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dinarias.

Últimos tra- ocuparon tambien al congreso, al que propuso el bajos de las Cortes estraor- gobierno varias medidas para la pacificacion de América: mas la comision nombrada para su examen las rechazó, é indicó otras en su lugar que tendian al reconocimiento de la independencia de aquellos estados, para lo cual debian enviarse comisionados que escuchasen las proposiciones de paz que hiciesen los mismos. La asamblea empleó algunos dias en la discusion de un punto de tanto interes, hasta que el ministro de Ultramar, oido el dictámen del rey, que á toda costa lo queria ser de las Indias, se presentó y dijo que el gobierno aprobaba la partida de los comisionados si sus facultades se concretaban á la reconciliacion, y de modo ninguno á la independencia, porque la Constitucion prohibia enagenar parte alguna del territorio, y por consiguiente ni las Cortes ni el-monarca podian reconocerla. Finalmente, despues de haber vuelto el dictámen á la comision con las adiciones del ministro, las Cortes resolvieron enviar delegados que escuchasen y trasmitiesen á las inismas las propuestas de los americanos y anulasen los tratados de los generales que hubiesen asentido á la independencia de algun estado, y principalmente el de Odonojú é Iturbide, sobre el reconocimiento de la emancipacion de Méjico. Llevaban tambien el encargo de asegurar las vidas y haciendas de los españoles alli residentes, y de dispensarles cuanta proteccion necesitasen para sus

asuntos.

Tras esto el ministerio presentó á las Cortes tres proyectos de ley sobre libertad de impenta, sobre peticiones y sobre sociedades patrióticas. Los diputados mas ardientes habian confesado que era imposible gobernar la monarquía sin modificar aquellos decretos y poner término á los escesos de los incautos que menoscababan y oscurecian el

lustre de las formas representativas. La oposicion pues hubiera sido débil si Calatrava no hubiese levantado su voz con entusiasmo contra los proyectos, al saber que el príncipe imaginaba colocar el timon del ministerio en manos sospechosas y aun enemigas; y demostró que conceder al poder ejecutivo nuevas facultades contra el pueblo, era aguzar las armas con que consejeros pérfidos destrozarian las leyes fundamentales de la nacion, Continuamente observaremos al rey Fernando. embarazando de intento ó por ignorancia los pasos que daban los verdaderos liberales para afianzar la tranquilidad pública y conducir la nave á puerto de salvacion: mas aborrecimiento tenia á estos que á los anarquistas, y algunas veces hablando con personas de su confianza decia: "lo mismo quieren los unos que los otros; solo que los moderados son mas pícaros y saben mejor el camino." Dignas son de elogio las verdades eternas que salieron de algunos labios durante la discusion. Martinez de la Rosa esclamó: "Triste cosa sería la libertad si fuesen necesarios los abusos para sostenerla: solamente las leyes le sirven de apoyo. " Gareli dijo: "Los diputados deben dejar las pasiones á la puerta del congreso." Y Toreno, hablando de las demasías de la imprenta, añadió: "El hombre ultrajado prefiere el despotismo á una libertad tempestuosa." Las Cortes aprobaron los proyectos sobre libertad de imprenta y derecho de peticiones, quedando sin discutir por falta de tiempo el de sociedades patrióticas, La oposicion pues que Toreno y Martinez de la

Rosa hicieron á Calatrava sosteniendo los buenos principios irritó á los agitadores, que preveían el desenlace de la cuestion si no la atajaban con el

terror.

Hacia ya tiempo que al salir del congreso

diputados mo-
derados.
1822.

Insultos á los algunos diputados observaban que varios grupos gritaban al verlos "viva Riego," y los seguian en ademan de insultarlos. El dia 4 de Febrero, en que Martinez de la Rosa y el conde de Toreno con tanto vigor sostuvieron las columnas del edificio representativo, que estriba en el recíproco enlace y trabazon de los deberes y derechos del pueblo y del solio, hombres vendidos al oro de las sociedades secretas llenaron de improperios á ambos representantes, que milagrosamente escaparon de los puñales de los asesinos. Enfurecidos los sediciosos con la fuga de las víctimas precipitárouse contra la casa de Toreno, donde vivia la esposa de Porlier, de aquel martir de la Constitucion, y sin respetar á la afligida señora hirieron á los criados del conde y compraron cuerdas en la tienda inmediata para ahorcar á Toreno si lograban encontrarle. Registraron escrupulosamente el edificio; y las autoridades, siempre vigilantes, enviaron fuerza armada que contuvo y dispersó á los revoltosos, no teniendo el tumulto otros resultados, gracias á la energía que desplegó Morillo, que mandaba á los soldados. Luego se dirigieron á la morada de Martinez de la Rosa; pero tambien de alli los arrojaron las bayonetas del capitan general. El dia 5, abierta la sesion, tomó la palabra el señor Cepero, y con la indignacion que inspira el crimen denunció los infames atentados de la víspera; pintó el envilecimiento, el vilipendio de la asamblea nacional, escarnecida y ultrajada en la persona de sus individuos, y presagió la muerte de la libertad, puesto que ya eran atacados sus mas firmes mantenedores. El diputado Sancho espuso que los alborotadores eran dos docenas de hombres pagados, y que el desorden le parecia un yugo mas duro que la tiranía; y todos á una voz anatematizaron á los cobardes asesinos. La comi

sion nombrada para averiguar los autores de tamaños escesos los atribuyó á los agentes estrangeros que trabajaban la miserable España, y que se valian del furor de los conciliábulos secretos para precipitarla en las agonías de la muerte.

1822. Ciérranse las

Cerráronse las Cortes estraordinarias el 14 de Febrero, y el rey en su discurso elogió sus trabajos, y principalmente la division del territorio es- Cortes estraorpañol y el código penal. El 15 celebraron ya las dinarias. ordinarias la primera junta prepatoria, no dejando ni el claro de un dia al gobierno para poner en planta sus decretos, calmar las pasiones ardientes siempre en la tribuna nacional, y atender á las urgentes necesidades de la época.

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