tierra al Norte y Levante por Rusia, que sólo dista algunos días de jornada de Pekin, al Mediodía por Inglaterra y Francia, dueñas de la Indo China, sólo puede moverse libremente por la frontera de Corea, cuya posesión seria inapreciable tanto para vigilar los movimientos del Japón como para convertirse en potencia naval y realizar sus sueños ambiciosos, despertados al calor de su naciente poder marítimo y al ejemplo contagioso de las grandes potencias europeas. Su rival más temible es por tanto ahora, como lo ha sido siempre, el imperio del Japón, compuesto de millares de islas al modo de una gigantesca Venecia; habitado por un pueblo esencialmente maritimo, inatacable cual otra Gran Bretaña por los ejércitos terrestres, à menos de disponer de grandes escuadras capaces de trasportar en poco tiempo fuerzas numerosas; dueño de una poderosa energía militar por mar y por tierra, y deseoso de ensayar el valor de sus nuevos organismos á la europea contra el envejecido imperio asiático, cristalizado en su patriarcal despotismo, envuelto en las fajas infantiles de la tradición, que le estorbarán siempre organizarse para una acción eficaz fuera de sus imensas fronteras. Limitada la guerra entre chinos y japoneses, el resultado no sería dudoso para nosotros; el celeste imperio quedaría vencido y el Japón victorioso. ¿Qué sucederá en el caso, no diremos probable, pero si posible, en que al lado de ambos contendientes se colocaran respectivamente Rusia y la Gran Bretaña? Nadie puede predecirlo. El conflicto se convertiria de oriental en europeo y ardería la guerra desde el Mar Ama rillo hasta el Atlántico, desde las orillas del Tiumen hasta las del Rhin y el Danubio. ¿Puede convenir á ninguna de ambas potencias europeas arriesgarse en lucha tan formidable por un asunto que interesa únicamente á dos remotos pueblos del Asia? ¿No amenazarán con su intervención directa y exclusiva para aprovecharse de la debilidad de los dos adversarios y justificar de algun modo sus aprestos militares con objeto de mantener en actitud expectante á su rival y pedir en momentos oportunos la paz á los contendientes diciéndoles si la lucha se prolonga: «no pasareis de aquí y es preciso hacer la paz,» recabando para ellos ciertas ventajas sin necesidad de combatir? Porque dudamos mucho que ni el gobierno de San Petersburgo ni el gabinete de Londres quieran ir más adelante que á hacer respetar por el pronto sus intereses asiáticos y á facilitar más adelante su intervención diplomática para la paz, en nombre de Europa, cuya intervención colectiva de que se ha hablado sin razón los pasados días ofrece grandes dificultades. Sea como quiera, la victoria en los primeros combates librados por mar y tierra entre China y el Japón han sido favorables al ejército de este último. El objetivo de los japoneses no puede ser más claro. Consiste en ocupar con rapidez el territorio de Corea, especialmente Saoul, la capital; consiste en levantar los indigenas contra los aborrecidos chinos, en en dar á la guerra un carácter nacional, si esta palabra empleada en dicho sentido puede aplicarse con exactitud al antiguo reino ermitaño, mientras sus cruceros combaten los acorazados chinos y destruyen su naciente marina de guerra. La campaña seria dura, formidable, no empezarà hasta principios del invierno, rigorosísimo en Corea, esto es, cuando chinos y japoneses hayan concentrado todos sus recursos en el teatro de la lucha. Entonces y sólo entonces podremos apreciar el valor real de ambos pueblos para la guerra moderna, el número y bravura de sus soldados, la organización de sus ejércitos, los progresos de su educación militar, los probables resultados de la lucha, para los cuales debe España encontrarse prevenida, pues la expansión del pueblo vencedor, siquiera salga quebrantado de la guerra, puede ser harto temible para nuestras posesiones de Filipinas. Y Dios sobre todo. A. S. DEL DOCTOR BONALD GORGUERA, 17, MADRID Pastillas cloro-boro-sódicas con cocaina. Especiales contra las irritaciones agudas y crónicas de las Pastillas de frutos pectorales con codeina. De seguro éxito en todas las enfermedades de las vías res- Pastillas vermifugas de Bonald. 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A cada frasco ó caja acompaña un prospeto explicativo para el modo de usar el medicamento. Se expenden en casa del autor, Gorguera, 17, Madrid y en las principales farmacias. Se envían á provincias directamente. |