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30. Abando.

34. Galdacano.

32. Arrigorriaga. 33. Arrancudiaga. 34. Lezama.

35. Herandio.

36. Guecho.

37. Verango. 38. Sopelana. 39. Urduliz. 40. Gorliz.

44. Lemoniz.

42. Maruri.

43. Gatica.

44. Languiniz.
45. Basigo.
46. Meacaur.
47. Munguía.
48. Fruniz.

49. Fica.

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Mas ya en la junta de 1527 para leer la confirmacion de los fueros sancionados por el emperador, se observan algunas diferencias, pues no tuvieron representacion las anteiglesias de Nachitua, Verriatua, Begoña y Elexaveytia; pero en cambio vemos, que la anteiglesia de Vedarona ocupó el número 15 despues de Izpazter; que despues de Guizaburuaga ocupó el 20 la anteiglesia de Amoroto; despues de Echano en los números 28 y 29 asistieron las anteiglesias de Ibarruri y Gorozica; despues de Varacaldo la anteiglesia de Abando; despues de Lezama las de Zamudio, Sondica y Luxua; despues de Herandio la de Lexona; y despues de Munguía la de Gamiz. Además de todas estas anteiglesias cita Iturriza como con derecho á ser representadas las de Deusto, Echevarri, Barrica, Derio, Abadiano, Berriz, Mallabia, Mañaria, Yurreta, Garay, Zaldua, Arrazola, Aspe, Apata-Monasterio é Izurza. En el dia tienen tambien voto en las juntas, Güeñes, Carranza, Arcentales, Trucios, Galdames, Zalla, Gordejuela, cuatro concejos del valle de Somorrostro, tres concejos y el valle de Orozco, que en distintas épocas estuvo separado del señorío, pero que luego se incorporó nuevamente.

En el derecho de dar posesion á los corregidores de Vizcaya, estuvo siempre la junta de Guernica, y así lo reconocieron los reyes católicos, segun carta de 40 de Setiembre de 1485 en que decian á los vizcainos, haber nombrado corregidor al licenciado Lope Rodriguez de Logroño, encargándoles le tomasen juramento en junta general, exigiéndole antes la correspondiente fianza para cuando fuese residenciado. Conforme á otra carta de la reina católica de 6 de Febrero de 1475 tambien aparece, que la junta era quien debia recibir al tesorero general, porque habiendo sido nombrado para este cargo D. Pedro Manrique, conde de Treviño, decia la reina á

los vizcainos, «<que juntos en junta general segun lo habian de uso é de costumbre, le recibiesen por su tesorero.>>

En estas juntas mas que en ningun otro cuerpo se reflejó durante larga série de años la profunda division que afligió á las provincias vascongadas con los bandos de Оñez y Gamboa. El origen de estas célebres parcialidades no ha sido aun definitivamente marcado, difiriendo los escritores así en la fecha como en las causas que las produjo. El Sr. D. Juan E. Delmas aventajado literato vizcaino, ha escrito, y segun nuestras noticias, continúa escribiendo largamente, acerca de este interesante punto de la historia de Vizcaya, pero si bien en lo que hasta hoy ha publicado indica las opiniones de los demas que le han precedido, no se ha determinado á fijar la suya, lo cual demuestra la dificultad de penetrar en las tinieblas de este misterio histórico. Nos limitaremos pues á expresar sucintamente lo que se ha dicho hasta hoy acerca de los tan renombrados bandos, que no faltará en Vizcaya quien con mas copia de datos que nosotros, y tal vez en algun archivo particular, mejor que en cualquier otra parte, encuentre la solucion del enigma.

El comendador Hernando de Zárate al hablar de los bandos dice: «<que en una elevada montaña de Guipúzca existia desde tiempo inmemorial una ermita muy venerada de la advocacion de San Saturnino, á la cual acostumbraban los vascongados conducir en hombros y en una parihuela, en un dia señalado del año, un gran cirio encendido. Este cirio ardia durante treinta dias consecutivos, y las personas que en procesion le acompañaban, se dedicaban durante ellos á celebrar los sacrificios y oraciones usuales. El 27 de Noviembre del año de 1467 era conducido el cirio por cuatro robustos mancebos, cuando subiendo la pendiente de la montaña se quejaban de cansancio los que iban detrás, y dijeron á sus compañeros daruagaz oñaz; «conduzcámoslo á brazo ó por lo bajo»>; á lo que contestaron los que iban delante, y naturalmente menos cansados que ellos: gaindi-bijoa, «llevémosle en

hombros ó en alto.» Esta parece fué, segun el autor citado, la causa de la disputa que entonces y luego ocasionó la efusion de mucha sangre.

