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tros. Respuesta de las Cortes al rey.-Segundo ministerio constitucional.Fisonomia del mismo.-Regato.- Destruccion de las máquinas de Alcoy.-Partidas realistas.- Conspiracion de Vinuesa. - Señoríos. -Varias leyes.- Nuevos ataques de los obispos.-Sucesos esteriores.Falsedades del rey.-Desórdenes de Barcelona: deportaciones. - De Galicia. — Vuelta de Morillo á España.-Sentencia de Vinuesa.- Su asesinato.-Terror del rey.— Amnistía á los facciosos. Crueldades de Merino.-Ciérrase la segunda legislatura.-Muerte de Napoleon.-Predileccion del rey por los Sitios. - Fiebre amarilla en Barcelona.-Doctrinas anárquicas.— Circular reservada.— Mas ataques del rey á la Constitucion. Dimision del ministerio. No la admite el rey. - Arrojo de Morillo. - Don Jorge Bessieres.- Plan de república.-Conducta de Riego en Zaragoza. Cuadro de Riego. - Procesion revolucionaria. - Su derrota.-Cortes estraordinarias.—Estiéndese la peste.- Cordon militar de la raya.-Congregacion apostólica. - Nacimiento de las sociedades secretas del realismo. Dia de San Rafael.Sucesos de Zaragoza.-Representaciones contra el ministerio.Tribunas en las plazas.-Elecciones. Rebelion de Cádiz.De Sevilla.-Trabajos de las Cortes estraordinarias.- Mensage del rey.- Respuesta del congreso.- Calatrava individuo de la comision.-Tambien Sancho.— Dictámen de la comision.Discusion.-Segunda parte del dictámen. - Carta de Jáuregui.- Estiéndense los desórdenes. — Consulta el rey al Consejo de Estado. - Exoneracion del ministerio.-Restablécese la calma en Andalucia.- Disturbios de Valencia.-Viaje de Riego.-Sociedad de los amigos de la Constitucion.- Descontento y sus causas. Últimos trabajos de las Cortes estraordinarias. - Insultos á los diputados moderados.— Ciérranse las Cortes estraordinarias.

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Libro nono.

Tocamos

ocamos el escollo casi insuperable de esta historia: vivos los hombres, vivas aun mas las pasiones, y frescas y manando sangre las llagas, ¿quién pone la mano en ellas sin encrudecerlas? Desnuda vamos á presentar la verdad, rompiendo hasta la gasa que vela sus mas ocultos encantos. El que no tenga valor para mirarla en carnes, desvíe los ojos: hora es ya de que caiga la venda que todo lo ofuscaba. Pondremos en claro las tramas de un rey que atando á su cetro el hilo de todas las conspiraciones contra la libertad, logró ahogarla entre los brazos mismos de sus engañados defensores. Mas no perdonando el solio, tampoco perdonaremos los errores de ningun hombre. No conocemos los partidos: apologistas de la virtud, censores del crimen, ensalzaremos ó deprimiremos del mismo modo las acciones del que lo merezca, llámese realista ó liberal, moderado ó exaltado. Al pintar los hechos pondremos en olvido las personas, y al retratar las personas no nos acordaremos ni de su existencia ni de su poder, sino de la verdad, nuestra única guia. Una sola vida tenemos, y esa es de la patria. La conciencia dictará á cada uno si ha de continuar leyendo mas páginas ó cerrar este libro.

La primera providencia del monarca, cambia

Libertad de do el rumbo del gobierno, fue mandar la libertad

los presos.

de los presos por opiniones políticas: ya la muchedumbre habia destrozado las férreas puertas de la inquisicion y allanado los calabozos, como hemos insinuado, inflamándose los ánimos con la narracion de los tormentos que habian sufrido aquellos mártires de la patria. ¡Estraño modo de precaver los sucesos! El general Ballesteros, que tanto habia contribuido con sus consejos al acuerdo de Fernando, siguió con el encargo de formar el ejército del centro en la provincia de Madrid, para que reuniendo las diseminadas tropas, prestase en un caso robusto apoyo al trono, asaltado de temores.

