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Mentira ri

inventaron los jueces del proceso que los miemn-
bros del conciliábulo descubierto usaban de cier-
to distintivo. Dióles pie para la fábrica de su im-
postura el haber encontrado entre los papeles del
comisario de guerra don Narciso Rubio cierta dícula.
nedalla de oro con una estátua de esmalte, que
representaba la monarquía española con corona de
castillos; otra de laurel en la mano, y un leon á
los pies con trofeos militares, en cuya orla se leía:
"benemérito de la patria en grado heróico," y
en el pedestal, "ser libre ó morir." La Atala ya
se dió prisa á copiar adulterada la referida meda-
lla, y los furibundos jueces alborotaron la corte con
el ensueño de una república cuyo principal fun-
damento estribaba en la medalla, galardon que la
junta de Valencia concedió en 1808 á Rubio en
premio de sus servicios. Los inventores cargaron
con la ridiculez consiguiente á la importancia que
habian dado al asunto.

La injusticia era tan clara que á muchos diputados que en sus respuestas á los cargos de sus causas acriminaron á personas que gozaban de la privanza del rey, destináronlos á reclusiones y encierros para cortar el proceso, sin oirles ni darles defensa: en este número se contaron el padre Fr. Juan Rico y el presbítero don Antonio Bernabeu, porque los castigos eran solamente para los proscritos, y las recompensas para los proscriptores.

Premios á los

En medio de tanta tribulacion, desterrados y encadenados el mérito y el valor, alzaron su cabeza los sujetos de menos valía, y como dice Tá- delatores. cito, "los delatores secretos, linage de hombres nacido para la pública ruina, y nunca bastantemente refrenados con penas, eran entonces halagados con premios." (*) A don Antonio Lastres, vecino de Velez Málaga, "por el mérito que contrajo en delatar la reunion que se formaba en el

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(* Ap. lib. 7. núm. 18.)

(* Ap. lib. 7. núm. 19.)

café de Levante de esta corte, cuyos cómplices han sido sentenciados á presidio," se le concedió. la plaza de fiel de la casa matanza de Málaga por decreto de Fernando (*). Asi es que ni los secretos de la amistad, ni el sexo, ni la hermosura escapaban de la red que el despotismo tenia tendida: doña María Villalba en un momento de imprevision habia escrito una festiva carta refiriendo algunos lances amorosos del rey que andaban en boca de todos sus cortesanos. Quebrantada la religion del correo, denuncióse el papel de la desgraciada señora, que arrastrada á una prision inmunda hubiera espiado en el cadalso su inesperiencia como pedia el fiscal, á no haber intercedido cuando el monarca visitó aquella carcel una persona de suma influencia, y arrancádole la conmutacion de la

pena.

Despues de haber firmado la inhumana circular del dia de San Fernando contra los llamados afrancesados, asistió el rey á un magnífico baile y suntuosa cena dada por el embajador inglés, cual si se gozase en los infortunios de la pobre España. Y en el momento mismo en que S. M. hacia pedazos las nuevas leyes discutidas por la nacion, y las antiguas sancionadas por los príncipes sus progenitores, deseando los ministros fascinar á los americanos y sujetarlos á la argolla, escribian á Circular á las provincias de Ultramar: "S. M. ha ofrecido á sus amados vasallos unas leyes fundamentales hechas de acuerdo con los procuradores de sus provincias de Europa y América; y de la próxima convocacion de las Cortes, compuestas de unos y otros, se ocupa una comision nombrada al intento. Aunque la convocatoria se hará sin tardanza, ha querido S. M. que preceda esta declaracion, en que ratifica la que contiene su real decreto de 4 de este mes, acerca de las sólidas bases sobre las cuales ha de

América.

fundarse la monarquía moderada, única conforme á las naturales inclinaciones de S. M., y que es el solo gobierno compatible con las luces del siglo, con las presentes costumbres, y con la elevacion de alma y carácter noble de los españoles." (*) Men- (* Ap. lib. 7. tira y amarga ironía con que despues de haber se. num. 20.) ducido y engañado al pueblo español, se queria atraer á las colonias americanas para que renunciasen el proyecto de su independencia, y enredadas en la red tendida, arrastrasen dos mundos las cadenas de la tiranía.

