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las concesiones aun mas allá del término debido. Precisados á contestar dentro del plazo corto y fatal que se les asignaba, no quisieron sin embargo hacerlo sin esplorar la voluntad del último soldado para que la resolucion que habia de decidir de la suerte de la guarnicion llevara en lo posible la sancion del acierto. Verificáronlo asi haciendo circular por todas las clases de tropa el oficio de ESPARTERO y provocando la opinion de todas ellas: mas como en todos estos pasos se invirtiera mucho tiempo y fuera ya trascurriendo el concedido por el DuQUE DE LA VICTORIA dispuso este general que sus batallones fueran acercándose al muro y tomasen una actitud imponente á los rebeldes. No necesitaron estos otra cosa para acabar de decidirse y aceptar el partido con que les brindaba ESPArtero.

El ayudante de campo que habia llevado el oficio salió por fin de la plaza acompañado de tres gefes carlistas, con los cuales se dirigió hacia el acueducto en cuyo sitio tuvieron una conferencia con los generales de la Reina Cortinez y Linage, para arreglar la entrega de la plaza y obtener sin duda garantías sobre el respeto á sus personas. Pidieron ademas los emisarios de la plaza el que se permitiese salir á la guarnicion con las armas en la mano, pues que habiéndolas sabido emplear tan bien y acreditádose con ellas de valientes no erá cosa de que las abandonasen ú ocultasen como bandidos en presencia de la fuerza armada. Accedió ESPARTERO gustoso á esta demanda que le proporcionaba el placer de presenciar el acto de la rendicion de las armas carlistas ante las banderas de la reina y que daba mas realce é importancia al hermoso triunfo que conseguia en aquellos instantes. En su consecuencia y hallándose tan imposibilitado el paso del puente á causa del hundimiento que hemos referido, se dirigió con su brigada el comandante de zapadores carlistas y formó uno provisional de maderos, faginas y tablones por el cual pasó la guarnicion carlista en órden de rigurosa formacion, con el teniente rey á su cabeza y todos los gefes y oficiales á los cuales seguianlos empleados militares y civiles. Las tropas del ejército triunfante, vestidas de gala por ser los dias de la infanta doña Luisa Fernanda, esperaban á las inmediaciones de la plaza en donde se verificó el acto solemne y grandioso de entregar las armas en medio de las aclamaciones y de la animacion que se leia en el semblante de los vencedores y del abatimiento y tristeza de los vencidos.

En seguida pasaron á Morella tres compañías de preferencia del ejército constitucional para ocupar los puntos mas importantes de la plaza. Siguiólas una buena parte de aquel con el general en gefe á la cabeza dando gritos entusiasmados á la Reina y á la libertad al compás de los himnos patrióticos y marciales que tocaban las músicas de los cuerpos. Antes de penetrar en el casco de la plaza y en la puerta denominada del Estudio, desenvainó ESPARTERO su espada, y con acento entusiasmado dirigió TOMO III.

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á sus tropas las siguientes palabras: «Valientes compañeros de glorias y fatigas, vuestra constancia y valor obtienen por premio cada dia nuevos laureles: pronto regresareis à vuestros hogares con la dulce satisfaccion de haber dado la paz á vuestra patria y asegurado el trono de la tierna Isabel, la felicidad, la libertad y la independencia nacional. Soldados; Viva Isabel II; viva la Constitucion; vivan mis bravos camaradas. » El ejército contestó á estos vivas con entusiasmo, añadiendo con unánime y espontánea esclamacion, «viva nuestro digno general en gefe.» Una voz que parecia tronar sobre las tropas, gritó desde lo alto del castillo.« Viva el general ESPARTENO, y desde entonces los vivas, las aclamaciones, la efusion mas completa de alegría reinaba en aquella desmoronada y ruinosa poblacion, formando singular y terrible contraste con los ayes de los heridos y el terror que se pintaba en los semblantes de los moradores. Como la presencia de los gefes no alcanza á todas partes, y el instinto del soldado no es siempre humano y caritativo con el enemigo que le ha hecho sufrir privaciones y trabajos, y sido causa de la muerte de sus compañeros, y como ademas era la poblacion de Morella tan tristemente célebre en los anales de aquella guerra, cometióse alguno que otro saqueo en las casas por individuos aislados, que los oficiales no pudieron evitar. Pero estos desmanes, que atendidas las circunstancias pueden calificarse de ligeros cuando no llegan á las mismas personas, eran lo menos que podia esperarse en aquel caso. Tal era la disciplina de las tropas de los ejércitos nacionales, y las sérias prevenciones que sobre el particular tenia hechas á sus gefes inmediatos el general en gefe.

