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1821.

Destruccion de las máqui

nas de Alcoy.

caver el escándalo, prendiendo frente á frente de la embajada de Rusia á Damian Santiago, maestro zapatero, que hacia de cabeza del motin, y dispersando á los sediciosos.

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Los movimientos anárquicos y las conspiraciones caminaban hermanados en todos los puntos del reino. Alcoy, en la provincia de Valencia, que se habia distinguido por los adelantos de su industria, vió destrozadas el 2 de Marzo por el populacho sus fábricas de paños, que comenzaban ya á competir con los de paises estraños. Una turba de gentes del mismo pueblo y de los lugares vecinos incendió las máquinas de cardar é hilar lana, reduciendo á la miseria á sus dueños, cuya pérdida sumó cuatro millones de reales. En Alava quedó aniquilada cuando apenas habia nacido una partida bajo el mando de Aizquibil, pero se reprodujo la insurreccion en otras guerrillas; y en la ciudad de San Fernando, donde existía un depósito de oficiales, hubo varias tentativas á favor del despotismo. Dirigia en Burgos contínuos ataques contra las leyes vigentes una reunion misteriosa, instrumento del palacio de MaPartidas rea- drid, de la que cogidos algunas veces varios hilos,

listas.

nunca podia desenmarañarse el centro que se buscaba. Ya en Galicia la junta apostólica de que hicimos mencion habia caido en poder de las autoridades, y su presidente, que se titulaba baron de San Joanni, dábase suma importancia. En Santiago, en Asturias, en cien puntos distintos revolvíase inquieto y turbulento el clero y amenazaba al Estado. El canónigo Merino habia aparecido en tierra de Castilla; junto á Sigüenza vagaban otras partidas, y en las cercanías de Aranjuez don Manuel Hernandez, llamado el Abuelo, habia enarbolado el estandarte de la tiranía de acuerdo con los palaciegos, y caido en poder de las armas liberales. Tantas chispas sueltas saltando simultáneamente revela

ban la existencia de un fuego subterráneo amenazando un incendio que devoraria la Península entera. Dentro de la propia corte fue preso por conspirador un ayuda de cámara del rey, y don Matías Vinuesa, su capellan de honor, habia fraguado una trama muy descabellada, y que toda consistía en llamar el monarca á las autoridades una noche y encerrarlas en su alcázar; contando despues con que la sola presencia del infante don Carlos empeñaria á favor del partido absolutista á los regimientos de la guarnicion, que nada sabian de antemano. Denunció este plan al tiempo de estamparse las proclamas un aprendiz de imprenta, y el juez encontró los moldes en el sitio que se le habia designado. Preso Vinuesa el 21 de Enero, hubo á pocos dias una asonada, en la que los gritadores pidieron al ayuntamiento de Madrid el pronto castigo del reo, cuya demanda apoyó el cuerpo municipal, logrando con sus gestiones que se arrancase á los inválidos la custodia de la carcel, y se confiase á los milicianos voluntarios: algunos jóvenes fanáticos pintaban en la mesa del capellan del rey la horca, y cantaban el trágala á los presos por opiniones políticas. Ya en este tiempo Quesada y otros habian formado en París y en Bayona juntas directoras de la insurreccion realista que trabajaban para encender la guerra civil en la Península y dilatarla por todos sus ángulos.

Las Cortes nombraron una comision especial de seguridad pública, para que examinando el estado de la nacion propusiese los medios de afianzar aquella. Tambien discutieron el reglamento interior de las mismas, y la importante ley de señoríos, aprobada á pesar de los argumentos que presentaron en contra Toreno, Gareli, Martinez de la Rosa y otros muchos. Intentábase interesar á los labradores contra los señores para aumentar asi el número de 30

T. II.

Conspiracion de Vinuesa.

1821.

Señoríos.

