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tación hablarian también los cortesanos, como hoy se habla el francés en algunas Cortes de Europa, en donde es, para explicarnos á la moderna, lenguaje oficial; era el que nuestros monarcas empleaban, aunque no siempre, como escritores, como ordenadores de su casa, como principes y aun como particulares; á lo cual contribuía, según ya hemos insinuado, el vigor con que florecía la poesía provenzal y el constante apoyo que recibió de nuestros reyes el arte de bien decir, en el cual fueron algunos extremados, y otros muy dignos de mención, como se prueba con los nombres de Ramón Berenguer V, Alfonso II, Pedro II, Jaime I, Pedro III, Pedro IV, y el infante D. Fadrique que reinó en Sicilia.

Todavía pudiéramos añadir que no sólo en aquello á que llegaba, para expresarnos así, la acción privada del Rey, sino áun en las escrituras de fundación, en algunas cartas-pueblas, en libros de cuenta y razón, D en los procesos, (2) y en los actos del reino, se usó por algún tiempo el idioma lemosin, en prueba de lo cual nos cita el Sr. Torres Amat los fucros de D. Jaime el

gon; pero supone que no existen documentos castellanos anteriores al siglo XII contra lo que llevamos demostrado, explica la colección legislativa del obispo Canellas como prueba de que el catalan era una de tantas lenguas como en Aragón se usaban, y asegura, en fin, que de los instrumentos consta haber hablado siempre el español los reyes aragoneses, que es lo que en el texto á que se refiere esta nota no nos atrevemos á asegurar por nuestra parte.

(1) En 1848 se publicó, con otros documentos sobre la segunda expedición de Alonso V en 1432, un «Libre ordinari de dates, fetes per en Bernat Sirvent tesorer general desde maig de 1432 fins lo derrer die de decembre apres seguent.>

2. Sirva de ejemplo el que se formó para justificar en 1363 la muerte del infante D. Fernando, hermano de Pedro el Ceremonioso.

Conquistador, las proposiciones ó discursos de la Corona en la apertura de las Cortes, las Ordenanzas y otros documentos oficiales. Aquel idioma (digámoslo de paso) es el que algunos designan con el nombre de romance, aunque en la común inteligencia sea éste el verdadero idioma castellano; y es que, derivados del latin todos los idiomas y dialectos neo-latinos, en cuyo número hay que contar al provenzal y sus derivados, llamáronse todos romans ó romances, esto es, hijos del romano, siendo más natural esta etimología que la árabe de al-romi, enunciada aunque no apoyada por Marina.

Y ya que hemos hablado de los fueros y del idioma en que parece haber sido algunos redactados, no será inoportuno el indicar que mucha parte de ellos, y desde luego los de D. Jaime I, fueron sucesivamente traducidos del romanz en latín, como lo afirma el Justicia mosén Juan Giménez Cerdán en su célebre carta á Diez d' Aux, por los famosos letrados Jiménez Pérez de Salanova, Galacián de Tarba y Juan López de Sessé. En la colección general que de ellos corre impresa nótase que hasta los primeros años del siglo xv, esto es, hasta los decretados en las Cortes de 1414, todos se hallan redactados en idioma latino, (1) empezando á

(1) Pero ese latín era en muchos fueros tan impuro como lo fué generalmente en la Edad media: y porque de él mismo se puede fácilmente deducir el que en Aragón había de usarse como vulgar, copiaremos un trozo correspondiente á 1247, que dice: «Villana debet habere per suas dotes unam domum coopertam in qua sint duodecim bigæ et unam arenzatam vinearum et unum campum in quo possit seminare unam arrobam tritici in voce linaris, et suas vestes integré et suas joyas et unum lectum bené paratum de melioribus pannis qui sint in domo et duas meliores bestias de domo aptas ad laborandum cun omnibus suis apparamentis.>

