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solo momento turbar la tranquilidad pública. Asegurada esta por la cooperacion con que han contribuido las primeras autoridades del Principado á sostener mis miras, dirigidas á este fin, y al mejor servicio del rey, me cabe la satisfaccion de anunciar á la provincia y al ejército que descubierta la conspiracion, presos la mayor parte de los que la han fomentado, y perseguidos otros, nada queda que temer, ni les resta otro recurso á los reos que esperar el castigo que las leyes imponen al crimen en que han incurrido, segun resulta de las causas que ya se han principiado, y se continuarán con la mayor actividad. - Barcelona, 12 de Abril de 1817.- Javier Castaños."

Los testigos que declararon en el proceso formado al benemérito general Lacy, ó no tenian el hilo de la trama, ó no quisieron descubrirlo para salvar al que con tanto brio habia peleado en defensa de la patria. Los cargos pues que resultaron probados contra el reo eran hasta cierto punto leves, y un juez justo hubiera rehusado quebrantar la ley para satisfacer las pasiones y la venganza de la Corte. La sentencia de Castaños destila sangre; sus mismas palabras acusan al que osó firmarla.

Sentencia de

"No resulta del proceso que el teniente gene- Lacy. ral don Luis Lacy sea el que formó la conspiracion que ha producido esta causa, ni que pueda considerarse como cabeza de ella; pero hallándole con indicios vehementes de haber tenido parte en la conspiracion, y sido sabedor de ella, sin haber practicado diligencia alguna para dar aviso á la autoridad mas inmediata que pudiera contribuir á su remedio, considero comprendido al teniente general don Luis Lacy en los artículos 26 y 42, título 10, tratado 8. de las reales ordenanzas: pero considerando sus distinguidos y bien notorios servicios, particularmente en este Principado y con

este mismo ejército que formó, y siguiendo los paternales impulsos de nuestro benigno soberano, es mi voto que el teniente general don Luis Lacy sufra la pena de ser pasado por las armas; dejando al arbitrio el que la ejecucion sea pública ó privadamente, segun las ocurrencias que pudieren sobrevenir, y hacer recelar el que se alterase la pública tranquilidad.— Javier Castaños. "

El Consejo de Guerra, arrastrado por el funesto voto del suspicaz Castaños, pronunció el terrible fallo contra el desventurado Lacy, que yacía aherrojado en la ciudadela de Barcelona. Pero en todas Murmullos. partes resonaban los murmullos del ejército y del pueblo, que subiendo al cielo las hazañas del reo hablaban de perdon y de clemencia, y aun hubo quien representó al monarca abogando por el preso. Receloso Castaños de los intentos de los catalanes, consultó de antemano al ministerio si sería conveniente se ejecutase la sentencia en otro punto en el caso de que el Consejo pronunciase la pena de muerte contra Lacy, pues temia intentasen libertarle sus amigos y compañeros. El furibundo Eguía, ministro de la Guerra, estimulado por Fernando y por su instinto cruel, desplegó entonces las artes de la dolosa tiranía, y ordenó á Castaños que enviase á Mallorca al reo con las prevenciones siguientes:

1817.

Artificio diabólico.

El 30 de Junio Castaños divulgó en Barcelona por medio de sus agentes que el rey habia perdonado á Lacy y destinádole á un castillo, para donde debia darse á la vela muy pronto, y alborozados los ánimos no cayeron en el lazo que se les tendía. Venida la noche de aquel dia entregó el general de Cataluña la persona de Lacy al fiscal de la causa don Vicente Algarra, para que se embarcase en el falucho de guerra el Catalan, que custodiado por el místico el Aguila, debia condu

cirlos á Mallorca, y alli entregar á Lacy el fiscal al marques de Coupigny, capitan general de la isla. Dió tambien orden por escrito al fiscal y á los comandantes de los buques para que en el caso de que en alta mar intentase alguno salvar al reo quitasen á este la vida en el acto, para lo cual llevaba Algarra prevenidas las pistolas. El desventurado don Luis Lacy se entregó á la dulcísima esperanza del perdon, y caminaba á Mallorca alegre y sereno, mostrando á sus verdugos una gratitud que no merecian. Para los lectores que no crean tanta doblez y fria venganza en el corazon del monarca y de sus satélites, copiaremos la orden secreta que Castaños comunicó al marques de Coupigny por medio del fiscal, cuyo importante documento debemos á la amistad de una persona de elevada clase.

