Imágenes de páginas
PDF
EPUB

ra muger de

Fernando.

1819,

rey de su anuencia con los conspiradores le despojó del mando de la espidicion, fiando las riendas en lugar suyo al imbécil conde de Calderon. Porque La Bisbal, que divisaba á lo lejos el cambio político que entonces no creía oportuno, descubrió á la Corte una mínima parte del cuadro, y ocultó el resto con malicia y con artificioso juego.

Contratado el regio enlace de S. M. con la La princesa princesa María Josefa Amalia, hija del príncipe Amalia, terce- Maximiliano de Sajonia, atravesó la augusta novia el reino de Francia, y recibiéronla cerca de Buitrago el infante don Carlos y su consorte. El 20 de Octubre entró la reiña en Madrid á la doce del dia en medio de las aclamaciones y el regocijo que habian escitado las dos primeras esposas de FernanSu carácter. do. Educada esta en el claustro, tímida, religiosa é inesperta, no reunia las prendas brillantes que se requieren para deslumbrar en la altura del trono, ni sus gustos y sentimientos se maridaban con el desenfreno de la relajada Corte de Madrid. Por otra parte el carácter del monarca, despreocupado en el fondo, hipócrita en la corteza, carácter que á los españoles ha parecido un misterio, y que Chateaubriand ha definido en dos palabras, "hombre de rancios deseos y de costumbres modernas," (*) necesitaba dotes de otro temple para ablandarse y ceder al suave aliciente de la hermosura. Las esperanzas pues fundadas un tiempo en los atractivos seductores de Isabel no era posible renovarlas con la aparicion de la sumisa Amalia, propia para dirigir un oratorio y no para luchar con las innobles pasiones y destemplada índole de su esposo.

El de Fer(Ap. lib. 8.

nando.

num 15.)

Ministerio del duque de San Fernando.

En 12 de Setiembre habia derrocado á don Manuel Gonzalez Salmon del ministerio interino de Estado el duque de San Fernando, nulo para tiempos bonancibles, cuanto mas para los ásperos

y turbulentos que entonces corrian. Y hasta Lozano de Torres desocupó en 1.° de Noviembre la secretaría de Gracia y Justicia para que no hubiese estrella de tan deslumbrante brillo en su oriente que no se eclipsase en el oscuro cielo de la Corte. Sentóse en su puesto don Bernardo Mozo Rosales, elevado á marques de Mataflorida en premio de las intrigas empleadas allá en las Cortes para anular el gobierno constitucional; y el ministerio de Hacienda, que desempeñaba don José Imaz, pasó á manos de don Antonio Gonzalez Salmon.

A la tribulacion general y á las oscilaciones civiles uníase ahora el terror que inspiraba la peste que en el año anterior habia despoblado el Africa. Saltando el mar y cebándose en Cádiz, isla de Leon, Sevilla y otros muchos pueblos vecinos, llenaba de víctimas los sepulcros y de luto las familias. Huyendo del contagio hubo casos en que abandonó el hermano á su hermano, la muger al marido y los hijos al padre, acrecentando asi con el pánico miedo que de los corazones se habia apoderado, los brios de la enfermedad. Para consuelo del género humano fueron en inayor número los que prontos á la voz del deber sacrificáronse á los dulces sentimientos de la naturaleza prodigando á sus parientes y amigos los cuidados y solicitudes de que tanto necesitaban. De este modo la camarilla, la peste, la revolucion y la miseria destrozaban la patria, y caminabamos todos por encima de un volcan en los últimos meses del año 1819.

Los recelos que inspiró la conducta del conde de La Bisbal, y el misterio que rodeaba las verdaderas tramas de los conjurados presos en la revista del Palmar, no fijaron los ojos de los palaciegos en aquella fragua de conspiraciones. Y en vez de detener el pie y reflexionar los peligros que amagaban al trono, irritáronse á la vista de la tor

Mataflorida reemplaza á Lozano de Torres.

Peste de Andalucía.

menta, y cual si se hubiese despues desvanecido no pensaron en precaverse de los rayos agenos, sino en lanzar los suyos. Mataflorida redoblò las proscripciones á la sombra del riesgo aumentóse el espionage político: en las principales ciudades y Obstinacion puertos del reino pasaron del lecho á los calabozos furor de la los ciudadanos pacíficos; y volando en las alas de

Corte.

la inseguridad la inquietud por todos los ángulos de la monarquía, temblaban los españoles por la conservacion de su existencia, y ansiaban salir de aquel estado de angustia y de agonía por el camino mas breve. Hasta la inquisicion aconsejó al rey la clemencia y la templanza en borrasca tan desecha; pero prevaleció el voto de los palaciegos de antesala, encenagados en la venganza y en el tortuoso camino que habian seguido desde el principio. El conde de La Bisbal, herido en su orgullo con la separacion del mando del ejército espedicionario, ocultaba bajo las falsas flores de la adulacion que prodigaba en palacio el veneno de su encono, premeditando en su interior los medios de vengarse. Y para clavar el aguijon mas á mansalva adormecia á la camarilla con mentidas seguridades de tranquilidad, para que mas á las calladas estallase la revolucion y no conociesen su importancia hasta que llamara á las puertas del real alcázar, como mas adelante sucedió.

