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Castaños.

detas, donde se habian congregado los principales corifeos del levantamiento, decidióse unánimemente que habia sonado la hora de la esplosion. Dos oficiales conjurados, ó por cobardía, ó por el vil estímulo del interes, denunciaron el plan de sus compañeros, al propio tiempo que en una cena que dieron en la fonda de lord Wellington de Barcelona varios jóvenes, dejaron traslucir el proyecto, que llegó á noticia del capitan general Inaccion de Castaños, juntamente con la denuncia de los dos traidores. Sin embargo, el astuto Castaños no se dió mucha prisa á dictar providencias, porque temia que todas las tropas tomasen parte en el restablecimiento del gobierno representativo, y porque queria jugar con seguridad, mucho mas cuando la delacion era vaga, y no daba toda la luz necesaria. Lució pues el dia 5 de Abril fijado para el estallido, y el comandante del batallon ligero de Tarragona don José Quer partió á Caldetas al frente de dos compañías, dando orden de que le siguiesen las restantes. El coronel del cuerpo supo la partida de Quer, y ayudado de otros oficiales impidió la salida de las compañías que debian seguir las huellas de las primeras; y frustrado el plan en el batallon de Tarragona, frustróse igualmente en los demas cuerpos, donde Castaños bajo mano Frustrase el habia sembrado la cizaña. Asi descubierta la consproyecto. piracion, y cortados sus brazos, Lacy quedó aislado en Caldetas con algunos amigos, y las dos compañías que mandaba don José Quer.

1817.

Entusiasmados los soldados con la presencia del general don Luis Lacy, juraron morir en su defensa, y colocado el bravo guerrero á su cabeza, dirigiéronse á una casa de campo de don Francisco Milans, punto de reunion adonde debian acudir diferentes cuerpos. Pasaron la noche entre zozobras é inquietudes, porque ninguno venia venia y el

tiempo era precioso: al despuntar la aurora llegaron varios oficiales iniciados en la trama huyendo de Mataró y de Barcelona, y declararon que todo estaba descubierto. Resolvió Lacy dirigirse á Mataró, y sublevar la guarnicion y el pueblo; pero ya entonces los agentes de la tiranía habian ganado con el oro á inuchos soldados de las dos compañías de Tarragona, y el miedo dominaba á otros: en vano Milans opuso sus esfuerzos y promesas para impedir la fuga: los soldados se dirigieron á Arens de Mar, donde se presentaron á las autoridades, dejando abandonados á sus gefes. No quedó mas recurso á Lacy y demas compañeros que pensar en ponerse en salvo; pero ya era tarde, porque ademas de varias partidas de paisanos enviados en persecucion de los fugitivos, Castaños, que vió eclipsada la estrella de la libertad, mandó salir de Barcelona algunos destacamentos de tropa para que acosasen y prendiesen á los sublevados. Milans tomó una senda y Lacy otra: el primero con los que le seguian logró escaparse; pero el segundo, delatado por el dueño de una quinta donde descansó breves instantes, se vió cercado por los paisanos. No quiso rendirse á quien no perteneciese á la milicia; y durante esta porfia llegó un piquete de soldados mandado por el alferez de Almansa don Vicente Ruiz; y Lacy iba á entregarle la espada, cuando el oficial le dijo: "V. E. me dispensará que no acepte su acero, porque en ninguna mano está mejor que en la suya." No debemos pasar en silencio que el mismo oficial Ruiz fue ascendido á capitan por haber prendido al general Lacy, y que restablecido en 1820 el gobierno representativo, renunció el nuevo grado en las Cortes "por no ser compatible con su delicadeza."

El general Castaños dió cuenta á los catalanes

Arresto de La

za del oficial.

cy.--Delicade

Proclama de Castaños.

de los anteriores sucesos en la siguiente proclama. "Una conspiracion, al parecer por individuos de varias clases, en que se hallan mezclados los generales don Luis Lacy y don Francisco Milans, que en otro tiempo han hecho servicios tan singulares á la patria, debia llevarse á efecto la noche del 5 del corriente, siendo su objeto el trastorno del gobierno, el restablecimiento de la abolida Constitucion, y el despojo de la autoridad que el rey me ha concedido: pero las enérgicas providencias que tomé desde el momento en que por especial favor de la Providencia tuve la primera indicacion de tal atentado desbarataron en su origen las quiméricas maquinaciones de los sediciosos, y acosados por todas partes estan ya en prision casi la mayor parte de los que hasta aqui pueden calificarse como tales: se practican diligencias activas para el descubrimiento de sus cómplices ó cooperadores, y se persigue muy de cerca á los que momentáneamente han podido abrigarse en las montañas.

