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CAPITULO XXI.

Estudios de Teología y Humanidades en conventos de Castilla.-Los de la Corona de Aragón. -Enseñanza en algunas Catedrales á cargo de Regulares.

Preciso es reunir estos datos dispersos acerca de las escuelas eclesiásticas y cenobíticas en los siglos XIV y XV, siquiera sea fatigoso el rebuscarlos en las crónicas de aquellos institutos. Los mendicantes abrieron en sus casas las escuelas que se iban cerrando en las catedrales, por no ser éstas ya tan necesarias existiendo las Universidades desde el siglo anterior.

Las Universidades mayores habían salido, según se ha visto, del Claustro de las catedrales: en su día verémos surgir las Universidades menores del fondo de estas escuelas monásticas, durante los siglos XVI y XVII.

Al morir los estudios en Palencia quedó allí una sombra de ellos. Floranes describe cómo estas escuelas, que en su origen sólo eran para los domésticos, llegaron á servir á los extraños. «El historiador propio de Palencia, dice (1), reconoce aulas antiguas de estudios en el convento de San Francisco (2); y del de Santo Domingo no puede negarse que las tuvieron. Al principio se enseñaría en estos conventos Gramática, Lógica, Artes, y por ventura algún poco de Teología, bien que sólo intra claustra para los religiosos. Después se abrieron las puertas para que gozasen de este beneficio los hijos de los ciudadanos, y más si éstos contribuyeron algo, como es regular, para que los estudios fuesen comunes, y aunque pocos, los sostuvieron los padres en aquel pié; pues al pronto, mientras tenían facilidad de aprender esto en casa, excusaban la molestia de salir á buscarlo fuera. Hé aquí el origen de la promiscuidad de estos estudios de regulares, y de

(1) FLORANES, pág. 201, aludiendo á la historia del racionero Pulgar, (2) PULGAR, tomo y libro II, pág. 283, col. 1.a

que muchos de ellos fuesen tomando cuerpo y exaltándose á universidades. «Hoy, dice Ponz (1) hablando del convento de >> Predicadores, este convento es casa de estudios para seglares, »cuyo número se halla muy disminuido respecto de lo que era >>treinta años hace» (2). Y por lo que toca al antiquísimo y universal de nuestro asunto, quedaba sólo el de Gramática, y ése á cargo de la santa iglesia, cuando su penitenciario D. Pedro Fernandez del Pulgar acababa de escribir en 1679 y 80, que es el único resíduo que subsiste de toda aquella antigua grandeza» (3).

El mismo Floranes dejó ya registrada la noticia de las cátedras del convento de Dominicos de Murcia, cuyo historiador dice las había allí por el año de 1272. «Recién fundada esta casa hubo estudio general de artes y theología y de lenguas arábiga y hebrea.»

El Capítulo II provincial de Aragón, celebrado el año 1302, señaló á Murcia estudios de Teología y Artes, poniendo por doctor en Teología á Fr. Pedro de Escala, y por lector de Lógica á Fr. Esteban Raimundo.

Considerábase aún á Murcia en lo regular como parte de Aragón, por su afinidad con Valencia, y por haber sido el rey D. Jaime I de Aragón quien libró aquel país del yugo sarraceno. Todavía en el Capítulo provincial de 1303 se designaron maestros al convento de Murcia, pero desde aquel año pasó á formar parte de la provincia de España, ó sea Castilla, separándose de Aragón (4).

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El convento de San Esteban de Salamanca, uno de los más antiguos de la Orden en Castilla, tenía estudios todavía estando en la iglesia mozárabe de San Juan el Blanco, de donde se trasladaron en 1256 (5) al sitio en donde edificaron después su magnífico convento, uno de los más grandiosos y monumentales de España. La enseñanza que allí daban era de Teología, la cual no tenía aún cabida en la Universidad, como hemos visto en el artículo anterior.

(1) PONZ, Viaje á Palencia, tomo II, pág. 166, núm. 37.