J

los amantes del gobierno representativo; pero las vidriosas circunstancias que rodeaban la nacion debieron haber exigido mas treguas y detenimiento en asunto tan delicado. Asi lo demostraron en elocuentísimos discursos los diputados referidos: descolló entre todos por su solidez y exactitud el señor Gareli. Desgraciadamente el tiempo verificó sus pronósticos: los labradores no agradecieron por su ignorancia el beneficio, y los perjudicados no tuvieron bastante virtud para sacrificar en las aras de la patria el interes, y convirtiéronse en enemigos. Calatrava, autor de este proyecto de ley que obligaba á los propietarios á probar con los títulos que los señoríos no tenian un origen feudal, llevado de su celo por las franquicias públicas se atrajo para asegurar el éxito á los diputados americanos ofreciéndoles su influjo en los asuntos de Ultramar, y obtuvo la mayoría. Las infracciones de la Constitucion y sus enemigos inspiraron á las Cortes en el mes de Abril medidas de terror que no se maridaban con la índole suave de las formas representativas, pero que las circunstancias reclamaban. La pena de muerte decretada contra los que intentasen trastornar la religion ó el código fundamental del Estado, y la de estrañamiento contra los que en púVarias leyes. blico ó en secreto hablasen de mudanza de gobierno, eran el objeto de una ley: y por otra se entregaban los reos de conspiracion á un consejo de guerra compuesto de individuos del cuerpo mismo que hubiese verificado el arresto de los conspiradores, abriendo de este modo el campo á las proscripciones, á la injusticia y á los asesinatos jurídicos, mas temibles que las matanzas populares y los rayos de la tiranía. La estraccion del dinero á Roma llamó la atencion de la asamblea, y la estincion del cuerpo de guardias sancionó las medidas adoptadas por el gabinete anterior. La ley consti

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tutiva del ejército, autorizando la desobediencia del soldado cuando su gefe se desviase en sus mandatos del código fundamental, acabó de barrenar la disciplina y destruyó la milicia por los cimientos. El gobierno, facultado para cerrar cuantas veces lo juzgase necesario las sociedades patrióticas, podia de: este: modo contener el desorden, y apagar una hoguera, que continuamente amenazaba con nuevos incendios: mas: las Cortes, impulsadas por su desconfianza del ministerio, y por el odio á las poten. cias del Norte, creyeron reanimar el espíritu público formando una nueva ley que sustraía aquellas reuniones del poder de las autoridades, y se contentaba con la simple garantía de la responsabilidad de los presidentes. Dificil era, diremos una y mil veces, dirigir el timon de la nave con elementos encontrados, y en medio de aquella pugna del solio que conspiraba, y de la asamblea que procuraba inutilizar sus conspiraciones. El monarca se negó á sancionar este decreto, autorizado por la prerogativa que le concedia la Constitucion jurada.

No daban tregua á la guerra que habian declarado á la libertad los obispos españoles. El de Tarragona, uno de los sesenta y nueve persas, espuso que la asamblea legislativa carecia de facultades para juzgarle, y que no reconocia mas autoridad que la del sumo pontífice; por cuyo motivo le mandaron los ministros salir desterrado del reino. El prelado de Barcelona, don Pablo Sichar, oponíase á la secularizacion de los frailes, causando con su conducta alborotos en aquella capital, y la mayor parte de los obispos de Cataluña seguia su ejemplo. El de Oviedo, otro de los persas, insultó al poder ejecutivo en sus escritos, y fue tambien espatriado. El famoso don Jaime Creux, diputado fanático de 1812, vendió entonces á sus compañeros, recibiendo en premio el obispado de Menorca,

Nuevos ata

ques de los obispos.

riores.

y despues obtuvo la mitra arzobispal de Tarragona, cuyas bulas remitió ahora la Corte romana. El congreso quiso oponerse á su pase, y Creux se fugó y se acogió al suelo de las Galias.

No solo en la desolada España ensayaban sus fuerzas las sociedades secretas: en el palacio mismo de las Tullerías acababa de sentirse una terrible Sucesos este esplosion junto al cuarto de Luis XVIII, la que no tuvo todo el ímpetu que sus autores deseaban. En Italia habíanse multiplicado y estendido los carbonarios, y conmovido el Piamonte, donde se publicó con una algazara y regocijo indecibles la Constitucion de Cádiz cual si fuese acomodada á las necesidades é ilustracion de todos los paises. El rey de Cerdeña abdicó la diadema en su sobrino el príncipe de Cariñan, y partió con su familia á Niza. El espíritu de insurreccion se comunicó al vecino reino de Francia, y en Grenoble y Lyon estallaron movimientos revolucionarios: Los gefes de las logias españolas que habian contribuido á la mudanza de gobierno en el Fiamonte celebráronla con salvas é iluminaciones; y hubo un momento en que dulces ensueños embriagaron hasta tal punto á los diputados, que mientras el conde de Toreno acusaba al gabinete de Versalles, Romero Alpuente proponia intervenir en los asuntos de Italia enviando tropas en auxilio de los nuevos gobiernos, y Moreno Guerra pretendia en su delirio un rompimiento ruidoso con las grandes potencias de Europa, espulsando de Madrid á todos los embajadores de la Santa Alianza. Afortunadamente triunfó la prudencia en el congreso. Mas no tardó en aguarse la pública alegría con la sumision del Piamonte, la pacificacion de las ciudades francesas, y la entrada de los austriacos en Nápoles el 26 de Marzo. Los ministros participaron á la asamblea tan triste acontecimiento en la sesion secreta del 7 de

1821.

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