leerse en castellano los de las Cortes de Maella de 1423, así como los de Alfonso III, inclusos en los de Pedro III que los dió en 1283, pero que desde luego tienen un lenguaje más moderno que el de su tiempo. Volviendo á insistir sobre la introducción del idioma. provenzal, quien más contribuyó á ella, después de los primeros condes catalanes de la Provenza, fué D. Jaime el Conquistador, el cual, hasta donde esto es posible, declaró lengua de corte el lemosin, que merced á varias causas llegó á hacerse popular, aunque no, como se ha supuesto, en todo el reino. Pero debe, sin embargo, notarse que al cabo de un siglo decayó la pureza de la nueva habla y la nueva literatura, pues si bien hacia el fin del siglo XIV (1390) se fundó en Barcelona, y luego en Zaragoza, un Consistorio de la Gaya Ciencia á imitación del que años antes (1324) se había fundado en Tolosa, ya es punto bastante averiguado en la Historia de las letras y las artes, que las Academias suelen fundarse para detener la decadencia, pero sin poder atajarla por completo si otras causas no comunican nuevo impulso al ingenio, de suyo libre y aventurero. También contribuyó á esa decadencía el elemento castellano, gradualmente introducido en la Corona de Aragón, ya por el advenimiento de Fernando I en 1414, (1) ya por el ejemplo del Marqués de Villena que á un tiempo insinuaba el gusto aragonés en Castilla y el idioma castellano en Aragón.

(1) Ticknor cita un certamen celebrado en Valencia el año 1474, en que se presentaron cuatro poesías castellanas: Milá dice en sus curiosísimas Observaciones sobre la poesia popular que los romances castellanos se hicieron tradicionales ya en el siglo XV.

De entre los escritores que prefirieron el idioma lemosin, son muchos y muy ilustres los que pueden citarse, pero nosotros nos contentaremos con recordar á Alfonso II que fué el primer trovador conocido, y floreció hasta el fin del siglo XI; Pedro II, cuyas trovas se conservaron en una colección de ciento veinte trovadores; Jaime I, que escribió una Crónica lemosina 1 anterior à la de Alfonso el Sábio é impresa en 1557 y en 1848, además de otras obras, como Lo libre de la saviesa; Pedro III, conocido como trovador; el infante D. Pedro que en la coronación de su hermano Alfonso IV, ocurrida en 1328, lució sus dotes poéticas, siendo los cantores ó juglares de sus poemas los afamados Romaset y Novellet; Juan Francés, que describió aquella coronación en idioma lemosin; Pedro Lastanosa que floreció en 1348; Pedro IV, autor de una Historia de su reinado, de un Libro de los Oficios de su casa, y de algunas poesías; Juan I, conocido como poeta; Fray Juan Monzón, que floreció en la primera mitad del siglo xv; Mosén Pedro Navarro, Rodrigo Diez, Juan Dueñas, Santa Fé y Martin García, todos cinco poetas lemosines de la misma época; y Juan Torres, que lo fué también y floreció hacia el fin del siglo xv.

Estos, sin otros que cita Latassa en su Biblioteca antigua, en donde por lo demás abundan en mayor número los escritores en latin (por no decir latinos), prueban de un modo evidente que en Aragón

se hizo

(1) Algunos ponen en duda la autenticidad de esa Crónica. (2) En lo que realmente se llama Aragón que es el objeto principal de nuestra tarea, sobre todo desde este párrafo, pues por lo demás ya sabemos que la Corona aragonesa se ha designado muchas veces con el nombre co

mucho uso del idioma lemosín para la Poesía, la Historia y la Legislación, y de eso mismo dan testimonio aquellas palabras del Marqués de Santillana en su famoso Proemio: «los catalanes, valencianos, y algunos del reino de Aragón, fueron ó son grandes oficiales de este arte,» esto es, de la de trovar, llamada Gaya ciencia. Compruébalo también la noticia que dan muchos historiadores sobre haberse abierto en Zaragoza un Consistorio del gay saber al modelo del que se había fundado en Barcelona con maestros ó mantenedores de Tolosa; y también nos lo acredita, entre otros autores de buena nota, el diligente Zurita, el cual pinta en esta manera el reinado de Juan I, que floreció en el siglo XIV: «y en lugar de las armas y ejercicios de guerra, que eran los ordinarios pasatiempos de los príncipes pasados, sucedieron las trovas y poesía vulgar y el arte de ella que llamaban la gaya ciencia, de la cual se comenzaron á instituir escuelas públicas; y lo que en tiempos pasados había sido un muy honesto ejercicio, y que era alivio de los trabajos de la guerra, en que de antiguo se señalaron en la lengua lemosina muchos ingenios muy excelentes de caballeros de Rosellón y del Ampurdán que imitaron las trovas de los provenzales, vino á envilecerse en tanto grado que todos parecían juglares.>>

De lo expuesto hasta aquí habrá quien pueda verosi

mún de Aragón, como se ve en aquellos versos de Bernardo de Auriac, trovador del siglo XIII, en que dice de los catalanes:

Et auziran dire por Aragó

Oil et neuil en luec d' oc e de no.

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