(2) Escribía PONZ, como es sabido, hacia mediados del siglo pasado. (3) Añade el mismo que por los años de 1597 se conservaba aún la librería, y que ésta arrendaba el uso de los libros á los prebendados y otras personas, pactando el buen trato de ellos. Cita al Arcediano de Alcor y á Gil González Dávila, Historia de Enrique III, cap. LV, página 130.

DIAGO, historiador de la Orden de Santo Domingo, fól. 4 vuelto. MEDRANO, Crónica de la provincia de España en la Orden de Santo Domingo, tomo II, pág. 477.

En el convento de Palencia tenían igualmente cátedra de Teologia, según queda dicho con referencia á Pulgar, Ponz y Floranes, y duró allí la enseñanza hasta este siglo.

En Valladolid había igualmente enseñanzas de Teología, Artes y Humanidades, en el célebre convento de San Pablo de aquella ciudad. En 1350 eran notables en aquellas_escuelas, por su gran saber y doctrina Fr. Pedro de Santo Domingo y Fr. Nicolás de Valladolid, á quienes las crónicas de su orden citan con elogio (1). Había también escuelas de Teología y Artes en el célebre convento de San Pablo de Córdoba, del que se hablará luego.

La terrible epidemia que desoló á España á mediados del siglo XIV fué funesta para el país bajo todos conceptos, y lo fué también para las escuelas monásticas. A la peste siguió la Claustra, nombre con que se designó á la relajación que se introdujo en los claustros monásticos, admitiendo muchos jóvenes, y áun niños, sin vocación ni educación prévia, para repoblar materialmente los conventos, logrando con esto tener frailes en el traje, pero sin religión ni espíritu. Preciso fué transigir con sus debilidades y educación grosera, y esta facilidad, no siempre discreta, trajo consigo la relajación y la ignorancia, que deploran unánimes las crónicas monásticas al hablar de la Claustra.

El austero instituto dominicano conoció bien pronto aquel inconveniente, y en el Capítulo general de Montpeller, en 1351, se dictaron ya disposiciones para cortar los abusos de aquella epidemia moral, mandando, entre otros acuerdos, fomentar los estudios (2).

Los conventos de San Esteban de Salamanca y de San Pablo de Valladolid lograron no decaer en medio de aquella general postración, y sostuvieron los estudios de Teología y Artes áun durante aquella segunda mitad del siglo XIV; de modo que los conventos en donde se habían cerrado las escuelas por falta de maestros, enviaban allá sujetos que estudiasen, ó se perfeccionaran en sus estudios (3).

En el de Valladolid eran maestros á fines del siglo XIV y principios del XV los reverendos padres Fr. Juan de ViIlalón, que á la vez era Prior, Fr. Nicolás y Fr. Luis de Valladolid, distinto del que con este nombre y sobrenombre enseñaba allí medio siglo ántes. Los funestos efectos de la

Crónica, tomo III, pág. 485.

CASTILLO, Crónica de Santo Domingo, tomo IV, pág. 32.
Crónica de Santo Domingo, tomo IV, pág. 482.

Claustra duraban todavía en 1492. Poco después Cisneros acabó con los franciscanos claustrales en España.

Queda advertido que también había estudios florecientes en San Pablo de Córdoba; y en efecto, al entrar en él San Alvaro, que tomó el nombre de su pueblo, según costumbre de aquel tiempo, había varios maestros notables en aquel convento. Era lector de Teología en 1402 el Dr. Fr. Alonso de San Martín, y hácia el mismo tiempo enseñaba allí Lógica Fr. Juan de Lebrija, y áun había otros doctores en Teología. Más adelante, Fr. García de Chinchilla, Obispo titular de Bibli, hizo varias donaciones á este convento, que lo era suyo, con obligación de que hubiera siempre en aquella casa estudios de Teologia y Artes, aunque ya los había muchos años antes, según el Obispo lo expresaba en la fundación que hacía (1).

El mismo San Alvaro pasó del convento de Córdoba á San Esteban de Salamanca, donde fué hecho maestro en Teología, y explicó Sagrada Escritura cuando ya se estaba tratando de fundar cátedras de Teología en la Universidad.

