Imágenes de páginas
PDF
EPUB

á Madrid.

Viaje de Ello viaje del sanguinario Elío, que sabido el pronunciamiento corrió en posta desde Valencia á alentar á los palaciegos, y á proponer que á proponer que le encargasen el mando de las huestes que se dirigian á Andalucía, ó que le permitiesen partir en clase de soldado; y habiéndolos encontrado en estremo débiles y amilanados, tuvo que regresar á su provincia de orden del ministro, que temia su exageracion.

Terror de pa

lacio.

Lleno de pavor con tan súbitos acontecimientos el palacio de Fernando, la camarilla inflexible hasta entonces con los vencidos, comenzaba á temblar con la idea de que se transformasen en vencedores. Los cortesanos miraban con maligna sonrisa á los ministros, que con los ojos desencajados buscaban en Alagon y en Ugarte consuelos con que calmar la ansiedad del rey, quien paseándose meInterior de ditabundo por su cámara, hablaba unas veces de la cámara real. ceder al peligro, y otras amenazaba con juramento á sus enemigos. La reina, desconsolada con lo que oía á su esposo, rezaba fervorosamente en lo mas recóndito de su cuarto, mientras Chamorro con lúbrico desenfado convertia á veces una escena de tribulacion y de despecho en desconcertado coro de carcajadas que salian de la nube de humo que rodeaba á Fernando, como el trueno que nace de las que cubren el cielo. A cada nueva que llegaba, un momento de silencio anunciaba que no era favorable: todos preguntaban, á cada, minuto esperaban una novedad; y la impaciencia y el desasosiego condenaban la Corte á una alarina contínua.

1820.

Fernando, que anteveía claramente la esplosion de la borrasca, principiaba á llamar á algunos grandes, de quienes hasta entonces se habia recatado, y estos le aconsejaban parar el rayo que amenazaba su cabeza. El 3 de Marzo pues firmó un decreto autorizado por el duque de San Fernando,

en el que decia, "que deseando llevar a cabo sus paternales deseos, y conformándose con el parecer de su augusto hermano el infante don Carlos, y de la junta que este presidia, mandaba que el Consejo de Estado propusiese los medios que creyese oportunos para llenar en lo futuro sus altas. funciones: que se aumentase el Consejo con sugetos consumados en sus respectivas carreras, y que mereciendo la confianza real, gozasen tambien de la mas aventajada opinion pública: y que cualquiera individuo pudiese dirigir franca, libre y reservadamente sus ideas y escritos al mismo Consejo de Estado. Escusábase de la tardanza en haber adoptado estas medidas por la agitacion de Europa; y afirmaba que solo deseaba la ventura de sus gobernados, en cuya cordura confiaba, á pesar de las criminales tentativas que le rodeaban. El decreto en fin era una promesa de reunir la nacion por estamentos hecha oscura y vagamente, en vez de emplear la franqueza y el decoro.

La política ordena á un monarca sabio evitar toda lucha con el pueblo, pues aunque logre establecer la tiranía ha de vivir en contínua pugna, y el dia que de ella cede ó afloja las riendas del terror, desbócase el caballo antes enfrenado y lo precipita. Fernando, acatando la opinion pública despues de haberla despreciado por seis años, confesaba su impotencia y su vencimiento. Asi es que el decreto lejos de calmar los ánimos acaloró la imaginacion de los ciudadanos, y fue el aviso de la debilidad para que la hollasen sus contrarios: nuevos sucesos vinieron de tropel á consumar la caida del despotismo de la camarilla.

Zaragoza ondeó el 5 de Marzo la bandera de los libres, hermanados la guarnicion, el pueblo y los prohombres de la provincia. Al son de las entusiasmadas aclamaciones de los valerosos aragone

[blocks in formation]

Decreto de 3 de Marzo.

1820. Tumulto de Zaragoza.

reuniéronse en la plaza el capitan general, marques de Lazan, el ayuntamiento y otras muchas autoridades y personas condecoradas; y todos juraron y proclamaron la Constitucion de 1812, estendiendo una acta solemne firmada y autorizada en debida forma. Nombraron en seguida una junta superior gubernativa, en la que figuraba el ex-ministro de Hacienda don Martin Garay, y aguardaron con tranquilo continente el acuerdo de la Corte. Sabido el pronunciamiento en Navarra, donde don Francisco Espoz y Mina habia penetrado á la fama de las revueltas de la isla con el libro constitucional en la mano, declaróse De Pamplona. el 11 Pamplona por las leyes sancionadas en Cádiz, en medio del alborozo y de la embriaguez del vulgo. La noche del 8 el regimiento que guarnecia De Tarrago- la plaza de Tarragona se insurreccionó y puso preso á su gobernador el marques de Zambrano, al teniente rey y al coronel del cuerpo; y en la mañana del 9 confundido con los paisanos apellidó libertad.

na.