El ejército espedicionario, que por efecto de la fiebre amarilla habia acampado en las Cabezas, la Corredera, Arcos y otros puntos, quedó aturdido con el golpe descargado por el conde de La Bisbal en la jornada del Palmar; pero recobrado pronto de su asombro, y conociendo la flojedad y ningun talento del viejo conde de Calderon, recuperó su aliento y volvió á atizar el amortiguado Anúdanse los fuego y á tramar nuevamente los rotos hilos de la conjuracion. Escarmentados con el doble juego

rotos hilos.

que habia empleado el de La Bisbal, no quisieron los conspiradores descubrir su secreto á los gefes, y confiaron el éxito de la empresa á oficiales subalternos, que debian perecer en ella ó subir al supremo mando. Sin embargo pocos ignoraban el proyecto que llevaban los conjurados entre manos: solo el imbécil conde de Calderon no veía los progresos que á sus propios ojos hacia la encendida hoguera, alimentada con el descontento general y con las violencias de la Corte. En las provincias fructificaba la siembra de odio á los opresores, cuya siembra, regada con la sangre de Porlier y de Lacy, habia reverdecido y echado nuevos retoños. Los pueblos es verdad que no tenian la instruccion necesaria para ansiar una forma determinada de gobierno; pero como Fernando á su vuelta habia derrocado el sistema establecido en Cádiz, parecíales que el reverso de los males actuales era aquella Constitucion, y que asi como á la noche sigue el dia, á la miseria, proscripciones, turbulencias é injusticias de las tinieblas del despotismo, sucederian súbitamente la abundancia, la union, el reposo y la justicia, apenas amaneciese la luz de la libertad. Era pues general el deseo de un cambio; pero si algunos individuos de la clase mas ilustrada y menos numerosa, fijando la vista en el trono, consideraban en Fernando el origen y manantial de los públicos infortunios, la nacion por el contrario miraba siempre al monarca como al sol en el firmamento, empañado su esplendor por las nubes de la camarilla, pero incapaz de mancha, puro siempre, inocente y autor de todos los bienes que si no llegaban á su adorado pueblo, era por la interposicion de aquella turba palaciega. Mas obcecados los primeros é interpretando mal el desasosiego de la segunda, soñaban planes de destronamiento ó de repúbli

[blocks in formation]

ca, tan quiméricos en España como inoportunos Ensueños. y engendradores de la discordia. La venda que ofuscaba á algunos tenia tanta espesura que antes de espirar el año presentóse en el cuarto del infante don Francisco un coronel preguntando á S. A. si queria tomar las riendas de la república que iba á establecerse sobre las ruinas del solio de su hermano. Negóse el infante á tomar parte en la revolucion que el militar le anunciaba; y aterrado despues de la ida de aquel con el peligro que corria la vida del monarca, descubrió al duque de San Fernando la visita que habia recibido. El ministro participó al rey la revelacion de su hermano, y practicadas varias diligencias y habido el coronel, hubiera éste perecido en el cadalso, no obstante su negativa y su silencio, si precipitándose los sucesos á manera de torrente no le hubieran salvado con la mudanza de sistema político que mas adelante adoptó Fernando.

Leíase tambien entonces en los círculos mas encumbrados de Madrid con muchas precauciones Representa y misterio la esposicion elevada al rey por don cion de Florez Alvaro Florez Estrada, impresa en Londres (*), (*Ap. lib. 8. que habia penetrado en España á pesar de las núm. 16.)

Estrada.

persecuciones del santo oficio. Organo fiel de la verdad, y eco de los gritos de la Europa entera, que clamaba contra el escándalo de un gobierno inmoral, el ilustre escritor pintaba con elocuente pincel los abismos que rodeaban el trono, los desaciertos que le habian conducido al borde del despeñadero, y conjurábale á salir de tan inminente peligro con un esfuerzo digno del cetro, para restituir la patria al grado de prosperidad que merecian sus heróicos sacrificios en la pasada lucha. Si los bandos que dividen á las naciones oyesen alguna vez los avisos de la razon, y dando la espalda á las pasiones volviesen sus miradas al bien

« AnteriorContinuar »