Fr. Rodrigo de Valencia, compañero inseparable de San Alvaro, y fundador del convento de Sevilla, había explicado también Artes y Teología, ántes de que en unión de San Alvaro principiase á trabajar por la reforma de los conventos y contra la relajación de la Claustra.

Más escasas son las noticias que nos restan acerca de las cátedras de Teología y Artes en los conventos franciscanos de Castilla. A la muerte de San Francisco estalló una escisión en el Instituto con motivo de los estudios. Algunos religiosos de talento, pero tibios y áun relajados, pretendieron dar gran importancia á los estudios, para fomentar de este modo la predicación y la buena dirección de las almas. Por desgracia la relajación de algunos de éstos, y las exenciones que se arrogaron á pretexto de mayor desahogo para los estudios, hicieron que se les mirase de reojo por los más celosos. Pasando de extremo á extremo, como suele suceder en tales casos, llegaron algunos á mirar con aversión los estudios, como si fueran éstos culpables de los excesos que se cometían á pretexto de ellos, y quisieron suponer que San Francisco los había prohibido (2). La Orden se dividió en bandos respecto

(1) Crónica, tomo v, al fin.

(2) Esto es falso: consérvase la carta del Santo autorizando á San Antonio para explicar, y dice así: Charissimo meo fratri Antonio Frater Franciscus in Christo salutem. Placet mihi quod Sanctæ Theologiæ litteras

á este punto, pero en Castilla prevalecieron hasta fines del siglo XV los estudios en casi todos los conventos franciscanos. Pruébalo el hecho de haberlos prohibido el venerable Villacreces y San Pedro Regalado en los conventos donde introdujeron su reforma; de modo que, al describir ésta el P. Salinas, decía que este era uno de los puntos cardinales en que se distinguían de los otros frailes claustrales: lo primero, que no usamos estudios de artes liberales, señal de que en los otros los había, y sobre todo en los claustrales, que eran ricos y tenían grandiosos edificios.

En el de Alcalá trató de fundar Universidad el Arzobispo Carrillo, y no habiendo logrado plantearla, instituyó en él unas cátedras de Gramática y Artes, que existían en aquel convento cuando Cisneros llevó a cabo lo que el arzobispo Carrillo no había podido ejecutar (1). Todavía los Reyes Católicos, al fundar el grandioso convento de San Juan de los Reyes en Toledo, en 1476, mandaron establecer allí perpetuamente dos cátedras de Teología en aquel convento, y tres años después aparecen ya entre los censores de Pedro de Osma en Alcalá los maestros Ontañon y Vitoria, doctores de Teología y Escritura en el estudio de Toledo.

Al tiempo de extinguir Cisneros á los claustrales en Aragón y Castilla duraba, todavía la polémica sobre los estudios, á pesar de que los llamados simples, en oposición á los letrados, quedaban ya vencidos desde mediados del siglo XV por los esfuerzos de San Juan Capistrano. Este, en unión del cardenal Cervantes, arzobispo de Tarragona, mandó en el Capítulo de Asís, que los ministros velasen por la reforma de los estudios en sus respectivas provincias, y por fin el Papa Eugenio, á persuasión del mismo San Juan Capistrano y San Bernardino, mandó, en 1440, que en todos los conventos de los franciscanos observantes se abriesen cátedras de Teología y Derecho canónico.

Los motivos de queja que se alegaban contra las escuelas conventuales, eran el estrépito de los estudiantes de fuera de la casa, el abandono de la oración por el estudio, y el orgullo de los graduados, al negarse éstos á seguir las tareas de la

fratribus interpreteris, ita tamen ut neque in te neque in cæteris (quod vehementer cupio) stinguatur sanctæ orationis spiritus,juxta regulam quam profitemur. Vale. (Crónica de San Francisco, por GONZÁLEZ TORRES, al principio del tomo vi.)

(1) QUINTANILLA, Archetypo de virtudes.

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