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tar al monarca de España del
que
llamaba su cau-
tiverio: cuyos medios mas á propósito, á juicio del
príncipe, eran modificar la Constitucion de Cádiz,
ó formar un nuevo código bajo las bases de la car-
ta francesa. Asi lo prueba la correspondencia de
Morejon con la regencia de Urgél y con otros per-
sonages de la época.

Eguía puso mano á la obra que le estaba en

comendada invitando en Octubre de 1821 al marques de Mataflorida, que tambien residia en Francia, á que escribiese un manifiesto sobre el origen de la Constitucion de Cádiz y los efectos que en la práctica habia producido. Obedeció el marques, y Eguía remitió el manuscrito á París para que Morejon lo diese á la estampa; pero pareciendo á éste muy exaltadas las ideas absolutistas sobre que estaba cimentado, negóse á sacarlo á la pública luz del dia: entonces Mataflorida lo imprimió con el título de "Manifiesto que hacen los amantes de la monarquía á la nacion española &c." Esta fue la primera piedra de desunion tirada por el furibundo autor de la representacion de los Persas, contra sus mismos compañeros de realismo, que por inspiracion del trono fundada en razones de estado manifestaban entonces opiniones menos sanguinarias que el marques.

Morejon siguiendo el hilo de sus instrucciones llamó á París en Febrero de este año al marques de Mataflorida y al ex-fiscal del Consejo de Indias don Antonio Calderon, para que unidos trabajasen una Constitucion española vaciada en el molde de la francesa: prestóse Calderon á las instancias del secretario de Fernando, mas el marques de Mataflorida se negó abierta y enérgicamente, y el viento se llevó el proyecto. El ministro francés Villele, que favorecia la empresa, confió á Calderon varias comisiones encaminadas á este

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1822.

1822,

blanco de sus pensamientos que jamas perdió de vista mientras se sentó en la silla del ministerio.

Los franceses, interesados en el progreso de las facciones, no veían con buenos ojos el desconcierto con que era dirigida la máquina de las conspiraciones, y confiaron al vizconde de Boissett el encargo de examinar en quién estaba la culpa. Asombrado el vizconde con la caduca inutilidad de Eguía, y con el escándalo que presentaba la pastelería de Bayona convertida ahora en secretaría universal del rey de España, pintó á su gobierno la imprudencia y el ningun talento que presidian la empresa. Buscando entonces el ministerio de Francia una persona que se colocase al frente de la reaccion, é indicado por varios españoles el furioso marques de Mataflorida, comisionaron los franceses en Abril á don Fermin Martin de Balmaseda, el tigre de la futura guerra de sucesion, para que pasase á Tolosa y entablase las negociaciones con el marques. Respondió éste á cuantas consultas le fueron hechas, y presentó por medio de Balmaseda á los secretarios de Luis XVIII el plan de la lucha dirigida por una regencia, plan que aprobaron los consejeros de las Tullerías ofreciendo fondos y recursos para llevarlo á cima. Pero Eguía y Morejon, ateniéndose á la letra de las instrucciones reales, interpusieron su influjo con el ministerio de Luis, y prevaleció la idea de no entregar la Península española á los horrores de la tiranía, sino levantar el estandarte de una Constitucion mas en armonía con la índole de la que regia en Francia.

Reunióse entre tanto el congreso de Laybach, en el que se agitó con gran sigilo la cuestion de España, y como medida preliminar de las que se reservaban para mas adelante acordaron cometer á Saldaña el cargo de formar el plan de salvar á

Fernando con acuerdo suyo, y contando con el gabinete de las Tullerías, que debia proporcionar los medios. Facilitáronse algunos millones á Eguía, que su secretario Nuñez Abreu gastó como mas le plugo; y al salir de la pastelería de Bayona el oro á raudales, no dejaba de beber en tan agradable fuente la hermosa guardiana de aquel tesoro. El gabinete de París, Saldaña y los que obraban autorizados por Fernando VII, todos convinieron á principios de Mayo en dirigir sus miras á un solo punto: la modificacion del código de Cádiz bajo la base de dos cámaras, y el veto absoluto, desentendiéndose del plan absolutista de Mataflorida, á quien en 5 de Mayo lo manifestó asi desde París el comisionado Balmaseda, para cuya declaracion le dió su permiso Saldaña. Asi siguiendo el hilo de las ocultas conspiraciones tramadas á la otra parte de los Pirineos, llegamos al verdadero oriente donde se prepararon y engendraron los sangrientos sucesos de Madrid en los siete primeros dias de Julio. Cruzáronse los agentes de París á Bayona, de Bayona á Aranjuez, de Aranjuez á Madrid; y para probar cuán fértil era la imaginacion del rey en estos manejos, bastará saber que no solo atizaba varios conciliábulos en diferentes puntos, sino que encendia esta conspiracion de su guardia con el doble objeto de hacerla servir, ó para moderar la ley vigente, ó para restablecer el cetro de hierro. Andaban mezclados en estos tratos el siempre bullidor conde de Montijo, cuyo despacho de coronel del segundo regimiento de la guardia, espedido por el monarca, se negó á firmar el ministro de la Guerra, y el ahora general don Luis Fernandez de Córdoba, segun confiesa en su memoria (*). Esta pugna de un alma trabajada siempre por las pasiones, este asimiento á la diadema que á cada vaiven

