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En los pormenores de sus trabajos legislativos es inútil que nos ocupemos. Abrió la sesion el presidente (Sr. Gener), con un discurso análogo á las circunstancias. Si en nuestra traslacion, dijo, desde Sevilla á esta ciudad, no hemos presentado á los pueblos la fútil pompa de un ceremonial costoso, á lo menos hemos presentado á sus ojos el grande espectáculo de las libertades públicas conducidas en hombros de la representacion nacional, por la fidelidad inviolable de nuestros juramentos. Este ejemplo y nuestros sacrificios, no serán perdidos; no; los pueblos, se avergonzarán de no imitarlos, y ¡ay de los aleves invasores si al quejido amargo de la patria ajada, despierta y se electriza el pundonor terrible de sus hijos! Vamos á trabajar para inflamarlo; y ya que felizmente nos hallamos en la cuna misma de la Constitucion que defendemos, imitemos la constancia y magnanimidad de sus autores, para merecer como ellos la dulce gratitud de la patria. Con estas virtudes, la salvaron entonces; con estas virtudes, podemos salvarla ahora. ¿Nos faltarán? Yo no lo creo.»

Era muy posible que el Sr. Gener, aspirase á infundir esperanzas de que acaso no participaba. Se sabe lo que son discursos de convencion y de aparato. Tambien es muy posible que los diputados no estuviesen enterados á punto fijo de lo que pasaba, y que contasen con algun accidente ó combinacion de circunstancias, que cambiase el semblante de los negocios públicos. Hay tambien que tener presente, que no habia, ocurrido todavia la capitulacion de Ballesteros, golpe verdaderamente de gracia para la patria moribunda.A

Llenó de consternacion los ánimos esta funestísima noticia. Para entonar algo el espíritu moral del ejército, y recoger las tropas que no habian entrado ó querido entrar en la capitulacion, salió de Cádiz á mediados de agosto el general Riego, y tomó por mar la direccion de Málaga. Llegado allí se halló con pocas tropas, abatidas ademas con los acontecimientos anteriores. Obligado á dejar aquellos puntos por los movimientos de los enemigos, se dirigió hácia Priego, residencia entonces del ge-, neral Ballesteros, á donde llegó los primeros dias de setiembre.

Salió este á su enéuentro, creyendo que iba Riego con intencion de hostilizarle; mas eran, segun se vió despues, muy diversos sus designios. Cuando estaba para empezarse la refriega, se paralizó el movimiento á los gritos de vivan los generales Ballesteros y Riego, que dieron los soldados del segundo. Los dos caudillos se acercaron entonces: Riego brindó al otro con el mando de sus tropas ofreciéndole ponerse bajo sus órdenes, y le exhortó al mismo tiempo á que rompiese la capitulacion con los franceses, á lo que se negó rotundamente Ballesteros. El general Riego le hizo entonces preso, en compañía de los oficiales de su Estado mayor; mas Ballesteros se vió muy pronto en libertad, habiéndose resistido sus tropas á seguir las banderas del primero.

Se pudo dar desde entonces Riego por perdido. Sin las tropas con que contaba del general Ballesteros; abandonado además por algunas de las suyas propias, no le quedaba mas recurso que encaminarse hacia donde pudiese hallar abrigo, ó bien en alguna plaza ó division que engrosase la suya tan debilitada. Tomó con este objeto la direccion de Cartagena; mas perseguido y alcanzado por el general francés á las inmediaciones de Jaen, fue batido con pérdida de quinientos hombres. En su retirada por el punto de Jodar, tuvo otro, encuentro el 14 de setiembre con los enemigos, que le derrotaron hacióndéle óchocientos hombres prisioneros. La dispersion fué completa; el general Riego se salvó con tres amigos ayudantes suyos, únicas personas que le acompañaron en su retirada. ¿Qué hacer en aquella situacion tan critica? Se encaminaron los cuatro fugitivos hácia Estremadura, mas no estaba destinada su peregrinacion á ser muy larga. En un cortijo á las inmediaciones del pueblo de Arquillos, de la provincia de Jaen, donde se entraron á comer, causaron sospecha sus personas. Una del cortijo pasó desapercibida á dar cuenta al pueblo de lo que ocurria: ¡pronto se vio Riego y sus amigos en poder de los escopeteros que envió al cortijo el comandante de voluntarios realistas, y sumergido algunas horas despues en un calabozo del pueblo de la Carolina!i

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Sigamos rápidamente la marcha de los acontecimientos. El Juego estaba perdido, y las cosas sin remedio.

El Congreso nacional cerró las sesiones de la legislatura ordinaria, el 5 de agosto. El Rey que asistió á la ceremonia, anunció á las Córtes que convocaria las estraordinarias, si asi lo exigia la fuerza de las circunstancias.

Uno de los primeros pasos del duque de Angulema á su llegada al Puerto de Santa María, fué dirigir al Rey Fernando la comunicacion siguiente:

Querido hermano y primo: la España está libre del yugo revolucionario: algunas ciudades fortificadas, son las únicas que sirven de refugio á los hombres comprometidos. El Rey mi tio y señor habia creido, y los acontecimientos no han cambiado su opinion, que restituido V. M. á su libertad y usando de clemencia, seria conveniente conceder una amnistía como se necesita despues de tantas disensiones, y dar á sus pueblos por medio de la convocacion de las antiguas Córtes del reino, garantías de órden, justicia y buena administracion. Cuanto la Francia pueda hacer, asi como sus aliados y la Europa entera, se hará, no temo asegurarlo, para consolidar este acto de vuestra sabiduría, » He creido de mi deber dar, á conocer á V. M., y á todos aquellos que pueden precaver aún los males que les amenazan, las disposiciones de mi tio y señor: sí en el término de cinco dias no he recibido ninguna respuesta satisfactoria, y si V. M. permanece todavia privado de su libertad, recurriré á la fuerza para dársela; y los que escuchan sus pasiones con preferencia al bien de su pais, serán solos los responsables de la sangre que

se vierta.»