Festejó tambien al rey con un concierto el ayuntamiento: y los cabildos eclesiásticos apresuráronse á enviar comisionados á la corte para que felicitasen al monarca por el nuevo rumbo que habian tomado los negocios. En efecto, por el decreto de 21 y circular de 27 de Mayo habíanse abierto de nuevo y de par en par las puertas de los conventos, devolviendo á sus moradores, sin consultar al Consejo, los bienes nacionales vendidos tanto por el príncipe José, como por el gobierno de Cádiz; y no solo se habia despojado á los compradores de su propiedad, sino que malogrando ocasion tan propicia habíanse puesto en olvido las medidas negociadas con la Corte de Roma en el reinado anterior, con el doble objeto de amortiguar la deuda y de restablecer la disciplina eclesiástica; y llamábase en el decreto á los que habian efectuado tales reformas bárbaros opresores de la patria.

La inquisicion abolida por las Cortes en la isla gaditana, y por los franceses en Madrid, y en ningun punto de Europa restablecida, oponíase á las luces del siglo y á las regalías de la corona, que tantas veces habia menoscabado á pesar de los esfuerzos de ímprobos magistrados. Al ver estinguido un cuerpo rival en ciertas prerogativas del

:

1814.

trono mismo, necesario era estar agitado por un vértigo horroroso para pensar en levantarle á su antiguo poder. Un ministro estrangero, á quien no tardaremos en observar al frente de los estimuladores de la discordia civil, y á quien por sus innobles manejos mandaron salir del puerto de Cádiz las Cortes, como dijimos en el libro anterior, vuelto ahora á su destino, inspiró á Fernando la idea de su restablecimiento. Era este el nuncio Gravina, que llevado de sus crueles sentimientos y aguijado por el deseo de la venganza, cuya espuela era la mas poderosa para su alma, habia atizado desde pais estraño la fragua de los realistas. Pero queriendo el rey dorar con el colorido de la justicia tan negra providencia, consultó al Consejo, á los obispos, tribunales y establecimientos literarios: los menos tímidos respondieron esponiendo los peligros de abrir tan terrible lucha con la ilustracion actual, y los mas cautos guardaron profundo silencio. El Consejo de Castilla quiso antes oir á los fiscales, que reunieron infinitas noticias para probar las demasías del santo oficio, y las ventajas de mantener cerrado su alcázar. Pero la nueva habíase entre tanto derramado por la nacion entera, escrita por el nuncio del Papa á los prelados regulares: los conventos vomitaban esposiciones piRestableci- diendo las hogueras y los autos de fé; y el rey, miento de la sin aguardar la respuesta del Consejo, firmó en 21 de Julio el famoso decreto que resucitaba el execrable tribunal (*) de la intolerancia, creado en siglos de barbarie para oprobio del género humano, cuya sangre inocente derramó á raudales. Ostalaza felicitó á Fernando por la resurreccion del tribunal impío en los términos siguientes:

inquisicion.

1814.

(*Ap. lib. 7.

núm. 21.)

"Apenas ha vuelto V. M. de su cautiverio, y ya se han borrado todos los infortunios de su pueblo. La sabiduría y el talento han salido á la

pública luz del dia, y se ven recompensados con los mas grandes honores; y la religion sobre todo, protegida por V. M., ha disipado las tinieblas, como el astro luminoso del dia. ¡Qué honroso es para mí, señor, verme en presencia del mayor de los monarcas, del mejor padre de sus vasallos, del soberano mas querido de su pueblo... ! ”

Restablecidos igualmente los Consejos Real y de Estado, y los demas en su antigua forma; abolida la contribucion directa y reemplazada por las pri mitivas que se cobraban en 1808, tornó la administracion al embrollo y al desorden. A la division territorrial y á las diputaciones de provincia sustituyeron otra vez los capitanes generales con sus facultades omnímodas, acumulando á la plenitud de su autoridad militar y administrativa la presidencia de las chancillerías y otras funciones judiciales. Y como se habia echado mano de los realistas mas exaltados para llevar á cabo la reaccion, en algunos puntos habíanse convertido en verdaderos tiranos del reino. Bastaba para agradar á la Corte oprimir con todo género de tropelías á los que habian profesado opiniones liberales, y molestarlos y aherrojarlos despues de haberlos tratado villanamente. Y el mismo Fernando, que mantenia correspondencia autógrafa con el gobernador de Cádiz don Juan María Villavicencio, encargábale que abatiese el orgullo de aquel pueblo díscolo, y suavizase su aspereza con la horca y el terror.

Ninguno ha retratado en una sola pincelada el gobierno de Fernando VII con tanta verdad como Mr. Carné. "La España, dice, ha pasado en menos de medio siglo de los dias de envilecimiento en que un anciano monarca entregaba á su favorito el honor de su tálamo y el de su nacion, á las humillantes alternativas de ese reinado de

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