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con seis años de paciencia, un dia de esplicacion y dos de regocijo." Nombró el rey duque de Cádiz al hijo primogénito del infante don Francisco, por haber nacido en los dias en que la libertad sonreía por vez primera bajo el hermoso cielo de la antigua Hesperia: la vida del nuevo duque fue tan breve como la ilusion de los españoles, pues murió al año siguiente.

El ardor de las pasiones disipó tan delicioso Conato de sueño: en 14 de Mayo saltó en Zaragoza la priZaragoza. mera chispa de ocultas fraguas: los absolutistas alteraron la pública tranquilidad, é intentaron arrancar la lápida constitucional, debiéndose al entusiasmo y arrojo de unos pocos el que no consiguiesen su intento y el que se restableciese la calma. Con el peligro despertóse el celo de los liberales, que vieron en la osadía de sus enemigos la necesidad de vigilarlos y reprimirlos con mano poderosa; y asi inflamándose en vez de amortiguarse los resentimientos, facil era preveer la guerra civil, que asomaba su cabeza coronada de sierpes.

1820.

Entre tanto un suceso aciago habia llenado de asombro y de luto la vecina Francia: el duque de Berry, príncipe real de aquella familia, sucumbió á los golpes de un asesino. La firmeza del matador, su silencio, y sobre todo su odio fanático contra los tronos, manifestaron á la Europa que las doctrinas de Marat y de Robespierre germinaban todavía en algunos corazones..

del

Don Antonio Quiroga, festejado en el tránsito, llegó á Madrid el 23 de Junio y fue recibido en triunfo, adornada la carrera vistosamente, y preparado un suntuoso banquete en obsequio que habia enarbolado en 1.° de Enero la enseña de la libertad. La reunion de las Cortes parecia á todos el áncora de la pública ventura; y su proximidad despertaba en el ánimo del pueblo mas

altas esperanzas. La víspera de abrirse el congreso, el rey, sin mas aparato que el de un ayuda de cámara, visitó el salon de Cortes, preparado con lujo y magnificencia para la augusta ceremonia. Constituida la asamblea, nombró presidente á don José de Espiga, arzobispo electo de Sevilla; y vice-presidente á don Antonio Quiroga, en premio del alzamiento de la isla.

1820. Alboroto

En la noche del 8 al 9 de Julio alborotáronse en su cuartel los guardias del monarca, y en del cuartel de medio del alboroto y la confusion dieron muerte guardias. al centinela de estandartes. Intentaban los atumultuados montar á caballo y salir precipitadamente del cuartel, atando en el brazo un pañuelo blanco, distintivo de los sediciosos; ignoraban la mayor parte el objeto, no obstante la reunion que antes celebraron en casa de un general; pero todos los datos confirman que era ofrecer al rey sus espadas para que no abriese el congreso. La muerte del centinela de estandartes hizo abortar la conjuracion.

roz.

Conspiracion

Ya entonces se habia descubierto en Madrid una trama fraguada por algunos empleados de palacio, tales como don Domingo Baso y Mozo, secretario del rey, don José Manuel Er- de Baso y Erroz, su capellan de altar, y otros; conspiracion que en aquellos momentos de júbilo mas parecia el delirio de un enfermo que el plan bien organizado de hombres cuerdos. Tenia la trama por objeto estorbar la reunion de las Cortes apoderándose de la persona de Fernando en el camino de Burgos: con este fin divulgaron los conjurados la voz de que se trataba de establecer la república; y Baso lo anunció asi al infante don Francisco para que la familia real se decidiese á trasladarse á Castilla la Vieja; asegurando á S. A. que si iba una noche á su casa, conoceria á la persona que poseía el secreto del asunto. Don Francisco, acompañado de Erroz, exami