«Soy con el mas profundo respeto, mi querido hermano y primo, de V. M. C.-Luis Antonio. Cuartel general del Puerto de Santa María 17 de agosto de 1823.»

¡Qué convocase las Córtes del reino, aconsejaba al Rey Fernando el principe enviado por un gabinete que se habia comprometido en Verona, á no permitir en Europa el establecimiento de ningun gobierno representativo! Aunque el duque de Angulema ignorase esta misma circunstancia, ¿podia presumir por lo

que habia visto en España, por el carácter atrozmente reacciona rio de la regencia de Madrid, que aspirase á Córtes de ninguna clase el partido absolutista? Su carta al Rey no era, pues, de conciliacion y de consejo, y sí de simple amenaza á las Córtes y á los ministros constitucionales. Asi dieron estos al príncipe la contestacion, cuyos principales trozos insertamos en seguida.

El yugo de que cree V. A. R. haber librado

á España, no ha existido nunca, ni jamas he estado privado de ninguna libertad, si no de la que me han despojado las operaciones del ejército francés. El único modo de devolvérmela, seria dejando poseer la suya al pueblo español, respetando nuestros derechos como respetamos los de los demas, y haciendo que cese un poder estranjero de entrometerse en nuestros asuntosinteriores, por medio de la fuerza armada.▾

«Si para la conservacion del órden y de la justicia del sean mis súbditos fuertes garantías, yo convendré en ellas con su acuerdo, esperando que V. A. R. me permitirá le diga, que el remedio que me indica es tan incompatible con la dignidad de mi corona, como con el estado actual del mundo, la situacion por lítica de las cosas, los derechos, las costumbres y el bien esta de la nacion que gobierno. Restablecer despues de tres siglos de olvidó una institucion tan variada, tan difícil de hacerla variar como lo es la de las antiguas Córtes del reino, Córtes en que la nacion no se reune, ni posee una verdadera representacion, seria lo mismo y aun peor, que resucitar los estados generales en Franeia. Ademas; esta medida, insuficiente para asegurar la tranquilidad y órden público sin procurar ventaja alguna á ninguna clase del Estado, haria reconocer las dificultades é inconvenientes en que se ha tropezado en otras ocasiones, y en que se tropieza cada vez que se trata de discutir sobre este asunto.

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No es al Rey á quien corresponde dirijir los consejos que V. A. R. ha creido debia darle, por que ni es justo, ni posible que se pida al Rey precava los males que no ha causado, ni me. recido; y esta peticion fuera mejor se dirijiese, al que es el autor voluntario de ellos.»

«Yo creo, y tambien mi nación, que una paż honrosa y dura

dera ponga fin á los desastres de la guerra presente, que no hẹmos provocado, y que es tan perjudicial á la Francia, como á la España. A este fin tengo negociaciones pendientes con el gobierno de S. M. B., de quien he solicitado igualmente la mediacion de S. M. Cristianísima. Yo no me separaré de esta base, y creo que V. A. R. debe hacer lo mismo; mas si á pesar de esta declaracion se abusa de la fuerza, bajo el pretesto que. indica V. A. R., los que lo hagan serán los responsables de la sangre que se vierta, y particularmente lo será V. A R. delante de Dios de los hombres, de todos los males que recaigan sobre mi persona y real familia, y sobre esta ciudad benemérita.-Dios guarde á V. A. R., mi hermano y primo muchos años--Yo el Rey. Cádiz 21 de agosto de 1823.»

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Las negociaciones con el gobierno de S. M. B. á que se referia el anterior escrito, se reducian á una mediacion que se habia pedido por conducto del embajador inglés; quien no habiendo querido seguir al gobierno despues del nombramiento de la regencia, se habia trasladado á Gibraltar donde por entonces fijó su residencia. El gobierno español no ponia mas condiciones, que el olvido de lo pasado y la seguridad de un gobierno representativo. ¡Pasos inútiles! El gobierno francés, que no habia admitido la mediacion inglesa antes de entrar sus tropas en Espa ña, ¿la acogeria ahora cuando enseñoreadas ya de la Península, se iba á cumplir su gran desideratum de restablecer el absolutismo de Fernando? Asi1á las indicaciones que se hicieron sobre el particular al duque de Angulema, respondió este que nada nada queria tratar con el Rey, hasta que estuviese puesto en libertad. D

Esta era en efecto su mision; tratar con el Rey solo, cuando fuese ya absoluto. Para sacarle de Cádiz, se habia aproximado á dicha plaza. A las Córtes, á los ministros constitucionales, no los reconocia para nada, ni queria usar con ellos mas lenguaje que el de la amenaza mas ó menos disfrazada, suponiendo que eran los carceleros de Fernando.. Tal fué la clave de la política del gabinete de las Tullerías, desde las famosas conferencias de Verona.

Mientras tanto, continuaban los franceses sus hostilidades. El

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