Verificada la entrada triunfal, tomó ESPARTERO en sus manos la bandera de uno de los regimientos y la colocó en las almenas del castillo, donde tremolaba ufana por Isabel II y la Constitucion. A estas solemnidades se siguió la entrega del material existente en Morella.

La pérdida de sus defensores y habitantes fué considerable por los horrores de la aciaga noche del 29. Solo en el foso fueron encontrados 242 cadáveres, bastantes caballos y algunos bagajes cargados. La guarnicion desarmada pasó revista, y resultaron 2,731 individuos en la forma siguiente. Ocho coroneles. -Cinco tenientes coroneles.—Cuatro primeros comandantes. -Ocho segundos. -Treinta y cinco capitanes. -Cincuenta y cuatro tenientes.-Ocho subtenientes.-Un asesor.-Un procurador del tribunal.-Seis oficiales del ministerio de artilleria.-Un profesor de cadetes.-Un comisario.-Dos oficiales de hacienda.-Un factor.Cinco fisicos.-Diez y siete capellanes.-Veinte y tres cadetes.--Nueve distinguidos.-Cien sargentos primeros.-Ciento once segundos. -Doseientos cuatro cabos. Un maestro de cornetas.-Nueve cornetas. Treinta y tres tambores.-Y dos mil once soldados.

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Todos estos prisioneros fueron conducidos á Zaragoza escoltados por el regimiento de cazadores de la Guardia Real provincial.

ESPARTERO habló á sus tropas en la órden general del 30 dada en Morella de la manera siguiente:

« Soldados: habeis concluido la guerra de Aragon y asegurado el término de la de Valencia: Morella y su formidable castillo, baluartes en que la faccion que ha devastado estas provincias cifraba sus esperanzas acaban de sucumbir à vuestro heróico esfuerzo. No en vano he confiado siempre en vosotros. Aquel negro pendon que los rebeldes ofrecieron à vuestra vista pensando intimidaros con la señal de muerte, pronto le abatisteis, cayendo sobre sus cabezas el anatema de su feroz bandera, y pronto tambien se vieron forzados á implorar la gracia de la vida, los que orgullosos amenazaron la vuestra. Intérprete fiel de los sentimientos nobles y generosos del valiente ejército que tengo el orgullo de mandar, sensible al derramamiento de sangre, cuando la gloria, el honor y la necesidad no la piden; considerando que eran españoles, arrastrados muchos por la fuerza, los que debian ser víctimas, y sobre todo, el ardiente deseo de no esponer inútilmente á ninguno de mis bizarros compañeros de armas, me decidió á recoger el fruto de tan interesante conquista, sin tener que llorar la pérdida de ninguno de vosotros, ni sentir los cruentos estragos que el asalto hubieran producido.

<< Soldados: muchos son los hechos gloriosos que ilustraban ya vuestro nombre: pero el acontecimiento de la toma de Morella y su castillo, es el mejor laurel que adornará vuestra frente, formando época en la historia de esta guerra destructora por lo grande de la empresa, y porque ella afianza la pacificacion general que hará la ventura de nuestra patria. Estos son los efectos de las virtudes que os distinguen; porque valientes á la par que sufridos y disciplinados, nada hay que pueda resistiros: y lo poco que nos queda será la marcha del triunfo, para que recibais las bendiciones de los pueblos, libres de la ferocidad de un enemigo que se vence ya con sola vuestra presencia.

« Compañeros de glorias y peligros: os doy las gracias mas espresivas por vuestro comportamiento, sin perjuicio de las recompensas que propondré á S. M., ademas de una cruz general que ya he solicitado por este memorable suceso: y estad seguros de que mis desvelos por vuestro bien Y felicidad serán constantes y eterno el amor de vuestro general-Es

PARTERO.

Nada exageraba este ilustre caudillo cuando asi encomiaba el valor, serenidad de sus tropas y todas las demas virtudes á que eran debidos los señalados triunfos que acababan de conseguir. El gobierno las recompensó accediendo á las propuestas del general en gefe y premió los méritos que

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éste habia contraido en aquella árdua empresa, inscribiéndole en la ilustre é insigne órden del Toison de oro y concediéndole que al título de DuQUE DE LA VICTORIA, añadiese y DE MORELLA.

