaban, y el estómago se me alteraba, porque nunca sospeché cosa menos que asquerosa, viéndolos tan mal guisados, el aceite negro, que parecia de suelos de candiles, la sarten puerca, y la ventera legañosa. Entre unas, y otras imaginaciones encontré con la verdad, y teniendo andada otra legua, con solo aquel pensamiento, fué imposible resistirme; porque como á muger preñada, me iban, y venian erutaciones del estómago á la boca, hasta que de todo punto no me quedó cosa en el cuerpo; y aun el dia de hoy me parece, que siento los pobrecitos pollos piándome acá dentro. Asi estaba sentado en falda del vallado de unas viñas, considerando mis infortunios, harto arrepentido de mi mal considerada partida, que siempre los mozos se despeñan tras el gusto presente, sin reparar, ni mirar el daño venidero.

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que.

CAPÍTULO IV.

Guzman de Alfarache refiere lo que un arriero le contó, le habia pasado á la ventera de donde habia salido aquel dia, y una plática que hicieron.

que

CONFUSO, y pensativo estaba recostado en

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el suelo sobre el brazo, cuando acertó á pasar un arriero, que llevaba la recua de vacío, á cargarla de vino en la villa de Cazalla de la Sierra. Viéndome de aquella manera, muchacho, solo, afligido, mi persona bien tratada comenzó (á lo que entonces de él creí) á dolerse de mi trabajo, y preguntándome, que tenia? le dije lo que en la venta me habia pasado. Apenas lo acabé de contar, cuando le dió tan extraña gana de reir, que me dejó casi corrido, y el rostro, que antes tenia de color de difunto, se mé encendió en ira contra él; mas como no estaba en mi muladar, y me hallé desarmado en un desierto, reportéme por no poder cantar como quisiera, que es discrecion saber disimular lo que no se puede remediar, haciendo el regaño risa, y los fines dudosos de conseguir en los principios se han de reparar, que son las opiniones varias, y las honras vi

driosas, y si allí me descomediera, quizá se me atreviera, y sin aventurar á ganar, iba en riesgo, y aun cierto de perder, que las conferencias se han de huir, y si forzoso las ha de haber, sea con iguales; y si con mayores, no á lo menos tan aventajados á tí, que te atropellen : en todo hay vicio, y tiene su cuenta, mas aun que me abstuve, no pude menos, que con viva cólera decirle : Vos, hermano, me veis alguna coroza, ó de que os reis? El, sin dejar la risa, que pareció tenerla por destajo, segun se daba la prisa, que abierta la boca, dejaba caer á un lado la cabeza, poniéndose las manos en el vientre, y sin poderse ya tener en el asno, parecia querer dar consigo en el suelo por tres, ó cuatro veces probó á responder, y no pudo : siempre volvia de nuevo á principiarlo, porque le estaba hirviendo en el cuerpo. Dios, y en hora buena, buen rato despues de sosegadas algo aquellas avenidas (que no suelen ser mayores las de Tajo) á remiendos, como pudo, medio tropezando, dijo : Mancebo, no me rio de vuestro mal suceso, ni vuestras desdichas me alegran, ríome de lo que á esa muger aconteció en menos de dos horas á esta parte: ¿Encontraste por ventura dos mozos juntos, al parecer soldados, el uno vestido de una mezclilla verdosa, y el otro de vellorin, un jubon blanco, muy acuchillado? Los dos de esas señales, le respondí, si mal no me

acuerdo, cuando salí de la venta quedaban en ella, que entonces llegáron, y pidiéron de comer. Esos, pues (dijo el arriero) son los que os han vengado, y de la burla que han hecho á la ventera es de lo que me rio : si vais este viage, subid en un jumento de esos, y os diré por el camino lo que pasa. Yo se lo agradeci segun lo habia menester, rindiéndole las palabras, que me parecieron bastar por suficiente paga; que á buenas obras, pagan buenas palabras, cuando no hay otra moneda, y el deudor está necesitado. Con esto, aunque mal ginete de albarda, me pareció aquella silla de manos, litera, ó carroza de cuatro caballos; porque el socorro en la necesidad, aunque sea poco, ayuda mucho, y una niñería suple infinito. Es como pequeña piedra arrojada en agua clara que hace cercos muchos y grandes; y entonces es mas de estimar, cuando viene á buena coyuntura, aunque siempre llega bien, y no tarda si viene. Ví el cielo abierto, él me pareció un ángel, tal se me representó su cara, como la del deseado médico al enfermo, digo deseado, porque como habrás oido decir, tiene tres caras el médico, de hombre, cuando le vemos y no lo habemos menester; de ángel, cuando de él tenemos necesidad; y de diablo, cuando se acaban á un tiempo la enfermedad y la bolsa, y él por su interes persevera en visitar como sucedió á un caballero en Madrid, que habien

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