Entre tanto el conde de La Bisbal, ansioso de vengar la desconfianza de la Corte, y mirando el cielo turbio y oscuro y la tempestad encima de palacio, juzgó que esta vez el éxito de la empresa no se malograba, y consiguió, redoblando las lisonjas y seguridades, que se le confiase á ruego suyo el mando del ejército que se formaba en la Mancha para reducir á la obediencia las provincias que habian abiertamente aclamado el código del año doce. Mas apenas llegó el conde á Ocaña, donde su hermano mandaba un regimiento alli aInsurreccion lojado, entusiasmó á los soldados pintándoles la vergüenza de la servidumbre y la gloria de la libertad, y proclamó la Constitucion, jurando con los oficiales y soldados morir en su demanda. Los consejeros de Fernando, dominados por el miedo del mismo modo que lo habian estado por la im

de La Bisbal en Ocaña,

[ocr errors]

prevision antes del peligro, olvidaron la dignidad real, y en vez de desplegar la firmeza que reclamaban las circunstancias para salvar el trono y remediar los males que habian causado á la patria con su desacertado gubernalle, de un estremo pasaron al opuesto, y los que no habian querido conceder un palmo de terreno otorgaron el campo todo. Como precursor de la derrota publicóse el siguiente decreto, redactado sin tino por los hombres mismos que habian despeñado la nave del Estado contra el escollo de sus indignas pasiones y de su menguado talento.

[ocr errors]

"Habiéndome consultado inis Consejos Real y de Estado lo conveniente que sería al bien de la monarquía la celebracion de Cortes; conformándome con su dictámen, por ser con arreglo á la observancia de las leyes fundamentales que tengo juradas, quiero que inmediatamente se celebren Cortes; á cuyo fin el Consejo dictará las providencias que estime oportunas para que se realice mi deseo, y sean oidos los representantes legítimos de los pueblos asistidos con arreglo á aquellas de las facultades necesarias; de cuyo modo se acordará todo lo que exige el bien general, seguros de que me hallarán pronto á cuanto pida el interes del Estado y la felicidad de unos pueblos que tantas pruebas me han dado de su lealtad, para cuyo logro me consultará el Consejo cuantas dudas le ocurran, á fin de que no haya la menor dificultad ni entorpecimiento en su ejecucion. Tendréislo entendido y dispondreis lo correspondiente á su puntual cumplimiento. Palacio 6 de Marzo de 1820."

A este decreto, y á la salida de un consejero de Castilla para Cádiz con la mision de atajar los progresos del incendio, se redujeron las medidas adoptadas por el gabinete. Pero la insurreccion de Ocaña, semejante á la centella que cae

Mándanse celebrar Cortes.

Madrid.

en la pólvora, habia inflamado al pueblo de Madrid, y agrupábanse las gentes desde el dia 6 en la Puerta del Sol, foro célebre desde aquel momento, donde ardiendo en sentido opuesto las pasiones mismas que hasta aqui han ocupado el alcázar real, devastarán tambien la agitada patria. Madrid era el centro de los fugitivos de las provincias, quienes perseguidos por sus opiniones habian venido á esconderse entre el bullicio de la corte, para escapar de los calabozos del santo oficio: todos aguardaban una ocasion propicia para salir á plaza y pronunciarse á favor de la libertad. El tumulto de Ocaña, dando alas á sus deseos, los Agitacion de reunió por un movimiento simultáneo en medio de las calles, cual si de antemano se hubieran aplazado; y aquel hervor de la multitud, aquella sorda agitacion anunciaban un trastorno político, no obstante que los madrideños carecian de plan anteriormente combinado; mas el deseo general lo suplia todo. Al rumor de los murmullos de la Puerta del Sol consternóse el palacio del rey; sus consejeros, manchados con la sangre que habian derrama-do, no pensaron en los derechos de la corona ni en los caminos que aun restaban abiertos al honor del monarca; pensaron solo en salvar sus vidas. El miedo pues los obcecó; vagaban aturdidos y como fuera de sí; solo veían los estremos de la crisis y no los medios de vencerla sin infamia: ó coronar el alcázar de cañones, ó entregarse sin garantías en manos de un motin: lo futuro no merecia sus miradas. Si en los consejeros del rey hubiesen brillado el ingenio, el valor y la pureza en el corazon, facil hubiera sido todavía salir con gloria del abismo donde habian precipitado el trono los errores, la ignorancia y la ambicion.

La guarnicion de Madrid se componia de dos regimientos de la guardia real, mandados por su coro

« AnteriorContinuar »