El valiente general Zurbano contribuyó por su parte al escarmiento de los rebeldes durante las operaciones del sitio de Morella. Ya recordarán nuestros lectores que el gefe elegido por Cabrera para oponerse á los intentos de los sitiadores y socorrer la plaza en caso de apuro habia sido Forcadell, el cual en virtud de las instrucciones de su general se situó en Bojar con el primer batallon de Valencia como punto el mas á propósito para realizar su doble objeto. Era muy natural que el gefe carlista tratase de estar al corriente de los movimientos de los sitiadores para comunicarlos á los diferentes cuerpos que distribuidos en destacamentos aguardaban impacientes el éxito de aquella empresa; pero no lo hizo asi, y el intrépido Zurbano supo aprovecharse de su descuido dirigiéndose en la tarde del 28 de mayo por los ásperos puertos de Beceite á tomar las ventajosas posiciones de San Miguel. A pesar del mal tiempo campó y permaneció en ellas hasta el siguiente dia 29 en que noticioso del descuido de Forcadell se encaminó al Bojar por senderos escabrosos con el mas profundo silencio y logró caer tan de sorpresa sobre los rebeldes, que apenas tuvieron estos tiempo para formar algunos pelotones estramuros del pueblo. Mientras se tiroteaban con la vanguardia de los constitucionales, salió Forcadell apresuradamente de su alojamiento y recorrió algunos grupos de los mas próximos al sitio del ataque; pero de nada sirvieron estas disposiciones y Zurbano penetró en el pueblo arrollando á cuantos rebeldes se encontraban en él, y poniendo en terrible aprieto á su gefe quien mas que precipitadamente huyó hasta las mismas cumbres del Castil de Cabras, sufriendo en este difícil tránsito tan activa persecucion de los soldados leales, que dejó cubierto el campo de muertos y heridos, viniendo á perder entre estos y los prisioneros (cuyo número ascendió á 70) todo el primer batallon de Valencia que era uno de los mas aguerridos y acreditados del ejército carlista y en el que tenia depositada Cabrera toda su confianza. El equipage de toda la division y el particular del mismo Forcadell cayeron en poder de Zurbano: en el último se encontró una faja nueva de general.

El cabecilla Bosque que no estaba muy distante del sitio en que se verificó este choque, quiso socorrer á Forcadell con la division de su mando, á cuyo efecto formó tres masas, á las cuales fué agregando los muy pocos dispersos del batallon de Valencia; pero á este tiempo Zurbano habia llegado ya al campamento de ESPARTERO, y el faccioso no pudo ejecutar su heroicidad sino con dos pobres soldados rezagados á quienes fusiló en el acto.

Muy mal efecto habia de producir en Cabrera la noticia de la

sorpresa de Forcadell, y la pérdida de uno de sus mejores batallones. Asi que al presentársele aquel en Flix, le recibió ásperamente y á pesar de los estrechos vínculos de amistad que siempre les habian unido, trascurrió mucho tiempo sin volverle à su gracia.

Tan mal parados habian quedado los carlistas con los recios golpes sufridos en estos dias, que completamente exánimes todo lo cedian. Sobre todo la toma de Morella que ellos juzgaban inexpugnable, les habia rasgado la benda con que trataran los gefes de cubrir sus ojos, y habíales dado tan verdadera idea del número, fuerza y medios de accion con que contaban las huestes vencedoras que ya no en otra cosa pensaban que en huir al primer aviso de su llegada ó aproximacion. El fuerte de Culla, guarnecido por unos 150 inválidos, fué abandonado por los rebeldes el dia 2 de junio, y ocupado por los constitucionales al mando del coronel don Vicente Irañete: siguieron el ejemplo de aquellos las fuerzas que presidiaban á Villamalefa, pasando unos y otros á unirse á los batallones de guias y del Turia, los cuales con este refuerzo vinieron á contar un total de 1,200 hombres.

El feroz Palillos, Lacoba y otros cabecillas del mismo jaez, dignos satélites de Cabrera, no tardaron mucho en conocer que habia ya llegado el término á la impunidad de su vida criminal y buscaron apoyo en los fuertes de Beteta, el Collado, Castiel y Cañete. Pero dejemos por ahora á la faccion sobrecogida con el fuerte descalabro que acaba de sufrir, que no muy tarde habremos de seguir la narracion de los hechos que pusieron término á su vida errante y con ella á la guerra civil de España.

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