"En medio de las aflicciones que me han rodeado estos dias, he tenido el particular consuelo de que no solo el pueblo de Barcelona, sino todos los de la provincia, lejos de haber tomado la menor parte en las ideas de los sediciosos, los han mirado con el horror que merecen, y auxiliado eficazmente á los encargados de su persecucion y arresto: conducta que igualmente ha observado el ejército y sus gefes, poniendo en el último grado de perfeccion la disciplina de los regimientos, puesto que solo dos compañías del batallon ligero de Tarragona, engañadas por su segundo comandante don José Quer, fueron las que por pocas horas fundaron todas las esperanzas de estos desgraciados, que, á pesar de sus esfuerzos, no han conseguido ni aun por un

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solo momento turbar la tranquilidad pública.
Asegurada esta por la cooperacion con que
han contribuido las primeras autoridades del Prin-
cipado á sostener mis miras, dirigidas á este fin, y
al mejor servicio del rey, me cabe la satisfaccion
de anunciar á la provincia y al ejército que des-
cubierta la conspiracion, presos la mayor parte de
los que la han fomentado, y perseguidos otros, na-
da queda que temer, ni les resta otro recurso á los
reos que esperar el castigo que las leyes imponen
al crimen en que han incurrido, segun resulta de
las causas que ya se han principiado, y se conti-
nuarán con la mayor actividad. — Barcelona,
de Abril de 1817.- Javier Castaños."

12

Los testigos que declararon en el proceso formado al benemérito general Lacy, ó no tenian el hilo de la trama, ó no quisieron descubrirlo para salvar al que con tanto brio habia peleado en defensa de la patria. Los cargos pues que resultaron probados contra el reo eran hasta cierto punto leves, y un juez justo hubiera rehusado quebrantar la ley para satisfacer las pasiones y la venganza de la Corte. La sentencia de Castaños destila sangre; sus mismas palabras acusan al que osó firmarla.

gene

"No resulta del proceso que el teniente ral don Luis Lacy sea el que formó la conspiracion que ha producido esta causa, ni que pueda considerarse como cabeza de ella; pero hallándole con indicios vehementes de haber tenido parte en la conspiracion, y sido sabedor de ella, sin haber practicado diligencia alguna para dar aviso á la autoridad mas inmediata que pudiera contribuir á su remedio, considero comprendido al teniente general don Luis Lacy en los artículos 26 y 42, título 10, tratado 8.o de las reales ordenanzas: pero considerando sus distinguidos y bien notorios servicios, particularmente en este Principado y con

Sentencia de Lacy.

este mismo ejército que formó, y siguiendo los paternales impulsos de nuestro benigno soberano, es mi voto que el teniente general don Luis Lacy sufra la pena de ser pasado por las armas; dejando al arbitrio el que la ejecucion sea pública ó privadamente, segun las ocurrencias que pudieren sobrevenir, y hacer recelar el que se alterase la pública tranquilidad. -Javier Castaños,"

El Consejo de Guerra, arrastrado por el funesto voto del suspicaz Castaños, pronunció el terrible fallo contra el desventurado Lacy, que yacía aherrojado en la ciudadela de Barcelona. Pero en todas Murmullos. partes resonaban los murmullos del ejército y del pueblo, que subiendo al cielo las hazañas del reo hablaban de perdon y de clemencia, y aun hubo quien representó al monarca abogando por el preso. Receloso Castaños de los intentos de los catalanes, consultó de antemano al ministerio si sería conveniente se ejecutase la sentencia en otro punto en el caso de que el Consejo pronunciase la pena de muerte contra Lacy, pues temia intentasen libertarle sus amigos y compañeros. El furibundo Eguía, ministro de la Guerra, estimulado por Fernando y por su instinto cruel, desplegó entonces las artes de la dolosa tiranía, y ordenó á Castaños que enviase á Mallorca al reo con las prevenciones siguientes:

18.17.

Artificio diabólico.

El 30 de Junio Castaños divulgó en Barcelona por medio de sus agentes que el rey habia perdonado á Lacy y destinádole á un castillo, para donde debia darse á la vela muy pronto, y alborozados los ánimos no cayeron en el lazo que se les tendía. Venida la noche de aquel dia entregó el general de Cataluña la persona de Lacy al fiscal de la causa don Vicente Algarra, para que se einbarcase en el falucho de guerra el Catalan, que custodiado por el místico el Aguila, debia condu

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