"Reservadísimo. - Excelentísimo señor. - Con fecha 7 de Junio me dijo el señor secretario de Estado y del despacho de la Guerra lo siguiente.-Muy Muy reservado.-Excelentísimo señor.- En el caso de que sea sentenciado á pena capital el teniente general don Luis Lacy, y que V. E. tenga muy fundado recelo que pueda alterarse la tranquilidad pública de Barcelona si se verificase en ella la ejecucion, quiere el rey nuestro señor que inmediatamente se le traslade con toda la reserva y seguridad correspondiente á la isla de Mallorca á disposicion de aquel capitan general, para que sin preceder consulta para la real aprobacion sufra en aquella el castigo á que le ha hecho acreedor su execrable delito. Y habiendo manifestado lo que sobre esta real resolucion me pareció conveniente, se me comunica por el propio ministerio con fecha del 21 la real orden siguiente. Muy reservada. Excelentísimo señor. He dado cuenta al rey nuestro señor del oficio muy

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Órdenes se

cretas.

Lacy en MaHorca.

reservado que V. E. ha dirigido con fecha del 14 de este mes, en contestacion á la real orden que le fue comunicada, para que en el caso de ser condenado á muerte el teniente general don Luis Lacy se ejecutase la sentencia sin consultarla á la soberana aprobacion, y que si tuviese V. E. fundado recelo de que se pudiese alterar la tranquilidad pública, se le traslade con reserva y seguridad á la isla de Mallorca; y S. M. se ha servido resolver que se cumpla lo mandado en la ejecucion de la sentencia, si fuese la de muerte. En cumplimiento pues de estas soberanas determinaciones, y habiéndose sentenciado el dia 28 la causa formada al teniente general don Luis Lacy, que en público fue leida en los tres dias anteriores, he dado las disposiciones necesarias para que con seguridad y sigilo sea embarcado esta noche en el falucho de guerra el Catalan, convoyado por el místico Aguila, habiendo encargado la persona de Lacy al fiscal de la causa el coronel don Vicente de Algarra, que deberá hacer la entrega á la persona que V. E. designe, tomando el correspondiente recibo, y el mismo fiscal será el portador de este pliego, en que incluyo la sentencia original, quedando aqui el proceso, que es esencial para el que por separado se está formando á los demas cómplices. Los comandantes de los buques llevan las instrucciones necesarias para los casos que puedan ocurrir en el mar, y el coronel Algarra la orden terminante por escrito de disponer sea muerto Lacy si tuviese fundado recelo de que violentamente se intentase libertarlo.- Dios guarde á V. E. muchos años. Barcelona, 30 de Junio de 1817.- Excelentísimo señor. Javier de Castaños. Excelentísimo señor marques de Coupigny."

Apenas llegó el benemérito preso á la isla de Mallorca encerráronle en el castillo de Bellver,

fortaleciendo de este modo las esperanzas que abrigaba de haber merecido la real clemencia. Pero el 4 de Julio presentóse el fiscal Algarra y notificó á Lacy la sentencia de muerte: no se alteró el sereno rostro del héroe con aquel golpe, no obstante las lágrimas del gobernador del castillo, hombre sensible y admirador de las proezas del reo. Al despuntar la aurora del 5 bajáronle al foso, y el mismo Lacy mandó el fuego con imperturbable calma á la escolta que lo arcabuceó. Asi pereció en el cadalso á manos de una fria venganza el que en cien combates defendió á la dulce patria y al ingrato Fernando, y su sangre, que con tanta gloria comenzó á derramar en los campos de Ocaña y de Cádiz, vino á helarse en los fosos de Bellver sin provecho de España, y con oprobio del tirano que empuñaba el cetro. La palma del martirio es el premio con que el despotismo corona á los héroes.

Su muerte.

1817. Muerte del infante don

El 20 de Abril á las once y cuarto de la mañana espiró de resultas de una pulmonía el infante don Antonio Pascual, que tanto habia contribui- Antonio Pasdo á los infortunios y desastres que asolaban el cual. pais. Pero entonces ya la camarilla, y principalmente su áncora mas poderosa, que era Chamorro, esclavizaba con sus hechizos el ánimo del rey, destruyendo ó levantando al vestir y desnudar al monarca los hombres y las cosas. Descendió don Antonio al sepulcro cargado con el odio de los buenos ciudadanos, en cuyo esterminio se habia gozado desde su vuelta de Francia, y con el crimen de haber desdorado sus canas destronando á su hermano, y sirviendo de instrumento á un bando furibundo. Facil le hubiera sido ceñirse la corona de la gratitud nacional si con mas pulso y mesura hubiera inclinado á su augusto sobrino á los sentimientos benéficos y á la moderacion. Pero su igno rancia (*), hija de una educacion nula, su ningun núm. 12.) ("Ap. lib. 8.

T. II.

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