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la confesion de palabra, dije llanamente lo que pasaba; pero porque podian oirme algunos que estaban cerca me aparté con los alcaldes, y en secreto les dije lo del machuelo : Ellos quisiéron verificar primero la causa; mas pareciéndoles haber tiempo para todo, comenzaron las diligencias por la prision del mesonero, que bien descuidado estaba de poder ser por aquel delito, y creyendo solo era por la capa lo hacia todo risa como cosa de burla por la falta de informacion que habia, y de quien contestara con el arriero de haberme visto entrar allí con ella. Mas como vió que poco poco salian á plaza los pedazos de adobo, pellejo, y zarandajas del machuelo, quedó helado tanto que tomándole la confesion, viendo presentes todos los despojos, confesando de plano quedó convencido, y confesó cuanto habia pasado sin que cosa negase, ni tuvo ánimo para ello; que es muy cierto en los hombres viles de vida infame y mal trato ser pusilánimes, de poco pecho, como antes dije, que sin darle tormento, ni amenazándole con él, declaró sin serle pedido hurtos y bellaquerías que hizo, asi en salteando aquel meson, como siendo ganadero, caminos, de donde vino á tener caudal con que ponerse en trato. Yo á todo estaba el oido atento si de entre la colada salia mi capa; pero con el odio que me cobró la dejó entre renglones. Hice mis diligencias para que pareciese,

ninguna fué de provecho. Acabadas de tomar las declaraciones del arriero, y mia por ser forasteros nos ratificáron en ellas. Y si por la pendencia me habian de llevar preso (como dicen, tras paciente aporreado) hubo diversos pareceres; holgáronse de ello los escribanos, y lo pretendiéron; mas uno de los alcaldes dijo haber yo tenido razon, y ninguna culpa. ¿Que qué me pedian pues iba en cuerpo, y me habian quitado la capa? Con esto me mandáron soltar llevando á la cárcel al mesonero. Nosotros acabamos de cargar, y seguir nuestro camino; pasámos por donde los Clérigos estaban esperando, cada uno tomó su caballería : contéles el suceso, quedáron admirados de ello condoliéndose de mi necesidad, mas como no la podian remediar encomendáronlo á Dios. Yo, y mi compañero con los alborotos, y breve partida, que casi salíamos huyendo, nos quedámos sin oir misa yo la solia oir todos los dias por mi devocion, desde aquel se me puso en la cabeza que tan malos principios era imposible tener buenos fines, ni podia sucederme cosa buena, ni hacérseme bien. Y asi fué, como adelante lo verás, que cuando las cosas se principian, dejando á Dios, no se puede espe

rar menos.

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CAPÍTULO VII.

Como creyendo ser ladron Guzman de Alfarache fué preso, y habiéndole conocido le soltáron. Promete uno de los Clérigos contar una historia para entretenimiento del camino.

ANTIGUAME

NTIGUAMENTE los Egipcios, como tan agoreros, entre otros muchos errores que tuviéron adoraban á la Fortuna creyendo que la hubiera celebrábanla una fiesta, el primer dia del año, poniendo suntuosas mesas, haciéndole grandes banquetes, y opulentos convites en agradecimiento de lo pasado, y suplicándole por lo venidero. Terian por muy cierto ser esta Diosa la que disponia en todas las cosas dando y quitando á su eleccion porque como suprema lo gobernaba todo. Hacian esto por faltarles el conocimiento de un solo Dios verdadero en quien adoramos, por cuya poderosa mano, y divina voluntad se rigen cielo, y tierra con todo lo en ella criado, invisible y visible. Parecíales cosa viva, ver cuando las desgracias comienzan á venir, como llegaban las unas, cuando las otras dejaban, sin dar hora de sosiego, hasta desmayar, y descomponer un hombre y otras veces, que, como cobardes; aco

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melian de tropel muchas á un tiempo, para dar con la casa en el suelo, y por el contrario, no sube el aire á la cumbre de los altos montes tan ligero como ella los levanta por medios y modos no vistos, ni imaginados, no dejándolos firmes en uno ni otro estado, de modo que el abatido desespere, ni el encumbrado confie. Si la lumbre de la Fe me faltara, como á ellos, por ventura creyendo su error, pudiera decir, cuando semejantes desgracias me vinieren: bien vengas mal, si solo vienes. Quejéme ayer de mañana de un poco de cansancio, y dos semipollos que comí, disfrazados en hábito de romeros, para ser desconocidos vine despues á cenar el hediondo vientre de un machuelo ; y lo peor, comer de la carne y seso que casi era comer de mis proprias carnes, por la parte que á todos toca la de su padre, y para fin de desdichas, hurtarme la capa poco daño espanta, y mucho amansa.; Qué conjuracion se ¿ hizo contra mí? ; cual estrella infelice me sacó de mi casa? Si despues que puse el pie fuera de ella, todo se me hizo mal, siendo las unas desgracias presagio de las venideras, y agüero triste de lo que despues me vino, que como tercianas dobles iban alzándose con algun reposo. La vida del hombre milicia es en la tierra no hay cosa segura, ni estado que permanezca, perfecto gusto, ni contento verda

dero, todo es fingido, y vano; ; quiéreslo ver?

pues oye :

Habiendo el Dios Júpiter criado todas las cosas de la tierra, y á los hombres para gozarlas, mandó, que el dios Contento residiese en el mundo, no creyendo, ni previniendo á la ingratitud que despues tuviéron, alzándose con el real, y el trueco, porque teniendo á este Dios consigo, no se acordaban de otro : á él hacian sacrificio, á él ofrecian las víctimas, á él celebraban con regocijo y cantos de alabanzas. Indignado de esto Júpiter, convocó todos los dioses, haciéndoles un largo parlamento: dióles cuenta de la mala correspondencia de los hombres, pues á solo el Contento adoraban, sin considerar los bienes recibidos de su pródiga mano, siendo hechura suya, y habiéndolo criado de no nada, que diesen su parecer, para remedio de semejante locura. Algunos, los mas benignos, movidos de clemencia, dijéron : Son flacos, de flaca materia, y es bien sobrellevarlos, que si fuera posible trocar nuestra suerte á la suya, y fuéramos sus iguales, sospecho que hicieramos lo mismo no se debe hacer caso de ello, y cuando mucho, dándoles una honesta correccion, tendrémos por muy cierto, que, será bastante remedio por lo presente. Momo quiso hablar, comenzando por algunas libertades, y mandáronle callar, que despues hablaria. Bien quisiera en aquella ocasion indignar á Júpiter,

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