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INTRODUCCION.

Desgraciado destino ha sido el de algunas ciencias, cuyas subdivisiones dictadas tal vez por la naturaleza, 6 hechas por los hombres para facilitar sus progresos, han servido solo por un abuso reprensible de la vanidad ó de la ignorancia para confundirlas, envolviendo sus experiencias y descubrimientos en multitud de fábulas y ficciones, que han alejado y oscurecido la verdad y los caminos de encontrarla, dificultando así la mayor perfeccion de los conocimientos humanos. Tal ha sido la suerte de la geografía. Si por una parte los viajeros y navegantes que debian reconocer y describir con exactitud la situacion y circunstancias de todos los continentes, islas, mares y costas se han dejado arrastrar de lo maravilloso y extraordinario para dar mayor valor á sus relaciones; por otra los sabios, que con el nombre de geógrafos han culti

vado la parte especulativa de esta ciencia, se han adherido tambien con excesiva facilidad á opiniones y sistemas singulares y aun extravagantes: y su autoridad y brillantes raciocinios, aun en cosas de hecho, han alucinado á los menos precavidos, acrecentando un partido que con el mayor empeño ha sostenido, y acaso sostiene todavía, la existencia de ciertos promontorios, estrechos, islas y ciudades que solo pudieran existir en la imaginacion de los poetas y novelistas. De modo que, así en la parte teórica ó especulativa como en la práctica ó experimental, parece que unos y otros han procedido de mancomun para dificultar el esclarecimiento de la verdad en una ciencia, cuyo conocimiento cierto y exacto interesa á todos los habitantes de la tierra.

Los desengaños en esta parte dependen de una experiencia ilustrada, aunque costosa, arriesgada y de un éxito dudoso. Por fortuna los conocimientos ciertos que resultan de la práctica de estas operaciones, estan enlazados con los intereses del comercio y de la política de las naciones cultas de Europa; y esto ha producido cierta emulacion y empeño, especialmente en el siglo último, para asegurarse de la existencia y situacion de muchos paises, examinar sus costas, sus producciones, su gobierno y cultura, los usos y costumbres de sus naturales, y establecer los medios de facilitar sus comunicaciones y su trato. Las expediciones del capitan Cook, del conde de la Pérouse, del capitan

Wancouver, de D. Alejandro Malaspina y otras comprueban hasta que punto procuraron la Inglaterra, la Francia y la España adelantar los progresos de la geografía, abreviar y facilitar las facilitar las navegaciones, y dar al comercio un ensanche é impulso desconocido hasta estos últimos tiempos. Parece que los útiles descubrimientos, las exactas observaciones y atinados trabajos de estos marinos ilustrados debian sofocar el espíritu sistemático, con que algunos geógrafos intentaban autorizar las relaciones apócrifas de varios navegantes antiguos, y hallar islas, promontorios, estrechos, poblaciones civilizadas en los puntos y situaciones mas incultos, mas inaccesibles, y donde la naturaleza parece haber fijado el yermo, la esterilidad y la intemperie y rigor de las estaciones.

Así debia suceder naturalmente; pero el amor á la novedad y á lo maravilloso, la predileccion por sistemas brillantes y originales, lisonjeando la vanidad de sus autores han procurado prevalecer sobre los resultados de una práctica y de unos hechos tan autorizados y convincentes. Así el Sr. Le Monnier ha defendido en cuatro Memorias la existencia del cabo de la Circuncision del capitan Bouvet: el doctor Barrington ha acumulado con empeño varias noticias de viajes al polo setentrional, que han pasado de los 82o de latitud. La autoridad del Sr. Darrimple ha arrastrado á muchos ingleses á suscribir á las combinaciones del capitan Meares, haciendo re

vivir las derrotas ya casi olvidadas del almirante Fonte y de Juan de Fuca; y finalmente el Sr. Buache sostuvo como cierto y efectivo el viaje del español Ferrer Maldonado: opinion que posteriormente siguió el Sr. Amoretti, intentando darle una autenticidad que ciertamente no merece.

Los progresos de la geografía como los de las demas ciencias penden de la conveniente union y analogía entre la parte práctica ó experimental, y la parte teórica y especulativa: porque ni en materias de hecho puede darse lugar á los razonamientos, ni cabe la regularidad de los sistemas, ni los documentos y reglas de la enseñanza de las ciencias, si no dimanan y se derivan de una serie de observaciones hechas con exactitud y buena fe. Pero ¿qué puede esperarse cuando la falta de ilustracion en los que practican las artes confunde, equivoca ó no percibe los hechos, ni examina sus causas; y los sabios dando ensanche á su imaginacion, y á veces alas á su amor á la singularidad, abrazan sistemas grandiosos, estimulados secretamente de aquella vanidad que quisiera sujetar las varias y magníficas obras de la naturaleza al capricho y limitado entendimiento de los hombres?

Para evitar, pues, las exageraciones de los viajeros y descubridores en sus noticias y relaciones, y la extravagancia y arbitrariedad de los geógrafos teóricos en sus sistemas y doctrina, se procuró en en el siglo anterior que en las célebres expediciones

de Cook, la Pérouse, Malaspina y otros fuesen no solo marineros puramente prácticos, sino oficiales astrónomos y científicos, insignes botánicos y naturalistas, buenos pintores y dibujantes; y en fin sabios de todas clases, que pudiesen con imparcialidad y rectitud reconocer las costas y paises del globo, situarlos en sus posiciones geográficas, describir sus usos y costumbres, sus producciones en los tres reinos de la naturaleza; y en fin cuanto puede interesar, no solo al adelantamiento de las ciencias y á la fácil comunicacion de los seres de nuestra especie, sino á la política y al comercio de las potencias europeas. Por este medio no solo se han fijado las situaciones de los paises de todo el mundo, sino que se han desvanecido muchas fábulas que viajeros ignorantes y embaidores, ó la excesiva credulidad, ó la propension á lo extraordinario y maravilloso, habian propagado en tiempos menos ilustrados, y tal vez hallado apoyo en sabios, cuya opinion ha servido para autorizar los errores.

De esta clase son los citados viajes apócrifos de Lorenzo Ferrer Maldonado, de Juan de Fuca y del almirante Bartolomé de Fonte: y si bien han sido examinados y calificados de apócrifos por algunos escritores, y hemos indicado lo mismo en algunos de nuestros escritos; como en unos haya sido solo por incidencia y otros estén sin publicar, nos ha parecido necesario dar en esta Memoria toda extension á las pruebas sobre el viaje de Maldonado, é indicar

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