(Ap. lib. 10. núm. 2.)

:

Cádiz.

1822.

aterraba su espíritu, consumian su existencia, y devorado por el terror, la esperanza, el recelo, las sospechas y el disimulo, aumentaba el odio á sus semejantes, y se entregaba al funesto escepticismo. Asi es que su enfermedad dominante se agravaba de dia en dia, y en el mes de Abril sufrió un ataque de gota que dobló sus padecimientos fisicos y morales. Ni amaba á la reina Amalia, siempre llorosa, enferma, y consagrada á los ejercicios religiosos, ni en sus hermanos hallaba el consuelo, la amistad y la confianza que la naturaleza inspira, no obstante su predileccion por don Carlos, y la uniformidad de sus sentimientos en muchos puntos.

mo,

Entre tanto la licencia empujada por las tramas descritas celebraba sus orgias en Cádiz, donde en Entierro de el entierro del secularizado Clararosa, que con sus Clararosa en escritos tanto habia contribuido á los escándalos pasados, quiso conceder los honores de la ovacion á las ideas que representaba. Al lado de los escesos de la anarquía levantábase la tempestad del realisde instante en instante mas bravía y poderosa. Don Santos Ladron, gefe de prestigio y nombradía, conducia á la lid á sus paisanos en Navarra en compañía de Juanito; y aunque derrotados se acogieron á los Alduides, no tardaron en renacer y penetrar en el territorio patrio. Con este motivo el marques de Casa Irujo, nuestro embajador en PaReclamacion rís, pidió al gabinete de las Tullerías que mandabajador en Pa- se internar á los refugiados; mas aquel gobierno, influido por los comisionados de Fernando, enzarzado en sus intrigas, y ansioso de derrocar el gobierno español, daba ya claras muestras de mala voluntad, y aumentaba su ejército con veinte y cinco mil hombres; asi es que eludió la reclamacion con respuestas evasivas. Roma por su parte aunque despachó las gracias que desde Abril del mismo año tenia detenidas, suspendió las bulas de

de nuestro em

rís.

Espiga y Muñoz Torrero, diputados de las Cortes anteriores, que habian sido nombrados obispos de Sevilla y Guadix. El 10 de Marzo algunos paisanos de los barrios bajos y varios soldados gritaron en Madrid "viva el rey absoluto," y la milicia corrió á las armas: los culpables fueron arrestados, pero no se cortó de raiz la causa de su descontento, que era la desunion de las guarniciones, cuyos individuos divididos en bandos se insultaban mútuamente, ó eran insultados por los paisanos. Los regimientos de Fernando VII y de Almansa, victoreadores de Riego, trababan contínuas peleas -con los granaderos de la guardia, debiéndose á la solicitud del general Morillo el que cada dia no corriese la sangre, y se enmarañase y generalizase el combate.

Irritadas las Cortes con el nombramiento de los ministros, y queriendo á todo trance manifestar el odio que les inspiraban, propusieron que ningun representante del pueblo. pudiese obtener empleos hasta un año despues de concluida la legislatura; y discutida la proposicion en 12 de Marzo, fue desechada por sesenta y siete votos contra sesenta y cuatro. Esta desunion de buen agüero para el príncipe, porque en ella anteveía la ruina completa de la libertad, complacíale en estremo, y reíase á espaldas de unos y de otros de la inocencia de los liberales.

1872

Division de la tropa.

Los secretarios del despacho participaron al congreso que hallándose cerca de la corte el se- Paso del segundo batallon del regimiento de Asturias, que de Asturias. gundo batallon con Riego á su frente habia proclamado la libertad en las cabezas de San Juan, habíale concedido el rey permiso para que pasase por Madrid, y saludase la lápida de la Constitucion colocada en la Plaza Mayor; y que si agradaba á las Cortes podia desfilar por delante del edificio de doña Ma

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