nó al sugeto designado, y observando que alli no habia pies ni, cabeza, se negó á dar cuenta á su hermano. Desesperado Baso del éxito de la empresa, salió de la corte en un coche, y llegado á Daimiel, donde residia el ex-ministro de policía don Pedro Agustin de Echevarri, anunció á éste que el rey venia detras, y que era necesario que le precediese y tomase el mando de las tropas que encontraria en el camino de Burgos. Echevarri subió en el coche, y difundida la fama de que Fernando venia, hubo pueblos que repicaron las cainpanas al descubrir el carruaje, dando pie de este modo á que todo se descubriese. Los conspiradores fueron presos, y como veremos mas adelante, Baso y Erroz perecieron inhumanamente sacrificados en la Coruña. Si la causa formada y su propia declaracion no atestiguasen la trama en los términos referidos, apenas hubiéramos dado crédito á tanta locura. Nuestros ojos no han podido penetrar mas adentro; pero de temer es que un secretario del rey poseyese su confianza y obrase quizás en virtud de inspiraciones de alta esfera. En Galicia los enemigos del código reinante trataron de derrocarlo, pero desbaratado el plan, tuvieron que acogerse al reino de Portugal. En Sevilla trabajaba para alterar la pública tranquilidad el canónigo don Blas Ostalaza, confinado á la Cartuja, como dijimos en su lugar, secundado por un fraile fanático que gozaba sumo prestigio, y de García Coronel. A instancias del gefe político el gobierno trasladó á Ostalaza á las cárceles de la inquisicion de Murcia, para que el obispo de Cartagena continuase aquella escandalosa causa formada por la conducta que observó con las infelices huérfanas. Una junta llamada apostólica habia amenazado las fronteras de Galicia, trabajando á favor del fanatismo y la tiranía.

El cielo de España no brillaba pues enteramente limpio y azulado, cuando amaneció el domingo 9 de Juli, destinado para la ceremonia del juramento del rey en el congreso: mas estas nubecillas derramadas por la atmósfera, aunque podian ser el principio de una tormenta, no bastaban á empañar el sol de las esperanzas que alegraba todos los corazones. El esquisito ornato de las casas, la tropa y la milicia vestidas de gala y tendidas. por las calles del tránsito, y el numeroso concurso que en ellas se agolpaba, anunciaban una fiesta nacional. Dirigióse Fernando al salon de doña María al compas de las músicas, que tocaban sonatas patrióticas, acompañado de la reina, de los infantes, del mayordomo mayor, y de una lucidísima servi dumbre. Iba en una magnífica carroza tirada por ocho hermosos caballos ricamente enjaezades, ataviados con lujo los volantes, cazadores y lacayos, y cercado de pompa y magestad. Dos diputaciones de la asamblea aguardaban á los reyes al pie de la escalera, una para acompañar á la reina y á las princesas á la tribuna que estaba preparada, y otra al monarca y á sus hermanos al suntuoso trono levantado en el salon. El cuerpo diplomático ocupaba su tribuna, sancionando aquel acto la Europa entera. Sentóse Fernando, y el presidente le recibió el juramento de guardar y hacer guardar el código gaditano en los términos que en el mismo se prescriben. El alborozo y serenidad pintados en el rostro del rey entusiasmaron al pueblo, que ocupaba las galerías, y á los mismos representantes de la patria, quienes prorumpieron en aclamaciones. El presidente en la oracion gratulatoria que pronunció dijo: que en el dia del nacimiento del monarca habia resplandecido la aurora de la restauracion de España, y que mas de veinte millones de españoles reconocieron en el tierno príncipe al

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1820.

Ceremonia del juramento del

monarca.

Ábrense las Cortes.

(* Ap. lib.

9. núm. 3.).

digno sucesor de San Fernando. Pinto con elocuente pincel los sentimientos generosos de los diputados de Cádiz ; y al ir á hablar de la proscripcion fulminada contra los mismos dijo: "Pero cubramos, señor, con un velo estos tristes testimonios de laflaqueza humana. Desaparezcan para siempre los temores, los recelos y la desconfianza que almas criminales han procurado inspirar continuamente en el corazón del mejor de los reyes. " Despues concluyó con estas palabras: "Y yo, órgano fiel de este congreso y de la grande nacion que representa, permitidme, señor, que os ofrezca el debido homenage de su lealtad, y de los nobles sentimientos que le animan."

Fernando, en el discurso de apertura, inculcó tambien las generosas máximas que habian salido de los labios del obispo. "España espera del congreso medidas de indulgencia para lo pasado, y de ilustrada firmeza para lo sucesivo." (*) Asi parecia que entre ambos poderes se renovaba con

fé pura el pacto de alianza que debió siempre

existir entre el trono y el pueblo. De todas partes se acumulaban los esfuerzos para que ni la anarquía ahogase con sus demasías las nuevas leyes, ni la ambicion las minase. La junta suprema gubernativa, concluidas sus tareas con el establecimiento de las Cortes, despidióse en el mismo dia 9 de la nacion en una especie de proclama sembrada de hermosos consejos. "Los bienes de la libertad, decia, por lo mismo que son inestimables, tienen que granjearse siempre á costa de tiempo y sacrificios. No os dejeis pues atormentar de la impaciencia, ni oigais la voz seductora de los malignos que os echarán tal vez en cara la lentitud de vuestros progresos. Observad á la naturaleza, que solo perfecciona sus obras á favor de una marcha lenta y magestuosa." Al

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