Hay horas en que la fiscalización alcanza su período álgido. Si hubiera algun aparato que la midiera, marcaria la máxima de doce á dos. Pero con el dia acaban las horas hábiles. El oscurecer despliega bandera de tregua, luce el gas en los escaparates, van llegando à Cimadevilla los de todos los dias, unos forman grupos, aquellos contemplan las sedas y terciopelos formando cascada en la tienda de Masaven, otros las petacas, carteras y boquillas de «La Borla,» las mujeres se detienen ante los abrigas, manteletas y encajes de «El Vapor,» los chiquillos abren ojos y boca planeando un ataque á las cajas abiertas en los mostradores de los turroneros, brillan los galones de un uniforme en la sastrería de Pérez, se situan unos cuantos coscones en la puerte de la lotería, toman varios estudiautes un àmplio portal, como teatro de jarana y retozo, pasean por el centro de la calle, magistrados, oficinistas, diputados, catedráticos, concejales, militares y paisanos; se oye el rúm rúm de las conversaciones, y el bullebulle de toda aquella gente: sobre las cabezas se extiende una ligera niebla que el humo de los cigarros torna pronto azulada, y allí se hace el balance del dia, se comenta el último telegrama, se tocan todas las conversaciones, se arregla la hacienda española y hasta la paz de Europa, y con el establecimiento de la central telefònica, llegan confundidos los suspiros de los anarquistas de Chicago, con los lamentos de Frascuelo, cogido, el domingo trece, dia aciago. Es una necesidad ir á Cimadevilla en aquellas horas, si el tiempo lo permite (como cartel de toros.) La calle se estremece de gozo viendo aumentar la concurrencia de noche en noche, y se siente remocicar (rejuvenecer) olvidando aquellas amargas reflexiones sobre el porvenir, cuando temía que las nuevas calles se llevaran toda la vida en otras direcciones, dejándola morirse de vieja. Muchos de los que concurren con asiduidad, se creen omniscientes. Le juzgan tan capaces de jurar el carcinoma del Kromprinz, como de ganar las elecciones municipales de Lei tariegos. De todo entienden. El ancho campo de la historia es para ellos tan conocido como el de San Francisco. En política se las echan de avanzados, y algunos comen de to supuestos, sin que tengan por inconsecuencia, el yan autorizados por ministros de bando distinto no es de Cos-Gayón ni de Puigcerver; siemp cienda. Con aires de teólogos abordan con la valentía de la ignorancia, las más arduas cuestiones, dándoles solucion atrevida. No suelen ser filósofos, y caso de què lo sean, son filósofos de pórtico, porque no pasan de ahi. Ver salir la gente de la Iglesia, es muy santo: rezar, no es tanto. Lo que debe concedérseles es gran afición à la música y buen oido. Mentira parece que en Oviedo, con la afición que existe, se haya hecho tan poco. Ni orfeon, (1) ni sociedades corales. Dos músicas que tienen sus altas y bajas, que no revelan vida floreciente y que no satisfacen por completo. Es preciso decirlo así, para que el latigazo les estimule. Verdad es que nadie les proporciona estimulos más agradables. Con todos estos elementos puede calcularse lo abigarrado que resultaría un ramillete de conversaciones tomadas al oido. ¡Quien las pescara para ofrecerlas como curioso bouguét en vez de estos renglones! Deploremos no poder hacerlo y acudamos todas las noches á gastar las baldosas gallegas. Con esto nada pierden los zapateros y seguirá siendo Cimadevilla nuestra Puerta del Sol.» Todo el libro rebosa un carácter local muy agradable, y está escrito con conocimiento completo de las costumbres y tipos que se describen, y de esperar es que los Sres. D. Ramón Prieto y D. José López Dóriga, sigan cultivando este género literario que tan precisado se encuentra nuestro pais de narradores y que tan interesante es para el conocimiento de nuestra literatura nacional. (1) Hoy existe. Las fronteras de la locura, por el Dr. A. Cullere, miembro correspondiente de la sociedad Médico-Psicológica de París, versión castellana por D. Antonio Atienza y Medrano, Madrid, un tomo. Son las cuestiones relativas à la locura las que mas apasionan à la opinión pública en nuestros tiempos, hasta tal punto que el secuestro de un demente, por poco elevada que haya sido su posición en la sociedad, llega á constituir un verdadero acontecimiento de gravisimas consecuencias; los legisladores trasformados en Académicos, discuten con calor el diagnóstico de los alienistas; los periódicos reproducen el famoso expediente de los secuestros arbitrarios; los teatros representan obras, y los folletines publican novelas en que los personages molestos son encerrados hábilmente bajo pretexto de enagenación mental. En fin, generosos conjurados, se preparan á saquear las casas de salúd para vengar la libertad individual ultrajada. Merece mil aplausos el Dr. Cullerre que en este excelente libro analiza con los más reputades alicnistas, los innumerables desórdenes del espíritu y de la sensibilidad moral, que proceden de la enagenación mentai, ó que conducen á ella, exponiehdo claramente los principtos en que se funda la ciencia para hacer sus dignósticos, y asignarles su propio lugar en la patología mental, mostrando el hilo conductor, por donde ella camina en el laberinto de excentricidades y rarezas, que tan poco susceptibles parecen á primera vista, de tener una explicación racional. La obra está dividida en diez capitulos que llevan los siguientes epigrafes: La locura, la herencia, las degeneraciones intelectuales y morales.-Los obreros.-Impulsivos.— Excéntricos.-Perseguidores.-Misticos.-Pervertidos.--Lexuales. Cuestiones de Medicina Legal.-Locura y Civilización. Basta el título que llevan estos capítulos para que comprendan nuestros lectores la importancia de este libro, en el que se multiplican los ejemplos escogidos entre los más célebres, tomándolos de observadores de una autoridad incontestable, tales como Morel, Moreau (de Tours), Trelat, Falset, Lasegne, Legrand du Laulle; Dagonet, Magnan Ball etc. y de los recogidos en su mayor parte en el admirable archivo de los Anales Médico-Psicológicos, donde la ciencia alienista francesa ha consignado desde hace 55 años, la parte más granada de sus observaciones y de sus trabajos. La versión española hecha por el Sr. Atienza Medrano, está con gran maestría y conocimiento de la lengua francesa, y recomendamos á nuestros lectores la adqutsición de este importante libro. CLEMENTE DOMINGO MANTILLA. Gijón Agosto de 1894. I.-Examen crítico de la moral naturalista, por D. An- II.-El Estado y la clase obrera, por D. Hilario Gon- zález. III.-Proyecto de Ley del Registro de la Propiedad, por . D. Antonio Torres Maraver.. V.—La Duquesa de Villahermosa, por el P. Luis Co- loma. VI.-Crónica politica interior, por X. VII.-Crónica política exterior, por A. L. . 5 24 47 74 84 90 115 VIII. Bibliografía, por D. Clemente Domingo Mam- 121 CUADERNO SEGUNDO I.-Convento é Iglesia de San Agustin de Valladolid, por II.-La Duquesa de Villahermosa, por el P. Luis Co- loma. III.—Personalidad artistica de Botticelli, por D. José IV.--Fernando Núñez de Guzmán (el Pinciano), por V.-Examen critico de la moral naturalista, por D. An- tonio Mena y Zorrilla. . VI.-Voto y renuncia del Rey D. Felipe V, por D. Joa- quin Maldonado Macanáz. VII. Crónica politica interior, por X. VIII.-Crónica politica exterior, por A. S.. IX.--Bibliografia, por D. Clemente Domingo Mam- 176 200 223 246 254 |