García de Salazar y Alonso de Sarriá cuentan el suceso casi del mismo modo que Zárate, con la diferencia de suponerle acaecido en la iglesia de Ulibarri en Alava, dando unos el grito de goyan bijoa, y otros el de oñaz, oñaz.

Baltasar Echave se aproxima á la opinion de los historiadores anteriores, y refiere grandes excesos y crueldades cometidas por los dos bandos, llegando al trance de batallas campales, en que tomaron parte á favor de uno ú otro, muchas gentes de Santander, Navarra y Francia.

Fray Miguel de Alonsotegui, supone, á nuestro juicio y al del Sr. Delmas con mayor fundamento, que estos bandos tuvieron orígen á fines del siglo XII en Ulibarri-Gamboa de Alava; y el primero que apellidó gamboinos á los unos fué Sancho Perez, hijo de Pedro Velez de Guevara y de Doña María de Salcedo, titulándose oñecinos los del pueblo de Murua en Guipúzcoa. Abona esta opinion la circunstancia de haberse descubierto como existentes ya en 1205, las dos casas mas antiguas y fuertes de Gamboa en Alava, y Oñaz ú Oñez en Guipúzcoa con sus respectivos parciales.

Las crónicas de Vizcaya consignan, que los bandos nacieron en Guipúzcoa entre los parientes mayores, sobre la disputa de si habian de ir á la guerra á pié ó á caballo. Y por último, Juan Iñiguez de Ibargüen, gran investigador de las antigüedades vascongadas, pero muy dado á lo maravilloso y extraordinario, fundándose en una insignificante base etimológica, pretende remontar el origen de los bandos á las guerras de los romanos con los cántabros.

Mas sea cual fuere la fecha de su origen, el punto en donde nacieron y la causa que los produjo, es lo cierto que sus disensiones atrajeron sobre las provincias vascongadas encarnizada ucha civil por espacio de siglos, vinculándose el odio en las amilias, y hallándose á la cabeza del partido gamboino en

Alava el señor de Guevara, y del oñecino la casa de Hurtado de Mendoza: en Guipúzcoa capitaneaba los oñecinos el señor de Lazcano, y á los gamboinos el señor de Olaso; y en Vizcaya el señor de Muxica era el jefe oñecino, y el señor de Urquiza de Avendaño el gamboino. En los trastornos de la corona de Castilla durante la minoría de D. Fernando IV; en las guerras entre D. Pedro y D. Enrique II, y en la cuestion de sucesion del reinado de D. Enrique IV, siempre los oñecinos y gamboinos sostuvieron diferentes causas, pues bastaba que los unos se decidieran por una, para que los otros defendiesen la contraria. Lo mismo vemos sucedió en las disensiones que afligieron á Navarra durante la segunda mitad del siglo XV, porque los oñecinos siguieron la parcialidad de los agramonteses, y los gamboinos la de los beaumonteses.

Los señores de Vizcaya, y mas tarde como tales los reyes de Castilla, adoptaron medidas, algunas muy enérgicas para concluir estos bandos, y hasta el bondadoso D. Enrique IV se vió obligado á presentarse en Guipúzcoa y mandar derribar todas las fortalezas de los principales banderizos, dando nueva y mas fuerte organizacion á la hermandad de los pueblos contra los poderosos, instalada ya desde los tiempos de D. Enrique III.

Los disturbios á que en toda la corona de Castilla dió lugar la cuestion de sucesion á fines del siglo XV, hicieron renacer con nueva fuerza los bandos, pero asentada ya la corona en las sienes de los reyes católicos, se propusieron estirparlos usando primero varios medios de conciliacion, y siendo todos ineficaces, expidieron al fin la severísima pragmática de 1501 en que se llegaba á imponer la pena de muerte á los que por tercera vez reincidiesen, desconociendo la supresion de los bandos. La pragmática fué en efecto el principio para calmar los antiguos resentimientos, pero aun se observó en las guerras de las comunidades algun vestigio de aquellas parcialidades, pues el señor de Guevara poniéndose al frente de los gamboinos, alzó en Alava la bandera de los municipales, teniendo la des

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