gen

Un pueblo ardiente de entusiasmo, y con la imaginacion acalorada por la memoria de la tiranía de seis años, esperó en vano otras medidas que le garantizasen la conducta futura de un príncipe que voluntariamente habia proscrito y condenado al suplicio á los amantes de la monarquía moderada. E impaciente y desconfiado, como lo Marzo de 1820. es siempre, lanzóse el 9 á las calles, y agrupóse en la puerta del real palacio, prorumpiendo en gritos de cólera y de amenaza. La guardia que custodiaba el alcázar permaneció tranquila sin oponer Escenas del resistencia: y creciendo el atrevimiento de la 9 de Marzo en te con aquel nuevo estímulo, derramose por los patios de la regia morada, ganando algunos la escalera con ánimo de penetrar en las habitaciones del rey. Abandonado éste por los cortesanos que pocos dias antes tan valerosos se pregonaban, soplando en su alma la llama de la venganza, se atribuló y mandó bajar varias personas de influencia, que lograron contener á los que subian. Habian los grupos nombrado seis comisionados para que presentasen en su nombre las peticiones. Llamábanse don José Quintanilla, don Rafael Piqueras, don Lorenzo Moreno, don Miguel Irazoqui,

palacio.

don Juan Nepomuceno Gonzalez y don Isidro Perez: todos amigos fogosos de la libertad, todos espoleados por el deseo de la pública ventura, sin la hiel de la esperiencia ni el tósigo de los desengaños.

Accediendo Fernando á la primera de las peticiones, mandó al marques de las Hormazas, alcalde de 1814, y al de Miraflores, que habia desempeñado igual destino en 1813, se dirigiesen á las casas consistoriales y restableciesen el ayuntamiento constitucional del año catorce. El bullicio era sumo, y el desorden crecia con el número y la efervescencia. Los peticionarios rechazaron al marques de las Hormazas, no solo por ser cercano pariente del tirano Elío, sino tambien porque profesaba las doctrinas mas exageradas del realisino; y antecogiendo á Miraflores, dirigiéronse todos juntos y en tropel á las casas consistoriales. Llegado alli el inmenso gentío, dió cuenta el marques en alta voz de la comision que le habia confiado S. M.; y aclamados alcaldes por el concurso don Pedro Saenz de Baranda y don Rodrigo Aranda, y convocados por los porteros los regidores, quedó instalado el ayuntamiento.

Tras esto regresó el marques de Miraflores á palacio á prevenir á Fernando que el ayuntamiento en cuerpo y los comisionados del pueblo iban á presentarse para recibir su juramento á la Constitucion gaditana. Tan tímido y cobarde delante del peligro, cuanto déspota é inflexible habia sido durante su omnipotencia, plegóse despues de un breve amago de cólera al deseo de los liberales: recibió al ayuntamiento y á los comisionados en el salon de embajadores, y juró debajo del trono con fingidas muestras de regocijo el código proclamado.

Nombró igualmente el rey, á instancia de los presentes, una junta provisional consultiva, com

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puesta del cardenal de Borbon, arzobispo de Toledo y primo suyo, presidente; de don Francisco Ballesteros, vicepresidente; y de los vocales don Manuel Abad y Queipo, obispo de Mechoacan, don Manuel Lardizabal, don Mateo Valdemoros, don Vicente Sancho, conde de Taboada, don Francisco Crespo de Tejada, don Bernardo Tarrius y don Ignacio Pezuela. Era su destino ser consultada en cuantas medidas dictase el trono; y la ilustracion de sus individuos, la gerarquía de algunos y el temple suave de todos, eran otras tantas garantías de que no faltarian á la confianza en ellos depositada. En el mismo dia 9 vió la luz otro decreto

Muerte de la suprimiendo para siempre el odioso tribunal de la inquisicion. inquisicion, resucitado despues de la vuelta del príncipe para eterno baldon y oprobio de los consejeros de la corona; y autorizóse la instalacion de los ayuntamientos constitucionales en todas las pro

Disolucion de la camarilla.

Manifiesto del rey.

vincias.

La camarrilla, blanco del odio nacional, no podia sostenerse, caido el despotismo que la habia servido de áncora; y sus individuos comenzaron á desaparecer sucesivamente de la escena. Ya habia sido reemplazado por la Corte de San Petersburgo el embajador Tattischeff algunos meses antes; y ahora sucedió en el cargo de capitan de guardias al duque de Alagon el marques de Valparaiso. Matafiorida salió del ministerio, que todavía tardó en constituirse definitivamente; y el palacio del rey, envenenado con el aire pestilente de la lisonja y de la mentira, respiró breves instantes un ambiente puro, que tornaron á atosigar las pasiones dominantes en Fernando y en sus enemigos.

El manifiesto real dado á luz el 10 era como la efusion de los sentimientos de un monarca que ansiando reconciliarse con el pueblo, se sinceraba de los errores pasados y enarbolaba la bandera de

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